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Comunicación tóxica en las elecciones 2025: desafíos para la integridad democrática Opinión Archivo

Comunicación tóxica en las elecciones 2025: desafíos para la integridad democrática

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Valentina Salas Ramos
Por : Valentina Salas Ramos Coordinadora de Gobernanza y Territorio, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Chile
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Los datos sobre Chile evidencian la necesidad de fortalecer las capacidades institucionales para enfrentar estas amenazas, promover un debate público de calidad y respetar a quienes participan en la vida democrática.


El pasado 16 de noviembre, más de 13 millones de personas concurrieron a sufragar para elegir a un nuevo Presidente o Presidenta de la República y para renovar la Cámara de Diputados y la mitad del Senado. Esta elección, que marcó el comienzo del fin de un calendario electoral inédito y el regreso del voto obligatorio en elecciones presidenciales, no estuvo exenta de comunicación tóxica y contaminación informativa.

Nuevos datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Chile, recolectados los días 15, 16 y 17 de noviembre, entregan varias señales de alerta sobre la calidad del debate público y el tono de la deliberación digital en un momento clave para el país.

En primer lugar, se observa un elevado nivel de agresividad en la conversación digital. El 43% de la comunicación tóxica tuvo como blanco directo a las candidaturas, particularmente a las presidenciales. Estos ataques, caracterizados por insultos, lenguaje peyorativo e incluso amenazas, limitan el espacio para el debate de ideas y propuestas. También se registraron mensajes tóxicos dirigidos al Poder Ejecutivo, a partidos políticos e, incluso, al organismo electoral, el cual emerge como foco de cuestionamientos.

A ello se suma que más de la mitad de las publicaciones analizadas (54%) proviene de cuentas no identificadas, lo que dificulta la trazabilidad y plantea un desafío para una respuesta institucional adecuada.

Por otro lado, la afiliación u orientación política sigue siendo el principal motor de la violencia digital: el 54% de los ataques se originan por estas razones, con insultos y agresiones que buscan excluir al otro del debate público, impidiendo que primen las ideas y propuestas sobre el futuro del país.

Por último, las mujeres fueron el principal objetivo de la violencia digital (58%), con agresiones caracterizadas por ofensas basadas en el uso de estereotipos y en la apariencia física, así como también en insinuaciones de incompetencia. Estos ataques desincentivan su participación en la esfera pública, en un contexto en que las mujeres ya deben sortear varios obstáculos en el camino a la representación política. Recordamos que para la elección presidencial el porcentaje de mujeres candidatas fue de 25%, y tanto para la elección de diputadas como para el Senado fue de un 44%.

Estos resultados, lejos de ser un fenómeno aislado, se inscriben en una tendencia global que afecta a las democracias contemporáneas: la creciente hostilidad en los entornos digitales, la difusión de narrativas polarizantes y el uso de la comunicación tóxica que afecta de forma especial a mujeres.

Los datos sobre Chile evidencian la necesidad de fortalecer las capacidades institucionales para enfrentar estas amenazas, promover un debate público de calidad y respetar a quienes participan en la vida democrática. Esto constituye una responsabilidad compartida y esencial para la integridad de los procesos electorales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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