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FOMO y JOMO: qué son, cómo nos afectan y cómo reducir su impacto en la era digital Sociedad Crédito: El Mostrador

FOMO y JOMO: qué son, cómo nos afectan y cómo reducir su impacto en la era digital

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La ansiedad de perderse algo (FOMO) y la alegría de desconectarse (JOMO) se han convertido en dos conceptos clave para entender cómo las redes sociales moldean nuestras emociones y decisiones diarias.


En tiempos de hiperconexión, conceptos como el FOMO (Fear of Missing Out) y el JOMO (Joy of Missing Out) se han vuelto cada vez más comunes. El primero representa el miedo a quedar fuera de experiencias que otros están viviendo, el segundo propone un cambio de enfoque: disfrutar del presente sin culpa y con conciencia.

La psicóloga Carla Mendoza Núñez, coordinadora clínica del CEPA de la Universidad de Talca, aclaró que este es un concepto acuñado desde el marketing que “no es una patología de salud mental y se manifiesta como insatisfacción con la vida, ansiedad o una presión constante por estar conectados y disponibles”. Es una presión silenciosa que lleva a muchas personas a revisar de manera compulsiva sus redes sociales, a temer no estar actualizados y a compararse con vidas que solo vemos en fragmentos idealizados.

Por otro lado, el JOMO es una respuesta saludable al agotamiento digital, una invitación a desconectar y priorizar el bienestar emocional. En vez de sufrir por lo que no se vive, se aprende a disfrutar lo que se elige vivir.

Cómo reconocer el FOMO en la vida cotidiana

Aunque puede pasar desapercibido, el FOMO suele expresarse en señales concretas. Entre las más comunes están:

  • Ansiedad o irritabilidad al ver publicaciones de otros.

  • Revisión constante del celular por miedo a “perderse algo”.

  • Dificultad para concentrarse en el presente.

  • Problemas para dormir o descansar sin interrupciones digitales.

  • Sentimientos de insuficiencia o comparación social constante.

La psicóloga Carla Mendoza enfatiza que el FOMO se ha normalizado en una cultura que valora la visibilidad constante y la validación social. Y agrega que “detectar que estamos cayendo en el FOMO puede ser difícil, porque muchas señales se sienten como parte de la vida diaria. Pero hay síntomas emocionales, conductuales y físicos que pueden ayudar a identificarlo”.

De acuerdo con la iniciativa Digipadres de ESET Latinoamérica que busca acompañar a madres, padres y docentes en el cuidado de los niños en Internet,  el FOMO no es exclusivo de los adultos. Niños, niñas y adolescentes también experimentan este tipo de ansiedad, especialmente por el contenido idealizado que ven en redes como TikTok o Instagram.

Incluso en etapas tempranas, se ha documentado el llamado FOMO infantil, una forma de ansiedad asociada al miedo de perderse experiencias agradables a su alrededor, que puede desencadenar frustraciones, arrebatos o dificultades para dormir.

Crédito: El Mostrador

Estrategias para reducir el FOMO 

Desde ESET proponen acciones prácticas y simples para que padres y educadores puedan ayudar a los más jóvenes a manejar mejor el FOMO. Estas estrategias también son útiles para adultos:

1. Redes sociales positivas

Ayuda a los niños a identificar cuentas que generan malestar y a seguir perfiles que promuevan creatividad, empatía o diversión sana.

2. Desmitificar la perfección

Hablar sobre cómo las redes muestran solo lo “mejor” de cada vida, no su totalidad. Comparar momentos reales con los idealizados puede ser revelador.

3. Practicar gratitud

Fomentar el hábito de agradecer diariamente ayuda a los más pequeños (y grandes) a enfocarse en lo que tienen y no en lo que les falta.

4. Reforzar autoestima con actividades significativas

Fomentar pasatiempos, deportes o actividades artísticas en las que los niños puedan desarrollarse sin necesidad de aprobación digital.

5. Estimular la creatividad digital activa

En vez de consumir contenido pasivamente, impulsar a los menores a crear: editar un video, escribir un blog, hacer dibujos digitales.

6. Equilibrar pantallas con desconexión intencional

Organizar actividades sin pantallas en familia (paseos, juegos de mesa, cocina) y enseñar que el descanso también es una forma de cuidado.

JOMO: la alegría de perderse cosas

Frente al FOMO, el JOMO propone una desconexión intencional y sin culpa. No se trata de rechazar la tecnología, sino de usar las redes sociales con mayor conciencia y establecer límites saludables. Esta tendencia ha cobrado fuerza en contextos de fatiga digital, donde muchas personas han comenzado a valorar la tranquilidad, el tiempo a solas y el bienestar emocional por sobre la validación externa.

“Se trata de elegir con conciencia en qué participar y aceptar que no estar presente en todo también es bienestar”, resumió la psicóloga.

Algunas formas de practicar el JOMO incluyen silenciar cuentas que promueven la comparación negativa, salir a caminar sin música ni teléfono, disfrutar momentos de aburrimiento y descanso sin estímulos digitales y establecer horarios para revisar redes sociales.

¿Enemigos o complementarios?

Más que oponerlos, muchos especialistas proponen entender al FOMO y al JOMO como parte de un mismo ciclo emocional. En una era digital donde estar conectados es útil y necesario, también se debe promover el autocuidado digital.

El equilibrio no está en desaparecer del mundo digital, sino en aprender a habitarlo con criterio, intención y, sobre todo, con límites. Como recomienda el mentor educativo Luis Lubeck de Argentina Cibersegura, “superar el FOMO no se trata de evitar la tecnología por completo, sino de guiar a los más pequeños a que desarrolle resiliencia, confianza y una relación más sana y equilibrada con su mundo digital”.

Ya sea en adultos o niños, revisar los hábitos digitales es una forma concreta de cuidar la salud mental, la autoestima y el vínculo con los demás.

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