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Una vez más, Ucrania demuestra su capacidad para golpear a Rusia Opinión BBC

Una vez más, Ucrania demuestra su capacidad para golpear a Rusia

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Alberto Rojas
Por : Alberto Rojas Director del Observatorio de Asuntos Internacionales, Facultad de Humanidades y Comunicaciones, Universidad Finis Terrae. @arojas_inter
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Con un presidente Donald Trump que busca cortar su apoyo a Ucrania, dejando a Europa sola apoyando al gobierno en Kiev, Ucrania ha demostrado -una vez más- su coraje ante Moscú. Pero, sobre todo, su capacidad para mantenerse firme ante un enemigo dispuesto a todo.


Los acontecimientos de la última semana han marcado uno de los momentos más críticos desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania. No solo por la violencia de los ataques, sino por el mensaje político y militar que implican. A más de tres años del comienzo de esta guerra devastadora, el terreno diplomático vuelve a diluirse bajo el fuego cruzado de drones, explosivos submarinos y misiles balísticos. Es que, si alguien pensó que la fatiga del conflicto podría empujar a las partes hacia la mesa de negociaciones, los últimos hechos han demostrado todo lo contrario.

La llamada “Operación Telaraña”, lanzada por Ucrania el pasado 1 de junio, significó un verdadero golpe de inteligencia y precisión militar. Durante dieciocho meses, el Servicio de Seguridad de Ucrania y la inteligencia militar planificaron minuciosamente la infiltración de más de un centenar de drones kamikaze dentro del territorio ruso. Lo hicieron ocultándolos en camiones de carga modificados, que atravesaron miles de kilómetros por rutas rusas antes de ser activados simultáneamente cerca de cinco bases aéreas estratégicas, algunas de ellas ubicadas en Siberia.

La operación logró una sincronización quirúrgica: en cuestión de minutos, al menos 41 aviones fueron destruidos, incluidos bombarderos estratégicos Tu-95, Tu-22M3 y un avión A-50 de alerta temprana. La pérdida, más allá del costo económico -calculado en unos US$7.000 millones-, representa un golpe severo a la capacidad de proyección aérea de Moscú y a la idea de invulnerabilidad de sus bases.

Pocos días después, otro blanco simbólico y estratégico fue atacado: el puente de Kerch, que conecta a Rusia con la península de Crimea, anexada ilegalmente por Rusia en 2014. Este paso vital para el suministro de tropas y logística militar fue alcanzado mediante una operación con explosivos submarinos controlados remotamente, lo que dañó los pilares de soporte y obligó a cerrar temporalmente el tráfico ferroviario. De esta forma, una vez más, Ucrania mostró que es capaz de golpear con precisión y audacia en puntos neurálgicos del aparato militar ruso.

Como era previsible, la reacción de Moscú fue inmediata y brutal. El viernes, Rusia lanzó su mayor ataque aéreo desde febrero de 2022, desplegando más de 400 drones y 45 misiles de diverso tipo contra múltiples ciudades ucranianas. Kiev, Leópolis, Poltava, Ternópil y otras localidades sufrieron el embate.

Aunque las defensas antiaéreas ucranianas interceptaron una buena parte del ataque, los proyectiles que lograron impactar provocaron la muerte de al menos cuatro personas, numerosos heridos y daños estructurales considerables, incluyendo la destrucción de viviendas, subestaciones eléctricas y hospitales. La represalia rusa no fue solo militar: fue un mensaje de terror hacia la población civil ucraniana.

En medio de esta escalada, hace pocos días el Papa León XIV -recién electo tras el fallecimiento de Francisco- sostuvo una conversación telefónica con Vladimir Putin. Fuentes del Vaticano confirmaron que el Pontífice pidió un gesto que abriera camino a la paz, instó a garantizar corredores humanitarios y reiteró la disposición de la Santa Sede a actuar como puente entre las partes. El gesto recuerda otros momentos históricos en que la Iglesia Católica ha desempeñado un papel de mediadora, como en la crisis del Beagle entre Chile y Argentina, en 1978; o el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, en 2014.

Sin embargo, hoy el mundo enfrenta un escenario en el que las negociaciones que intentan sostenerse en Estambul corren el peligro de volverse solo un ritual estéril. Ucrania exige la retirada total de las tropas rusas y garantías internacionales de seguridad, mientras que Rusia insiste en que Ucrania renuncie a recuperar los territorios ocupados y acepte una “neutralidad” que suena más a sometimiento y capitulación. Esto, porque implicaría que Ucrania no pueda ingresar a la Unión Europea y/o a la OTAN. Algo inaceptable, considerando que Rusia fue el país que inició esta guerra.

Con un presidente Donald Trump que busca cortar su apoyo a Ucrania, dejando a Europa sola apoyando al gobierno en Kiev, Ucrania ha demostrado -una vez más- su coraje ante Moscú. Pero, sobre todo, su capacidad para mantenerse firme ante un enemigo dispuesto a todo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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