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El Papa escucha personalmente a obispos que investigaron a los Legionarios de Cristo

El pontífice conoció los primeros resultados y las propuestas para el futuro de esta congregación, cuestionada por los abusos sexuales cometidos por su fundador, el mexicano Marcial Maciel.


La congregación de los Legionarios de Cristo, establecida en 18 países y compuesta por 800 sacerdotes y 2.600 seminaristas, a los que hay que sumar 70.000 laicos, está hoy bajo investigación y con su futuro comprometido por la doble vida y moral de su fundador, el mexicano Marcial Maciel.

En lugar de con el cardenal secretario Tarcisio Bertone, como estaba previsto, los cinco obispos que han inspeccionado a los Legionarios se reunieron este viernes con el propio Papa Benedicto XVI.

El Pontífice escuchó los primeros resultados de la investigación y propuestas para el futuro de esta congregación, que fue fundada en 1941 y llegó a ser una de las más importantes de la Iglesia durante el papado de Juan Pablo II, al que los Legionarios profesaron «una lealtad absoluta», según estudiosos consultados por la agencia de noticias EFE.

También se caracterizó la orden por descalificar a todos los que durante décadas denunciaron la conducta privada de Marcial Maciel (1920-2008), pero Benedicto XVI le castigó en 2006 por numerosos casos de abusos sexuales de seminaristas y le exigió que renunciara a todo ministerio publico y llevara una vida retirada.

El reconocimiento por parte de los Legionarios de que su líder no era el «santo» que ellos habían pretendido hacer creer a los fieles llegó más tarde. Solo el mes pasado admitieron los abusos, las relaciones de Maciel con mujeres y la existencia de varios presuntos hijos biológicos, así como «otros graves comportamientos».

Hasta entonces «la congregación operó ‘como un solo soldado’ para proteger a Maciel contra las acusaciones desprestigiando, difamando, acusando de mentirosos a todos los que denunciaban lo que Maciel había hecho con ellos» durante años, aseguró a Efe el ex sacerdote Alberto Athié, que ha apoyado a algunas de las presuntas víctimas de los abusos.

Para Athié, los miembros de la Legión «crearon la figura del santo Maciel en vida» y ahora ven comprometido su futuro al conocerse su doble vida.

Una de estas víctimas, el ex legionario mexicano José Barba, dijo a propósito de la visita apostólica realizada a la Legión, que hacía falta reparar los daños y el buen nombre de quienes denunciaron a Maciel.

«Creo que tiene que haber un ejercicio de justicia y que para eso, para que no sea sólo la opinión de las víctimas, que sea gente escogida de la sociedad que estudie los daños, los evalúa y diga ‘a estos hombres, a estos hijos de Maciel, se les debe esta reparación'», sostuvo Barba.

Por su parte, Athié recordó que la orden se sintió durante años «la más fiel, auténtica y católica» de la Iglesia, y sus miembros se consideraban a sí mismos los máximos «defensores de todos los principios doctrinarios» de la institución.

«Eran el bastión de este modelo de iglesia que estaba promoviendo Juan Pablo II, eclesial, muy jerárquico, muy piramidal», afirmó Athié.

Esta posición permitió que los Legionarios vivieran un apogeo que duró buena parte de los veintisiete años de Pontificado del Papa polaco, muy amigo de Maciel, especialmente en los años convulsos en que se desarrollaron corrientes críticas como la de Teología de la Liberación.

En Maciel ve Athié a «un hombre genial, con una capacidad emprendedora, de convencimiento, atracción» y «de lectura de las necesidades institucionales de la Iglesia y de los católicos más ricos» pero también otro perverso, plasmado en la doble vida que vivió, como ha reconocido ya la propia congregación.

Según el sociólogo mexicano Fernando González, autor de «Marcial Maciel. Los Legionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos» (Tusquets), el actual papa Benedicto XVI intentó en 2006 hacer del fundador «una especie de tumor perfectamente recortable» para «dejar incólume a la Legión de Cristo».

Sin embargo, en este esfuerzo fracasó por la aparición en los últimos años de denuncias de nuevos abusos, de presuntos hijos biológicos y de dos mujeres en la vida de Maciel.

González cree que la Iglesia católica tiene ante sí el enorme reto de determinar las redes de complicidad entre los Legionarios «con obispos y cardenales» a lo largo de décadas.

Para la mayoría de los expertos la posibilidad de una disolución de la orden religiosa es una opción remota para el Vaticano por los activos e intereses que mueve la Legión.

La Legión y el movimiento de laicos Regnum Christi han utilizado desde su fundación sus colegios y centros universitarios como medio para captar vocaciones, colaboradores y recursos económicos, y para irse introduciendo en los sectores más acomodados de la sociedad.

«El problema que Benedicto XVI enfrenta es que (la legión) es una enorme infraestructura de dinero. ¿Cómo descubres dónde está todo el dinero? Creo personalmente que nada como esto ha ocurrido en la historia moderna del catolicismo», aseguró a Efe el escritor estadounidense Jason Berry, coautor del libro «Votos de silencio. El abuso de poder durante el papado de Juan Pablo II» (Plaza y Janés 2004).

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