Yo opino
¿Volver a casas de muñecas?: Maternidad y feminismo desafiados
En la europa victoriana de 1879, un hombre noruego llamado Henrik Ibsen escribe una obra magistral llamada “Casa de Muñecas”, donde Nora, una mujer burguesa y que parece felizmente casada, toma conciencia en el transcuros de la obra, de su falta de autonomía y profundo malestar. La obra termina con un diálogo icónico, cuando ella decide abandonar su hogar en búsqueda de su propia identidad. Va así:
Marido: ¿Así de fácil descuidarás tus deberes más sagrados?
Nora: ¿Cuáles consideras que son mis deberes más sagrados?
Marido: ¿Es necesario que te lo diga? Tu marido y tus hijos.
Nora: Tengo otros deberes igual de sagrados.
Marido: No tienes ninguno más. ¿Qué deberes podrían ser esos?
Nora: Deberes para conmigo misma.
Hace 150 años esta obra fue considerada subversiva, Nora se convirtió en símbolo del despertar de las mujeres y hoy es considerada una obra clásica pionera del feminismo en la literatura. En junio de este año, se celebró en Estados Unidos la Cumbre “Liderazgo de Mujeres Jóvenes” organizada por el grupo político Turning Point USA, bajo la consigna “menos estrés, más bebés”, “menos feminismo, más femeneidad”. Tres mil mujeres fueron desafiadas por el líder de este grupo político, Charlie Kirk, con la pregunta: “¿Cuantas de ustedes tienen como propósito diario encontrar un esposo? Y 150 años de lo que podría considerarse avances en la vida de las mujeres, parecen irse por la borda.
Como psicólogas perinatales, madres y feministas, que hemos dedicado nuestras vidas a mejorar las condiciones en que crecen niños y niñas que llegan a este mundo y a cuidar las condiciones en que se gestan estos vínculos al inicio de la vida, no nos puede dejar indiferentes cuando la subjetividad y el bienestar femenino se plantea como antagonista del bienestar y desarrollo de sus hijos e hijas. La maternidad y la reproducción humana debe ser entendida como una experiencia vivida desde la agencia femenina y el deseo. No podemos quedar indiferentes a los intentos de gestar una sociedad donde ser mujer y ser madre queden disociados, y lo que está pasando en Estados Unidos parece ser justamente una invitación a volver a nuestras antiguas casas de muñecas.
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