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La agonía de la televisión abierta: En la era de los contenidos, hay ciegos que no quieren ver

La agonía de la televisión abierta: En la era de los contenidos, hay ciegos que no quieren ver

A la luz de estudios y encuestas, queda claro que son los contenidos los que se imponen en las preferencias. Los ejecutivos de los canales, sin embargo, continúan aferrados a la tabla de la masividad. Hoy, las oportunidades se multiplican. Si un niño quiere ser celebridad, no necesita ser tocado por la vara de Disney y vivir en California. Evan, de 9 años, es un paradigma al percibir rentas de un millón de dólares anuales por la creación de tutoriales sobre video juegos que publica en Youtube . Otro ejemplo es Germán (Yo soy Germán), el fenómeno digital chileno que inició su carrera en Los Vilos y hoy gana más de 15 millones de pesos al mes, sin presiones de People Meter ni jefes abusivos atormentando a través de un sonopronter.


 

Son tiempos oscuros los que vive nuestra TV Abierta. Las audiencias envejecieron frente a la pantalla que los cautivó por más de medio siglo. Los dineros empresariales que sustentaban la industria asumieron que su público objetivo tomó nuevos rumbos: ahora se anida en los dispositivos móviles y no en torno a la “caja idiota”. Despreciando las distintas alternativas digitales que a diario ganan adeptos, ciegos y sordos a la flamante realidad tecnológica, los ejecutivos tradicionales continúan aferrados a la tabla de la masividad para defender la superioridad de los massmedia convencionales.

Sin embargo, tal razón suena cada vez menos convincente. Por primera vez, al trasluz de estudios y encuestas, queda de manifiesto que son los contenidos quienes se imponen en las preferencias. No en vano ya se habla de la Era de los Contenidos para rubricar la trascendencia de lo expresado en el posicionado soporte.

El mapamundi, cual piel de zapa se encogió. Las oportunidades se multiplicaron: si hoy un niño quiere ser celebridad, no necesita ser tocado por la vara de Disney y vivir en California. Evan, de 9 años, es un paradigma al percibir rentas de un millón de dólares anuales por la creación de tutoriales sobre video juegos que publica semanalmente en Youtube (EvanTubeHD). Otro magnífico ejemplo es Germán (Yo soy Germán), el fenómeno digital chileno que inició su carrera en Los Vilos, muy lejos de México y EEUU, donde acumuló una audiencia orgánica merced a la cual hoy gana más de 15 millones de pesos al mes. Todo logrado sin presiones de People Meter ni jefes abusivos atormentando a través de un sonopronter. Únicamente, subiendo videos a internet que logran emocionar a sus adherentes.

Es el nuevo orbe comunicacional. No en vano, este fin de semana, Movistar Arena reúne a los Youtubers más importantes de la Región en una cita llamada Club Media Fest; ocasión en que se espera que más 35 mil niños golpearán las puertas del recinto para estar cerca de sus estrellas de Internet. Por este privilegio los padres pagarán entre 40 y 140 mil pesos; nada mal para un país al que la oposición política ha declarado en crisis económica. Huelga señalar que, en tal contexto, las figuras estelares de la pantalla no existen. Realidad que, justamente, algunos cerebros televisivos no perciben. Hoy, más que nunca, los comunicadores son elegidos por las audiencias emergentes que son las que determinan “fidelidades”.

El público busca empatía e identidad, valores escasos en las programaciones de la TV chilena donde se continúa invirtiendo miles de dólares en la compra de formatos extranjeros que poco o nada nos representan; se creé que instalando un “rostro local” en cámara, lograrán el anhelado engagement con la audiencia. Eso ya no ocurre. Las alternativas nacionales de mayor trascendencia durante la última década son aquellas que han surgido de las cabezas de los creativos criollos: Festival de Viña, Mundos Opuestos, Vértigo, Primer Plano o En su propia trampa. Los contenidos están más vigentes que nunca. Basta darse una vuelta por el ciberespacio y corroborar este hecho. El punto es, ¿encontrará la televisión local la manera de amalgamarse a los tiempos que corren?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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