El camino no es fácil y está lleno de obstáculos, ambigüedades e indecisiones. La afirmación progresista de que “otra Europa es posible”, que sintetiza la visión de todos aquellos que se resisten a las fracasadas políticas neoliberales en curso, no tiene un sentido unívoco.
Europa atraviesa procesos políticos de sensible interés para el mundo progresista. Las repercusiones y coletazos de la crisis financiera internacional del 2008 no han sido manejados desde una perspectiva contraria al modelo neoliberal. Pero prevalece una opinión generalizada de que las políticas económicas llevadas a cabo en el Viejo Continente han fracasado en la mayoría de los países. Las políticas de austeridad económica impuestas por la “troika” Fondo Monetario Internacional (FMI), Unión Europea y Banco Central Europeo (BCE), confinan a muchos países de la Unión a un callejón sin salida en lo político, social y económico. Los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil intentan reaccionar frente a estas draconianas políticas de austeridad, cuya máxima expresión está en la figura de la canciller alemana Ángela Merkel.
Las recientes elecciones en Grecia y el triunfo de Alexis Tsipras con su Partido Syriza, y la irrupción con posibilidad de triunfo de Podemos en las próximas elecciones españolas, alumbran un posible cambio de rumbo político en el continente.
“En relación a Grecia, otra izquierda reclama una nueva Europa”, señala un interesante artículo de Serge Halimi, Director de Le Monde Diplomatique. Sin embargo, el mismo autor constata incertidumbres: “Planteado el desafío, y alcanzado en parte –el desclasamiento de los partidos socialdemócratas–, ¿qué chances hay de que la victoria de otra izquierda en Grecia y quizás en España, desemboque en la reorientación general de las políticas europeas?».
[cita] La afirmación progresista de que “otra Europa es posible”, que sintetiza la visión de todos aquellos que se resisten a las fracasadas políticas neoliberales en curso, no tiene un sentido unívoco.[/cita]
Estas interrogantes no resultan ajenas a otros países y partidos políticos socialdemócratas y socialistas en casos como el de Francia, Italia, Alemania o Inglaterra. Sin embargo, lo concreto es que se observa una incapacidad de reacción política en el Partido de los Socialistas Europeos (PES). A su vez, el rol de la Internacional Socialista (IS) es prácticamente nulo, debido a su ausencia o irrelevancia en estos debates.
En síntesis, el camino no es fácil y está lleno de obstáculos, ambigüedades e indecisiones. La afirmación progresista de que “otra Europa es posible”, que sintetiza la visión de todos aquellos que se resisten a las fracasadas políticas neoliberales en curso, no tiene un sentido unívoco. Sin embargo es evidente que existe una oportunidad de que el malestar social no se transforme en un curso político reaccionario, y que las fuerzas políticas progresistas sean capaces de detener el avance de la extrema derecha europea, cuyo ejemplo más relevante es el de Marine Le Pen en Francia.
