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La DC: una mirada militante Opinión

La DC: una mirada militante

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Pedro Vera Castillo
Por : Pedro Vera Castillo Delegado Junta Nacional DC (Distrito 20), y académico de la Universidad de Concepción.
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En los últimos meses, y en particular después de nuestra Junta Nacional reciente, las  definiciones de la Democracia Cristiana parecen ser un tema que atrae a numerosos analistas  políticos y a políticos que se fueron del partido y que, nadie los entiende, opinan hoy como si  fueran militantes para pontificar y reclamar por el camino que asume la colectividad. 

Llama la atención, además, el espacio que medios escritos y televisivos les dan para  consultarles que opinan. Es señal que los poderes fácticos se inquietan e intentan desdibujar  la candidatura de Jeannette Jara y, al mismo tiempo, confundir a la militancia y al electorado  demócrata cristiano. 

Quienes perdieron claramente el debate político en la Junta Nacional, incluyendo algún  expresidente nacional y una excandidata presidencial, tergiversan el acuerdo político  alcanzado y declaran, con todo desparpajo que “respetan los acuerdos pero que no tienen  candidata presidencial”. Para el lector es bueno aclarar que nuestros estatutos no confieren  ningún rol particular a los expresidentes nacionales del partido, tampoco a los expresidentes  de la república, y que la consideración a la que pueden aspirar es únicamente la que cada  militante reconozca por su gestión y su trayectoria política sin que puedan constituir un poder  paralelo que se superponga a la institucionalidad partidaria. Justamente, uno de estos  analistas, exmilitante y expresidente nacional del partido, que ha estado profusamente en los  medios en estos días, se ha dedicado a defender su gestión (¿?) y a manifestar su sorpresa  porque el llamado de “una mayoría de los expresidentes nacionales” haya sido desoído como  si dicha opinión obligara a la militancia. 

Otros, en el debate externo como interno insisten que debió aplicarse el mecanismo de “un  militante un voto” a sabiendas que nuestros estatutos, que algunos de ellos contribuyeron a  imponer, no contemplan esta posibilidad salvo para casos muy concretos detallados en el  propio estatuto como “modificaciones a su declaración de principios, reforma a sus estatutos,  disolución y fusión de la colectividad”. En todo otro orden de materias, el estatuto define a la Junta  Nacional como el organismo encargado de “impartir orientaciones y adoptar acuerdos sobre  cualquier aspecto de la marcha del país y del partido, que serán obligatorios para la Directiva  Nacional y todos los órganos y militantes.” 

El acuerdo de la Junta Nacional refleja por lo mismo la opinión mayoritaria de su militancia expresada  a través de su institucionalidad. A este debate se llegó con el antecedente de una reflexión a lo largo  del país de documentos, cartas y votos políticos que circularon desde el norte al sur y que permitió  que diversos ampliados comunales y juntas regionales, con claras mayorías, se inclinaran por la  alternativa que finalmente fue aprobada con clara mayoría. De hecho, el voto que finalmente fue  aprobado refleja el apoyo inédito de más de 600 militantes de más de 100 comunas de todo el país.  La madurez de la militancia, y es algo que quienes perdieron y se declaran dispuestos a no cumplir  los acuerdos desconocen, permitió, en definitiva, que un 88% de la JN aprobara “acordar y celebrar  una lista parlamentaria, pactos o subpactos electorales, con todos o algunos de los partidos del  siguiente listado…” que incluye a todos los partidos que hoy respaldan a la candidata presidencial  de la centro izquierda. O sea, nuestros detractores le ocultan a la militancia que ellos votaron 

también, en su mayoría, con nosotros, por aprobar el acuerdo parlamentario con los partidos del  “oficialismo” sin exclusiones. 

Y la Junta Nacional como se ha difundido, con un 63% y sin ambigüedades aprobó “que el partido  demócrata cristiano, en el marco de un acuerdo programático y parlamentario converja en un  apoyo a la candidatura presidencial del pacto Unidad por Chile, señora Jeannette Jara Román”. 

¿Dónde está la traición a nuestros principios y valores? ¿De donde se puede deducir que la DC “se  ha vendido por unos pocos votos, unos pocos parlamentarios o algún cargo en el futuro gobierno”? 

La verdad es que, en un momento difícil y complejo, en medio de una crisis casi terminal a la que nos  han llevado los mismos que hoy rasgan vestiduras contra estos acuerdos de su Junta Nacional, la  militancia ha impuesto con madurez primero los intereses de Chile, luego las legítimas aspiraciones  del partido y ha frenado los intereses y las ambiciones personales que han intentado distorsionar esta  decisión histórica. La Junta Nacional representando a todo el partido y su militancia ha decidido,  teniendo en consideración, en primer lugar, la consecuencia con nuestros principios y valores en  el contexto del Chile actual y, en segundo lugar, el necesario pragmatismo para alcanzar una  representación parlamentaria que le permita contribuir a una mayoría de respaldo legislativo para  el próximo gobierno. 

Habría que esperar que quienes hacen gárgaras de su identificación y amor al partido, después de un  debate democrático en que han sido derrotados, se sumen al trabajo partidario para construir un  mejor futuro para el país y nuestro partido. Eso corresponde a quienes, gracias a este partido han  alcanzado honores importantes en su trayectoria política. Si ello les resulta imposible, se entenderá  su decisión de renunciar a este partido en vez de pretender dañarlo desvirtuando sus decisiones o  jugando un rol de autoridad y liderazgo que ya no se les reconoce. 

Como ha señalado nuestro presidente Nacional, el anticomunismo no ha hecho mella ni está en la  médula del militante demócrata cristiano. De hecho, ese debate de las élites políticas no afecta para  nada el trabajo que en la base social nuestros dirigentes y militantes desarrollan, desde hace  décadas, con los partidos de la centro izquierda, como lo evidencian las muchas comunas en que, a  lo largo del territorio nacional, este trabajo unitario con respeto a la diversidad permite avances y  bienestar para su gente. 

En el contexto nacional e internacional, como lo demuestran todos los analistas más serios de  diferentes corrientes de pensamiento, el peligro para la convivencia democrática lo genera el  crecimiento de una derecha extrema regresiva en derechos sociales y autoritaria en lo político. La  Democracia Cristiana no puede, por errores o por “prescindencia” que algunos quisieron  penosamente instalar, contribuir a que esa derecha – que hoy día lidera a las derechas -alcance el  gobierno en Chile. Los ejemplos están a la vista en los gobiernos de Trump, Milei y Orbán que Kast  admira y visita. 

Nuestro domicilio político, ratificado por la Junta Nacional es la centro izquierda, y nuestro aporte  central a esta nueva coalición política que encabeza Jeannette Jara Román, que nadie tenga dudas,  serán las propuestas centrales del humanismo cristiano que den respuesta a las  necesidades presentes y futuras más apremiantes de nuestros ciudadanos: : la dignidad  de la persona humana y sus derechos, un salario mínimo digno, la eliminación de las  listas de espera en salud, políticas de seguridad que permitan detener el avance del 

crimen organizado , promoción de la vida comunitaria, el desarrollo regional, las nuevas  oportunidades para los jóvenes con una nueva educación, el apoyo prioritario a las  microempresas en el contexto de un desarrollo sostenible y el perfeccionamiento  continuo de nuestra convivencia democrática. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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