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TVN: motor para la industria creativa en Chile Opinión Archivo

TVN: motor para la industria creativa en Chile

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Rodrigo Ramírez Pino
Por : Rodrigo Ramírez Pino PhD, Exsubsecretario de Telecomunicaciones, creador de SITIA e Investigador FLACSO Chile.
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Ha llegado la hora de una nueva Televisión Nacional, una que agregue inteligencia y conocimiento a la industria creativa, que sea motor tecnológico, de innovación, de identidad y de cohesión nacional.


La televisión pública chilena se encuentra en una encrucijada. O se limita a sobrevivir bajo los modelos del pasado o asume con audacia su rol estratégico como gran empresa pública de servicios digitales y motor de la industria creativa en Chile y Latinoamérica. El diagnóstico es claro: llegó la hora de que Televisión Nacional de Chile (TVN) deje de pensarse solo como un canal de señal abierta y se reinvente como un consorcio de medios públicos, activo y dinámico en el ecosistema digital, multiplataforma y al servicio del interés general.

En tiempos de digitalización acelerada, de dominio de plataformas globales como Meta, Google o TikTok y de un ecosistema mediático marcado por la desinformación, los medios públicos no han perdido sentido, son más necesarios que nunca. TVN debe ser garante de información veraz, plural y contextualizada en todos los ambientes; un espacio donde el bien común prevalezca por sobre la lógica del clickbait, la presión comercial o la captura partidista.

Lo primero, y un aspecto ineludible en esta discusión, es el déficit financiero estructural que arrastra TVN. No basta con redefinir su misión y su rol estratégico; se requiere una estrategia integral de reestructuración financiera que permita revertir esta situación y garantizar sostenibilidad en el largo plazo.

Esto implica una capitalización inteligente vinculada a objetivos de modernización tecnológica, alianzas con actores internacionales, regionales y privados en proyectos de infraestructura digital compartida, diversificación de fuentes de ingresos mediante modelos convergentes y una gestión más eficiente de costos operativos. Solo así se podrá asegurar que la transformación de TVN no sea una declaración de intenciones, sino una realidad viable, capaz de equilibrar misión pública con sostenibilidad económica.

En esta línea, resulta clave el debate legislativo en curso sobre el proyecto de ley que crea un fondo público-privado patrimonial o endowment destinado a apoyar la reestructuración de TVN mediante la capacidad de invetir en valores y bienes. Esta iniciativa busca combinar recursos estatales con aportes de privados bajo criterios de transparencia y control democrático, con el objetivo de asegurar estabilidad financiera y al mismo tiempo incentivar la innovación en contenidos, tecnologías y modelos de negocio.

Un fondo de estas características permitiría blindar la misión pública de TVN frente a la volatilidad del mercado y, a la vez, abrir espacios de colaboración virtuosa con la industria audiovisual y creativa nacional, generando un ecosistema donde el interés público y la sostenibilidad económica no sean contradictorios, sino complementarios.

Así, su misión pública va mucho más allá de la información. La nueva TVN debe representar la pluralidad de Chile, visibilizando a las regiones aisladas, a los pueblos originarios, a la infancia y la tercera edad, a las personas con discapacidad y a los grupos históricamente invisibilizados. Una televisión de todos y para todos, que refleje la diversidad territorial, social y cultural del país, y que construya una narrativa nacional inclusiva y cohesionadora.

El desafío es también garantizar acceso universal a contenidos de calidad en un país donde, fraccionados, aún persisten barreras y brechas de conectividad y alfabetización digital. TVN tiene la tarea de ofrecer programación cultural, educativa y de alto valor social que llegue a todos los hogares sin importar condición económica o ubicación geográfica. Programas como “Cuentos Chilenos” son ejemplos del camino que debe retomarse y profundizarse.

Asimismo, la televisión pública debe contribuir a una ciudadanía crítica y participativa, con debates informados, cobertura electoral responsable y alfabetización mediática. Y debe equilibrar los déficits del mercado audiovisual, produciendo aquello que la rentabilidad privada excluye: periodismo investigativo, ciencia, cultura y contenidos infantiles de calidad.

Ahora bien, el valor agregado de TVN en la era digital está en convertirse en un motor de la economía naranja. La propia ley de TVN ya le entrega las atribuciones para expandirse como empresa nacional de telecomunicaciones, desde ser un proveedor y operador de infraestructura crítica, proveedor de internet de bajo costo, gestor de infraestructura de datos y de ciberseguridad, servicios satelitales e IoT.

TVN puede ser, y debe ser, un actor clave en el desarrollo de los servicios digitales y tecnológicos nacionales que en el año 2024 alcanzaron los dos billones de dólares, un hecho no menor, ya que superaron las tradicionales exportaciones de la industria del vino.

TVN debe ser capaz de asociarse desde los grandes players internacionales hasta con los canales regionales para crear verdaderos ecosistemas informativos y creativos de proximidad y de alcance global. En nuestras regiones hay talento, ocurren hechos, existen audiencias y hay medios de interés públicos que pueden concurrir en alianzas informativas y de contenidos para generar verdaderos polos creativos. Todo ello sin desvirtuar su esencia de canal público, porque ser un consorcio de medios no contradice su misión, sino que la fortalece.

El consumo audiovisual en Chile está en plena transformación. Más del 85% del tráfico de datos corresponde a video, en plataformas como YouTube o Netflix. El público ya no es una masa homogénea, son nichos múltiples que deciden qué ver, cuándo y dónde. TVN debe integrarse a esta dieta audiovisual, con contenidos transmedia, smart, multidispositivo, lineales y no lineales. El futuro de la televisión pública no es competir con las OTT, sino convivir con ellas, agregando valor y diferenciación.

Para lograrlo, TVN necesita músculo organizacional y visión de futuro. Debe explorar modelos de negocio freemium, OTT públicas, contenidos premium, evaluar escenarios de monetización híbrida publicitaria y por suscripción. Debe apoyarse en inteligencia artificial, Big Data y Thick Data para entender audiencias y generar contenidos relevantes. Y debe adaptarse a nuevas metodologías de medición híbrida lineal/digital que capturen el verdadero consumo audiovisual de los chilenos.

El mundo del avisaje, rezagado en esta conversación, también debe comprender que el valor de la televisión pública está en su capilaridad y en su capacidad de corregir desigualdades históricas. La televisión ha sido varias veces declarada muerta, pero siempre renace, se reinventa. Y en Chile, TVN es el pilar que garantiza cobertura nacional, cohesión social y soberanía comunicacional, particularmente en regiones extremas y fronterizas.

El progresismo no puede abandonar a TVN. Su misión pública es irreemplazable para la vida democrática de Chile. Ha llegado la hora de una nueva Televisión Nacional, una que agregue inteligencia y conocimiento a la industria creativa, que sea motor tecnológico, de innovación, de identidad y de cohesión nacional. En esa encrucijada estamos, y de esa decisión dependerá no solo el futuro de un canal, sino el de nuestra soberanía cultural y digital.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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