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Ni en los programas de gobierno ni en el GES: el VIH queda nuevamente relegado Opinión

Ni en los programas de gobierno ni en el GES: el VIH queda nuevamente relegado

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El VIH no desaparece porque no se mencione. Y mientras la política mira hacia otro lado, miles de personas siguen esperando.


En un momento en que el país se prepara para elegir a su próximo Gobierno, sorprende y preocupa la casi total ausencia del VIH en la agenda sanitaria de las actuales autoridades y de quienes aspiran a llegar a La Moneda. Las cifras disponibles son elocuentes: cerca de 25 mil personas que conocen su diagnóstico hoy no estarían vinculadas al tratamiento antirretroviral, pese a que es gratuito en el sistema público. Una situación que, lejos de ser excepcional, se ha mantenido sin respuestas claras ni soluciones estructurales.

Este silencio político no solo invisibiliza una problemática vigente, sino que también profundiza las brechas ya conocidas entre los subsistemas de salud. La inequidad en el acceso y continuidad del tratamiento es particularmente evidente entre los beneficiarios de Fonasa, en comparación con los de Isapre, aun cuando la ley garantiza el mismo derecho para todos. Para miles de pacientes, esta realidad se traduce en interrupciones terapéuticas, menor seguimiento clínico y peores resultados en salud.

Se ha instalado la falsa sensación de que el VIH es un tema superado, cuando los datos muestran lo contrario: Chile registra un aumento sostenido de nuevos casos en jóvenes y una preocupante pérdida de continuidad terapéutica. Ignorar esto es retroceder más de una década en los avances alcanzados.

Los desafíos están identificados: fortalecer la prevención combinada, modernizar los modelos de atención, asegurar continuidad y oportunidad en el acceso a terapias, y mejorar los mecanismos de seguimiento y vigilancia. Lo que falta –y es urgente– es voluntad política.

El próximo Gobierno tiene la oportunidad y debe asumir la responsabilidad de corregir este rumbo. Incluir medidas concretas en los primeros 100 días no es solo un gesto programático, sino una necesidad para proteger la salud pública y reducir inequidades.

El VIH no desaparece porque no se mencione. Y mientras la política mira hacia otro lado, miles de personas siguen esperando.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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