Opinión
El pasado miércoles 20 de octubre, se dio a conocer un oficio proveniente de la Cámara de Diputadas y Diputados dirigido a la Universidad de Chile y a la Universidad de Santiago de Chile en donde los diputados Cristóbal Urruticoechea, de Renovación Nacional, y Harry Jürgensen, del Partido Republicano, solicitan a ambas instituciones de educación superior que “Informe cuántos cursos, centros, programas y planes de estudio se refieren a temáticas relacionadas con estudios de género, ideología de género, perspectiva de género, diversidad sexual y feminismo, detallando sus principales características e individualizando a los funcionarios o docentes que están a cargo de ellos”, además de solicitar que “Informe cuántos recursos destina anualmente la universidad para financiar los cursos, centros, programas y planes de estudio que se refieren a temáticas relacionadas con estudios de género, ideología de género, perspectiva de género, diversidad sexual y feminismo”.
Si bien en dicho oficio no se establecen los motivos por los cuales solicitan esta información, no podemos dejar de percatarnos en que es un acto que busca denostar y amedrentar a ambas universidades dentro de su rol y su objetivo de transversalizar la perspectiva de género y disidente dentro de todas sus unidades académicas, con el objetivo de formar a futuras y futuros profesionales que tengan una base mínima en materias de género para que puedan desenvolverse dentro del mundo laboral sin seguir replicando lógicas de exclusión, marginalidad y discriminación contra mujeres y diversidades sexuales y de género. Lo anterior demuestra el compromiso que han adquirido ambas instituciones en la lucha contra el sistema cisheteronormativo y patriarcal que, incluso, dentro de las instituciones de educación superior está muy presente y se ve demostrado en la tasa de acosos y abusos sexuales, en los altos índices de discriminación arbitraria hacia la comunidad LBGTIQ+, entre otros.
No es de sorprenderse que ambos diputados hayan además utilizado la conceptualización de “ideología de género” para anteponer sus dogmas religiosos y morales ante la avanzada necesaria sobre la igualdad de género en nuestro país. Sin duda alguna, este oficio deja entrever el conservadurismo más arraigado de la derecha que intenta, a toda costa, mantener un sistema de dominación contra los cuerpos feminizados y disidentes, pues además no es coincidente que el oficio sea enviado por dos hombres cisgénero y heterosexuales que lo que buscan es la tergiversación a través del uso del lenguaje.
La “ideología de género” es una muestra más de cómo los sectores conservadores del país buscan retroceder y seguir ignorando las demandas históricas de la comunidad LGBTIQ+ y de las mujeres exigiendo un mayor acceso a derechos y a vivir en una vida libre de discriminación, lo que ha venido a sustentar los distintos estudios de teoría feminista y queer que ya se han posicionado como un campo de estudio y de investigación dentro de las humanidades y las ciencias sociales, no solo en Chile, sino que a lo largo de todo el planeta.
Era posible de esperar que hayan sido Urruticoechea y Jürgensen quienes hayan enviado este oficio, dos diputados que se han caracterizado dentro de su trayectoria política por oponerse a los cambios importantes y que la ciudadanía reclama en las calles. Ha sido el mismo diputado Urruticoechea quien en el debate por la despenalización del aborto dentro del Congreso clasificó a este de “machista” o que, a su vez, el año 2020 votó en rechazo al Proyecto de Ley sobre Educación Sexual Integral y que lo consideró un “adoctrinamiento”.
A su vez, el diputado Jürgensen no se queda atrás, también fue un férreo opositor a la despenalización del aborto, actualmente forma parte del partido del candidato de la ultraderecha, quienes han tenido distintas declaraciones, muy propias del siglo pasado, sobre las personas trans y de orientaciones sexuales diversas, además de rechazar la Ley de Identidad de Género aprobada el año 2018 por la misma Cámara, ocasión en la que se opuso tajantemente, nuevamente poniendo sobre la mesa la “ideología de género” ante un proyecto que solo buscaba darle un poco de dignidad a la población trans en Chile.
Y, sin duda alguna, no podemos olvidar que son los mismos autores del proyecto de ley que buscaba prohibir el lenguaje inclusivo dentro de las aulas escolares, porque genera “alteraciones gramaticales y fonéticas que desnaturalicen el lenguaje en la educación parvularia, básica y media”, presentado en mayo de este año.
Estamos enfrentando periodos de resurgimiento de los grupos ultraconservadores que buscan poner freno a los avances significativos e importantes que se han exigido a través de la movilización social, esto es una amenaza latente, que está cobrando mayor fuerza ante la avanzada de discursos de odio en medio de un proceso constituyente y de una elección presidencial. En estos momentos, resulta fundamental que podamos entablar espacios de diálogo, escucha activa y de protesta para hacer frente a esta oleada para que no nos quiten lo que con tanta lucha se ha conseguido.
Hoy más que nunca debemos ser capaces de enfrentar al conservadurismo que busca amedrentar y seguir en la lógica de exclusión y marginación que de nada ayudan a disminuir la violencia que sufrimos diariamente mujeres y diversidades sexuales y de género al salir de nuestros hogares o, incluso, dentro de ellos. Una sociedad que se construya desde prácticas no discriminatorias es una apuesta fundamental en medio de un proceso constituyente en marcha y no darles espacios a los mensajes de odio que ciertos sectores pretenden imponer y que buscan dejar de lado los nuevos órdenes políticos que se han abierto gracias a los movimientos sociales y en donde las mujeres y diversidades sexuales y género deben ser un actor protagonista.
