
La DC: una mirada militante
En los últimos meses, y en particular después de nuestra Junta Nacional reciente, las definiciones de la Democracia Cristiana parecen ser un tema que atrae a numerosos analistas políticos y a políticos que se fueron del partido y que, nadie los entiende, opinan hoy como si fueran militantes para pontificar y reclamar por el camino que asume la colectividad.
Llama la atención, además, el espacio que medios escritos y televisivos les dan para consultarles que opinan. Es señal que los poderes fácticos se inquietan e intentan desdibujar la candidatura de Jeannette Jara y, al mismo tiempo, confundir a la militancia y al electorado demócrata cristiano.
Quienes perdieron claramente el debate político en la Junta Nacional, incluyendo algún expresidente nacional y una excandidata presidencial, tergiversan el acuerdo político alcanzado y declaran, con todo desparpajo que “respetan los acuerdos pero que no tienen candidata presidencial”. Para el lector es bueno aclarar que nuestros estatutos no confieren ningún rol particular a los expresidentes nacionales del partido, tampoco a los expresidentes de la república, y que la consideración a la que pueden aspirar es únicamente la que cada militante reconozca por su gestión y su trayectoria política sin que puedan constituir un poder paralelo que se superponga a la institucionalidad partidaria. Justamente, uno de estos analistas, exmilitante y expresidente nacional del partido, que ha estado profusamente en los medios en estos días, se ha dedicado a defender su gestión (¿?) y a manifestar su sorpresa porque el llamado de “una mayoría de los expresidentes nacionales” haya sido desoído como si dicha opinión obligara a la militancia.
Otros, en el debate externo como interno insisten que debió aplicarse el mecanismo de “un militante un voto” a sabiendas que nuestros estatutos, que algunos de ellos contribuyeron a imponer, no contemplan esta posibilidad salvo para casos muy concretos detallados en el propio estatuto como “modificaciones a su declaración de principios, reforma a sus estatutos, disolución y fusión de la colectividad”. En todo otro orden de materias, el estatuto define a la Junta Nacional como el organismo encargado de “impartir orientaciones y adoptar acuerdos sobre cualquier aspecto de la marcha del país y del partido, que serán obligatorios para la Directiva Nacional y todos los órganos y militantes.”
El acuerdo de la Junta Nacional refleja por lo mismo la opinión mayoritaria de su militancia expresada a través de su institucionalidad. A este debate se llegó con el antecedente de una reflexión a lo largo del país de documentos, cartas y votos políticos que circularon desde el norte al sur y que permitió que diversos ampliados comunales y juntas regionales, con claras mayorías, se inclinaran por la alternativa que finalmente fue aprobada con clara mayoría. De hecho, el voto que finalmente fue aprobado refleja el apoyo inédito de más de 600 militantes de más de 100 comunas de todo el país. La madurez de la militancia, y es algo que quienes perdieron y se declaran dispuestos a no cumplir los acuerdos desconocen, permitió, en definitiva, que un 88% de la JN aprobara “acordar y celebrar una lista parlamentaria, pactos o subpactos electorales, con todos o algunos de los partidos del siguiente listado…” que incluye a todos los partidos que hoy respaldan a la candidata presidencial de la centro izquierda. O sea, nuestros detractores le ocultan a la militancia que ellos votaron
también, en su mayoría, con nosotros, por aprobar el acuerdo parlamentario con los partidos del “oficialismo” sin exclusiones.
Y la Junta Nacional como se ha difundido, con un 63% y sin ambigüedades aprobó “que el partido demócrata cristiano, en el marco de un acuerdo programático y parlamentario converja en un apoyo a la candidatura presidencial del pacto Unidad por Chile, señora Jeannette Jara Román”.
¿Dónde está la traición a nuestros principios y valores? ¿De donde se puede deducir que la DC “se ha vendido por unos pocos votos, unos pocos parlamentarios o algún cargo en el futuro gobierno”?
La verdad es que, en un momento difícil y complejo, en medio de una crisis casi terminal a la que nos han llevado los mismos que hoy rasgan vestiduras contra estos acuerdos de su Junta Nacional, la militancia ha impuesto con madurez primero los intereses de Chile, luego las legítimas aspiraciones del partido y ha frenado los intereses y las ambiciones personales que han intentado distorsionar esta decisión histórica. La Junta Nacional representando a todo el partido y su militancia ha decidido, teniendo en consideración, en primer lugar, la consecuencia con nuestros principios y valores en el contexto del Chile actual y, en segundo lugar, el necesario pragmatismo para alcanzar una representación parlamentaria que le permita contribuir a una mayoría de respaldo legislativo para el próximo gobierno.
Habría que esperar que quienes hacen gárgaras de su identificación y amor al partido, después de un debate democrático en que han sido derrotados, se sumen al trabajo partidario para construir un mejor futuro para el país y nuestro partido. Eso corresponde a quienes, gracias a este partido han alcanzado honores importantes en su trayectoria política. Si ello les resulta imposible, se entenderá su decisión de renunciar a este partido en vez de pretender dañarlo desvirtuando sus decisiones o jugando un rol de autoridad y liderazgo que ya no se les reconoce.
Como ha señalado nuestro presidente Nacional, el anticomunismo no ha hecho mella ni está en la médula del militante demócrata cristiano. De hecho, ese debate de las élites políticas no afecta para nada el trabajo que en la base social nuestros dirigentes y militantes desarrollan, desde hace décadas, con los partidos de la centro izquierda, como lo evidencian las muchas comunas en que, a lo largo del territorio nacional, este trabajo unitario con respeto a la diversidad permite avances y bienestar para su gente.
En el contexto nacional e internacional, como lo demuestran todos los analistas más serios de diferentes corrientes de pensamiento, el peligro para la convivencia democrática lo genera el crecimiento de una derecha extrema regresiva en derechos sociales y autoritaria en lo político. La Democracia Cristiana no puede, por errores o por “prescindencia” que algunos quisieron penosamente instalar, contribuir a que esa derecha – que hoy día lidera a las derechas -alcance el gobierno en Chile. Los ejemplos están a la vista en los gobiernos de Trump, Milei y Orbán que Kast admira y visita.
Nuestro domicilio político, ratificado por la Junta Nacional es la centro izquierda, y nuestro aporte central a esta nueva coalición política que encabeza Jeannette Jara Román, que nadie tenga dudas, serán las propuestas centrales del humanismo cristiano que den respuesta a las necesidades presentes y futuras más apremiantes de nuestros ciudadanos: : la dignidad de la persona humana y sus derechos, un salario mínimo digno, la eliminación de las listas de espera en salud, políticas de seguridad que permitan detener el avance del
crimen organizado , promoción de la vida comunitaria, el desarrollo regional, las nuevas oportunidades para los jóvenes con una nueva educación, el apoyo prioritario a las microempresas en el contexto de un desarrollo sostenible y el perfeccionamiento continuo de nuestra convivencia democrática.
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