
Cristóbal Rovira: “Cuando ambas derechas colaboran termina imponiéndose la ultraderecha”
Un estudio liderado por el académico de Instituto de Ciencia Política de la UC señala que “es preciso examinar en detalle si en Chile la derecha convencional mantendrá un camino propio que la diferencie de la ultraderecha” que implica levantar una agenda apegada al deseo de sus bases de apoyo.
A cinco meses de las elecciones presidenciales, la carrera hacia La Moneda se ha vuelto cada vez más competitiva para los candidatos de las derechas que van directo a la primera vuelta del próximo 16 de noviembre. Si bien Evelyn Matthei (Chile Vamos) había permanecido en el primer lugar de las preferencias, los últimos sondeos han confirmado la tendencia al alza del abanderado del Partido Republicano, José Antonio Kast, quien incluso superó por un punto a la exalcaldesa de Providencia, según reportó la encuesta Cadem.
Este escenario electoral ha obligado a la militante de la UDI a hacer ajustes en su equipo de campaña y mantener un tono confrontacional contra el Gobierno, mientras Kast ha optado por un despliegue comunicacional mesurado, con poca reacción a la contingencia y apegándose a la hoja de ruta planificada para la candidatura.
En ese contexto, si bien ambos candidatos tienen similitudes en los énfasis programáticos –como la inmigración irregular, el control de la delincuencia y el crecimiento económico–, lo cierto es que tanto sus formas como sus bases de apoyo electoral presentan diferencias importantes.
Así lo demuestra un grupo de académicos, liderado por el profesor Cristóbal Rovira, del Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica, que dio a conocer el estudio “De lo convencional a lo extremo: perfilando las bases de apoyo de la derecha chilena”.
La investigación permite hacer una distinción entre cuáles son las características demográficas, qué temas apoyan o rechazan, y en qué escenario enfrentarán el año electoral los votantes de derecha tradicional y ultraderecha en Chile.
A través de una muestra de 1.488 personas a lo largo del país, los grupos de discusión abordaron diferentes materias, desde aspectos electorales, valóricos, económicos y también vinculados a temas de la agenda pública, como migración y seguridad.
“Existe un creciente conflicto al interior del espacio político de derecha, marcado por la tensión entre la derecha convencional y la ultraderecha. Al ser este un año electoral, la disputa entre estas distintas derechas es evidente, si bien aún está por verse cuál terminará siendo el peso real de cada una de ellas tanto a nivel presidencial como parlamentario”, señaló Rovira, respecto de la motivación del estudio.
Principales hallazgos
En términos generales, la investigación evidenció que las personas que se identifican con la derecha convencional adhieren a discursos pragmáticos frente a problemas del país.
“Aunque respaldan posturas de derecha en economía y seguridad ciudadana, no están dispuestos a retroceder en avances en materia de género u otros temas culturales. Quienes apoyan a la derecha convencional enfatizan la relevancia de contar con experiencia política y lograr acuerdos transversales, pero no desarrollan una adhesión emocional hacia los liderazgos existentes en el sector”, explicó Cristóbal Rovira.
Por otra parte, el académico también describió que los votantes de ultraderecha tienen “un rechazo por posturas más blandas y flexibles, revelándose una visión notoriamente autoritaria de la sociedad y una preferencia por una fuerza política radical, firme, con un liderazgo fuerte e intransigente. Los adherentes de la ultraderecha reconocen un riesgo en ello que puede significar la pérdida de votos y partidarios, pero, aun así, existe un consenso acerca de que es preferible ser coherentes ideológicamente y mantener un nicho limitado, antes que ceder e implementar políticas populistas. Incluso, algunas personas aseguran que en ello recae la principal diferencia entre ambas derechas”.
El trabajo también mostró que, en términos de género, hay diferencias importantes en cuanto a preferencias por candidatos y candidatas: Evelyn Matthei cuenta con un respaldo mayoritario de mujeres (61,7%), mientras que José Antonio Kast concentra su apoyo entre los hombres (55,6%). También se muestra que el voto hacia Kast es más fuerte en el segmento que tiene entre 18 y 24 años, mientras que el voto hacia Matthei es mayor en el segmento que tiene entre 55 y 64 años.
En materia de género, la investigación concluyó que el 49% de los adherentes de ultraderecha está en desacuerdo con permitir el aborto en cualquier circunstancia, mientras que en los de derecha tradicional la proporción es de un 30,8% en desacuerdo.
Respecto al debate sobre inmigración, el estudio también mostró cuánto apoyo hay a la afirmación de que la inmigración aumenta la delincuencia. El resultado arrojó que un 78,5% de los adherentes de ultraderecha está de acuerdo con dicha afirmación. En cuanto a votantes de derecha tradicional, ese respaldo se tradujo en un 78,5% también.
“Cuando ambas derechas colaboran, la ultraderecha se termina imponiendo”
El reporte evidencia que, al igual que en otros países del mundo, en Chile existe una creciente fragmentación del espacio político de derecha, donde si bien los grupos comparten determinados principios, se diferencian marcadamente en su relación con el sistema democrático.
“La pregunta central es cómo estas dos derechas se relacionan entre sí. Estudios académicos indican que el establecimiento de una alianza entre ambas es no solo perjudicial para la democracia, sino también para la derecha convencional, en particular. Cuando ambas derechas colaboran, la ultraderecha se termina imponiendo sobre la derecha convencional y, por lo tanto, desaparecen actores capaces de defender ideas de derecha dentro del marco de la democracia. Basta contemplar la situación de los Estados Unidos, donde el Partido Republicano ha sido colonizado por Donald Trump y sus posturas, que atentan seriamente contra pilares fundamentales de la democracia liberal”, señala la investigación.
En esa línea, sería “preciso examinar en detalle si en Chile la derecha convencional mantendrá un camino propio que la diferencie de la ultraderecha, lo cual necesariamente implica levantar una agenda programática apegada al deseo de sus bases de apoyo electoral de contar con cuerpos políticos con experiencia, capaces de lograr amplios acuerdos y que no apuesten por retroceder en temas como la igualdad género y la agenda social”.
Asimismo, el trabajo “demuestra que quienes se muestran a favor de la derecha convencional son votantes moderados y pragmáticos, quienes no se oponen emocionalmente hacia la izquierda, sino que le reprochan su falta de capacidad para satisfacer demandas ciudadanas en torno a la economía y la seguridad ciudadana. Muy por el contrario, los votantes de la ultraderecha critican al mundo tanto de centroizquierda como de derecha convencional no solo por sus posturas programáticas, sino también, y sobre todo, porque son vistos como enemigos, con una agenda que atenta contra el bienestar de la familia y el país”.
Respecto al escenario electoral, Rovira enfatizó la presentación del estudio acerca de que “tanto los votantes de ultraderecha como de derecha convencional mencionaban que, si hay algo que le falta a la derecha, son líderes que los logren representar. Y, de hecho, muchas veces de manera irónica lo que nos decían era que lo que falta es un Boric, alguien que logre aglutinar a quienes son nuestros distintos liderazgos de derecha”.
“Volviendo a los errores y temores que yo veo, imaginémonos el escenario de que pasa la candidata de la derecha convencional a segunda vuelta, ¿va a recibir a los otros sin ningún problema? O pongámonos en el escenario de que pasa el candidato de la ultraderecha, ¿va a plegarse en masa Chile Vamos diciendo ‘sí, este es nuestro candidato’? Yo creo que esa pregunta es muy de fondo y que hasta el día de hoy no ha sido bien tematizada en el caso de Chile”, advirtió Rovira.