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En varias ocasiones, la mujer miró de frente a los ojos a Garay, quien se habría quedado con 76 millones de pesos que él prometió invertir en calidad de asesor financiero. Dinero que de la Fuente tenía guardado en el banco desde los 15 años.
El periodista Iván Núñez y su esposa, Marlén de la Fuente, declararon este martes en calidad de testigos en el Segundo Tribunal Oral de Santiago, en el marco del juicio oral por las acusaciones de estafa contra Rafael Garay.
En sus declaraciones, ambos coincidieron en que se sintieron estafados no solo económicamente, sino, incluso, emocionalmente, sobre todo considerando la relación de amistad que los unía con el ingeniero comercial, consignó Biobío.
«Lo conocí en 2013 a través de mi marido. Llegó a mi casa a practicar kudo (…). Garay era conocido como panelista en medios de comunicación. Era académico, mediático, político… a parte del deporte, lo conocí como una persona honesta, caballero, honrado», contó de la Fuente en su relato.
En varias ocasiones, la mujer miró de frente a los ojos a Garay, quien se habría quedado con 76 millones de pesos que él prometió invertir en calidad de asesor financiero. Dinero que de la Fuente tenía guardado en el banco desde los 15 años.
“Él supo que yo tenía ese dinero porque lo conversamos una vez. Me ofreció que invirtiera para recuperarlo en dolares y en oro”, detalló respecto al hecho ocurrido en 2015. Garay le aseguró a la pareja que las ganancias llegarían a un 18 por ciento, por lo que, de haberse cumplido lo acordado, el profesional debía entregarles 98 millones de pesos.
Iván Núñez por su parte, dijo que conoció a Garay en Radio Futuro y se acercó a conversarle. En una conversación, le comentó que tenía un fondo de inversiones. “Yo no le pedí nada, él me ofreció invertir en oro y dólares”, contó Núñez.
“Garay hace un traje a la medida para cada una de las víctimas. Conmigo nunca fumaba, no tomaba. Proyectaba una vida solo, pobre, con mala suerte”, argumentó.
La esposa de Núñez también sostuvo que Garay vulneró su hogar y traicionó su confianza. “Nunca le encontré olor a alcohol, ni ojos rojos o mareado. Nada me hizo pensar que este señor tenía una doble vida”, sentenció.
