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Salud mental en Chile: un problema que requiere soluciones urgentes Opinión Archivo

Salud mental en Chile: un problema que requiere soluciones urgentes

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Marcial Huneeus
Por : Marcial Huneeus Director de Innovación e Incidencia Fundación Patio Vivo.
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Los espacios naturales, incluso los más pequeños, ayudan a enfrentar el aislamiento, el estrés y la ansiedad que afectan a tantas personas. En un mundo dominado por la inmediatez, la naturaleza nos recuerda que el bienestar también se construye con calma, conexión y sentido.


Hace unos días el Gobierno lanzó la primera campaña comunicacional dedicada exclusivamente a la salud mental. Bajo el lema “Estigmatizar cierra puertas. Abramos la conversación a la salud mental”, la iniciativa busca romper con décadas de silencio en torno a un tema que atraviesa hogares, escuelas y lugares de trabajo. Es un paso valiente: dejamos atrás la idea de que es un asunto individual, cuando en realidad es social, ambiental y transversal a todos los sectores.

En paralelo, ingresó al Congreso el Proyecto de Ley Integral de Salud Mental, que propone un enfoque intersectorial y de largo plazo. No se trata solo de atención, sino también de promoción, prevención y protección del bienestar en todos los espacios donde vivimos. Según la Encuesta Nacional de Salud (2021), uno de cada cinco chilenos presenta síntomas asociados a problemas de salud mental. Una de cada tres niñas y adolescentes muestra síntomas depresivos y Chile lidera la OCDE con la tasa más alta de depresión.

A esto se suma un estudio de Ipsos, en el cual dos de cada tres personas en Chile afirman que la salud mental es su principal problema sanitario. Más allá de las cifras, se trata de un malestar colectivo que exige nuevas respuestas.

Desde Fundación Patio Vivo hemos visto que los entornos donde aprendemos y convivimos influyen directamente en nuestro bienestar. Los patios educativos, jardines y huertos escolares que diseñamos son soluciones basadas en la naturaleza: espacios donde florecen la curiosidad, la colaboración y el sentido de comunidad. En medio de la crisis, un patio con plantas, árboles, polinizadores y huertos puede convertirse en una herramienta concreta de prevención y contención. Aprender a cuidar la naturaleza es también aprender a cuidar de otros y de uno mismo.

Hace unas semanas visité The Serge Hill Project for Gardening, Creativity, and Health, en Inglaterra, liderado por Sue y Tom Stuart-Smith. Allí, la evidencia científica muestra cómo el contacto con la naturaleza restaura mente y cuerpo. A través de la jardinería, acompañan a personas con diagnósticos de salud mental y trabajan de forma preventiva con escuelas. Sue Stuart-Smith, autora de La mente bien ajardinada, ilustra los beneficios de la horticultura en la salud mental.

Su proyecto sintetiza ciencia, arte y ecología. En sus jardines conviven especies diversas, flores, hortalizas y polinizadores; los colores y aromas crean un entorno sensorial que invita a la calma y la atención plena. Mientras investigan estrategias de adaptación al cambio climático, demuestran algo esencial: cuidar la tierra y cuidar la mente son gestos del mismo orden, que conectan con los ritmos de la naturaleza y los ciclos de la vida.

En Chile, podemos avanzar en esa dirección. Más que abordar la salud mental desde el déficit o el diagnóstico, podemos entenderla como un proceso que requiere tiempo y cuidado, capacidades que se cultivan colectivamente en escuelas, barrios y jardines. Los espacios naturales, incluso los más pequeños, ayudan a enfrentar el aislamiento, el estrés y la ansiedad que afectan a tantas personas. En un mundo dominado por la inmediatez, la naturaleza nos recuerda que el bienestar también se construye con calma, conexión y sentido.

“Abrir la conversación”, como propone la campaña, significa ampliar la mirada: reconocer que el bienestar no depende solo del sistema de salud, sino también del entorno que habitamos y de cómo nos vinculamos. En cada planta que crece, en cada niño que aprende al aire libre, hay una oportunidad para prevenir y sanar juntos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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