Opinión
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Celebración que duele: luces y ruidos durante Año Nuevo en niños con espectro autista
Para muchas familias, las fiestas de Año Nuevo se asocian a celebración, luces y fuegos artificiales, sin embargo, para otras familias este periodo se puede convertir en una experiencia abrumadora. En especial, para aquellas familias que tienen niños y niñas que presentan condición del espectro autista (CEA) o hipersensibilidad auditiva, quienes enfrentan un incremento significativo de estrés debido a los ruidos y luces intensos, inesperados y persistentes propios de la pirotecnia.
Desde una perspectiva educativa y de desarrollo, se reconoce que muchos niños y niñas con CEA presentan alteraciones en el procesamiento sensorial. Esto implica que estímulos como luces intermitentes, multitudes de personas, música fuerte o detonaciones repentinas pueden resultar dolorosos o generar reacciones de ansiedad, crisis conductuales, desregulación emocional o conductas de evitación. Los fuegos artificiales concentran varios de estos factores como la imprevisibilidad, alta intensidad sonora y ausencia de control sobre el estímulo.
Especialistas en educación inclusiva señalan que esta experiencia no solo impacta al niño o niña, sino también a sus familias y redes de apoyo, quienes deben reorganizar rutinas y anticipar escenarios para prevenir el malestar. La anticipación de cambios es clave, como explicar previamente qué ocurrirá, usar apoyos visuales o sistemas aumentativos y alternativos de comunicación (SAAC), planificar espacios de resguardo y establecer estrategias de autorregulación puede marcar una diferencia.
Asimismo, se subraya que la pirotecnia no es un “juego inofensivo” desde la perspectiva del bienestar socioemocional, el ruido puede desencadenar respuestas fisiológicas de miedo intenso, similares a una reacción de amenaza real. En algunos casos, los niños y niñas pueden presentar llanto inconsolable, taparse los oídos de forma persistente, huida de espacios abiertos o interrupción significativa del sueño.
Algunas recomendaciones que podemos entregar a las familias es el uso de audífonos con cancelación de ruido, orejeras de protección auditiva o audífonos con música suave o ruido blanco, estas ayudas técnicas ayudan a disminuir el impacto de explosiones y ruidos intensos, reducir ansiedad y crisis sensoriales y favorecer la autorregulación de los niños y niñas, sin embargo, la recomendación más relevante es el acompañamiento emocional como soporte que pueda entregar la familia.
Finalmente, el llamado desde el mundo académico y profesional es claro: las celebraciones no deben significar sufrimiento para otros. Cuidar el entorno sonoro, respetar las diferencias sensoriales y comprender que no todos viven las fiestas de la misma manera es un paso fundamental hacia una sociedad verdaderamente inclusiva.
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