PAÍS
Mazazo electoral obliga al progresismo a duro tránsito por el desierto
Líderes del sector anticiparon la necesidad de reflexionar sobre la pérdida de representación que afecta al progresismo desde la derrota constitucional de 2022. Por lo mismo, la pregunta que se tomará los debates al interior de cada colectividad será qué pasará con el futuro de la coalición.
La contundente derrota de Jeannette Jara en la segunda vuelta presidencial con el 41,8% de los votos –16 puntos por debajo de José Antonio Kast– marca el primer hito de un largo camino que deberán recorrer los partidos del progresismo, en lo que será un nuevo ciclo político desde su rol como oposición.
Durante la campaña de la primera vuelta, líderes del sector anticiparon la necesidad de reflexionar en torno a la pérdida de representación que ha afectado al actual oficialismo desde la derrota del plebiscito constitucional en 2022. Por lo mismo, la pregunta que se tomará los debates al interior de los comités centrales de cada colectividad será qué pasará con el futuro de la coalición que se puso a disposición de la candidatura de Jara.
“Es en la derrota donde más se aprende. (…) Nos va a tocar ahora ser oposición y el camino de la unidad es el único camino que vale la pena, construimos una alianza amplia e histórica, tenemos una fuerza política social y cultural que debemos cuidar, consolidar y hacer crecer”, declaró la abanderada oficialista en el discurso donde asumió su derrota.
Pero lo cierto es que la unidad no está garantizada y así lo han señalado dirigentes progresistas consultados por la posibilidad de sobrevivencia de la coalición integrada por la Democracia Cristiana, Socialismo Democrático, Frente Amplio, Partido Comunista, Acción Humanista y Federación Regionalista Verde Social.
“Tenemos que hacer un diálogo crítico dentro de nuestro partido”, dijo la noche del domingo la presidenta del PS, Paulina Vodanovic. Quien también extendió la necesidad de ser críticos respecto al desempeño del Gobierno y el rol de los socialistas al interior del mismo.
“Habrá que ver quiénes están disponibles para la unidad y bajo qué términos”, agregó, reconociendo además que la alianza oficialista se formó “en condiciones totalmente anómalas”, donde hubo dos coaliciones que finalmente terminaron trabajando juntas, pero sin una orgánica.
“Evidentemente, si uno quiere hacer algo más y mejor, tiene que avanzar a una coalición que tenga nombre, estructura, pero sobre todo que tenga un proyecto político conjunto. Ese es el gran desafío que tenemos, por eso la invitación como PS es a reunirnos y ver cuán amplia puede ser, y cuántos de los nueve partidos van a estar disponibles para enfrentar esta tarea en conjunto”, indicó la senadora en “Tolerancia Cero”.
Por su parte, el timonel de la falange, Francisco Huenchumilla, ha sido mucho más categórico respecto a las proyecciones del sector. “Nosotros tenemos una coalición de nueve partidos en función de la candidatura de Jeannette Jara. Si nos fuera mal, se termina la coalición, simplemente se termina la coalición”, dijo el senador en entrevista con El Mercurio a fines de noviembre.
Sin embargo, posteriormente el presidente de la DC ha moderado su postura. En una reciente declaración, publicada en su cuenta de X, afirmó que desde la bancada de ocho diputados y tres senadores en el Parlamento trabajarán en esta nueva realidad política, “coordinados con la centroizquierda”.
“En el curso de las próximas semanas, el partido, por medio de sus organismos competentes, tomará las decisiones políticas, estratégicas y tácticas que correspondan”, anunció Huenchumilla.
El debate confluirá en decisiones estratégicas respecto a la sobrevivencia del Socialismo Democrático y su relación con el eje FA-PC, colectividades que desarrollarán su propia reflexión en instancias partidarias programadas para los próximos días.
“La derrota de la centroizquierda obliga a una autocrítica profunda de por qué sus partidos han perdido tracción y apoyo en los sectores medios y clases populares del país. Tanto el triunfo del Apruebo en 2020, la mayoría circunstancial de la Convención Constitucional en 2021 y la victoria presidencial de Gabriel Boric ese mismo año, dieron la impresión de que la sociedad chilena respaldaba al conjunto de la centroizquierda. Dichas fuerzas no reconocieron que estas victorias electorales eran parciales, en tanto participaron en cada una de ellas cerca de la mitad del padrón electoral. El retorno del voto obligatorio y la ampliación del padrón electoral han mostrado que las mayorías sociales, en tiempos de incertidumbre, pueden inclinarse fácilmente hacia posiciones conservadores y autoritarias”, dijo el analista y sociólogo Andrés Cabrera, en conversación con El Mostrador.
La pasada de cuentas al Frente Amplio
Lo cierto es que, más allá del respaldo de los partidos a la candidatura del Jara, el despliegue de la campaña presidencial expuso diferencias claves al interior del progresismo. Una de ellas, fue la evaluación del Gobierno del Presidente Boric y la apuesta del comando por distanciarse del Ejecutivo y ser críticos a la gestión del Mandatario.
La estrategia generó incomodidad al interior del Frente Amplio, a lo que se sumó la molestia por no cumplir un rol protagónico en las decisiones estratégicas de campaña. Si bien desde el partido del Presidente evitaron hacer críticas públicas, se espera que sea parte de la evaluación que realizarán en el próximo comité central programado para la próxima semana.
Por otro lado, desde el PPD y el PS han insistido en que el desempeño de la administración de Boric fue determinante en la carrera presidencial. Dirigentes del sector afirman que el exceso de protagonismo del Jefe de Estado, los errores de los últimos cuatro años y la incapacidad de mostrar resultados afectó a la candidatura oficialista.
“El resultado de esta elección presidencial no admite lecturas complacientes ni excusas de manual. Es una señal inequívoca del profundo desgaste del Gobierno del Presidente Gabriel Boric y de una forma de gobernar que terminó por desconectarse de las prioridades reales de la ciudadanía”, sentenció el senador PPD Pedro Araya.
A lo anterior agregó que “la ciudadanía castigó la improvisación, la ausencia de conducción estratégica y una agenda que, durante demasiado tiempo, pareció más preocupada de debates identitarios y gestos simbólicos que de las urgencias concretas del país: seguridad pública, crecimiento económico y empleo. Cuando estas prioridades son relegadas, el costo político es inevitable”.
¿Boric o Jara? Oposición busca liderazgo tras triunfo de Kast
La victoria de José Antonio Kast no solo cerró la carrera presidencial: abrió de inmediato la disputa por el liderazgo de la oposición. Aunque en parte del oficialismo advierten que hablar de nombres ahora es “poner la carreta delante de los bueyes” y que antes debe definirse el futuro de la coalición, lo cierto es que, con el republicano instalado como Presidente electo tras una votación histórica, ya comenzó el reordenamiento frente a un debate que hasta hace pocas semanas parecía zanjado.
Y es que durante la campaña –dentro de las proyecciones en caso de derrota– se daba por descontado que ese rol recaería en el Presidente Gabriel Boric. Su fuerte involucramiento en la candidatura de Jeannette Jara, sus críticas a Kast y la idea de que esta elección funcionaba como un juicio a su Gobierno lo empujaban naturalmente a ese lugar. Además, pesaba un antecedente político: candidatos derrotados rara vez encabezan la oposición, como ocurrió con Alejandro Guillier y Eduardo Frei Ruiz-Tagle tras perder con Sebastián Piñera.
Pero el resultado del domingo cambió el cuadro.
Kast superó los 7 millones de votos y se convirtió en el Presidente más votado de la historia, una cifra que en el oficialismo explican por el voto obligatorio. En esa misma lógica, Jara alcanzó 5,2 millones de apoyos, transformándose en la segunda candidata más votada y superando incluso los 4,6 millones que obtuvo Boric en 2021, cuando el sufragio era voluntario.
Además, como señala el senador PPD Pedro Araya, hubo una derrota no solo electoral sino también cultural, y de una desconexión con las prioridades ciudadanas, como la seguridad y el crecimiento. El resultado de ayer, dice, “es una señal inequívoca del profundo desgaste del Gobierno del Presidente Gabriel Boric”.
Esto reposiciona a la exministra, aunque no se descarta que incluso pueda compartir el espacio con Boric. “En el progresismo no nos sobran líderes ni lideresas. Por lo tanto, el liderazgo que ella (Jara) pueda y quiera ejercer creo que va a tener un apoyo bastante transversal. Yo no puedo hablar ni por su partido ni por ella, pero creo que ejercerá un rol en la medida en que también quiera asumirlo”, dijo a CNN Chile la presidenta del PS, la senadora Paulina Vodanovic.
De todas formas, en La Moneda el diagnóstico ya estaba sobre la mesa. Desde antes de la derrota de Jara se asumía que Boric sería uno de los principales blancos de las críticas internas y que buena parte de la responsabilidad política recaería sobre él. Aun así, el Presidente ya tiene avanzado su diseño postmandato: una fundación propia, un relato de salida trabajado desde julio y una definición clara sobre su rol futuro.
Ese rol, sin embargo, no está escrito en piedra. Boric ha dejado claro que todo dependerá del tono que adopte Kast. Voces del oficialismo coinciden en que si el nuevo Gobierno arremete contra su administración, el Mandatario estaría dispuesto a volver a la primera línea y convertirse en uno de los principales voceros de la oposición. Si el clima es más convocante, podría optar por un perfil más bajo durante los primeros meses.
Hoy, con un 37% de respaldo según Cadem –incluso superior al que tuvo Michelle Bachelet al dejar su segundo mandato–, Boric sigue siendo un activo relevante. Pero Jara, con una votación histórica y sin el desgaste de haber gobernado, emerge como una figura difícil de ignorar.