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Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor: Celebrar el Día de la lectura Opinión

Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor: Celebrar el Día de la lectura

Jorge Montealegre Iturra
Por : Jorge Montealegre Iturra Escritor, Investigador Universidad de Santiago
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Cuando los artistas e intelectuales pueden vivir de sus creaciones, pueden seguir creando y generando mayor actividad cultural, que enriquece a los pueblos desde muchas perspectivas. Celebremos, entonces la vida del libro, la pervivencia de las obras, procurando que funcione cada uno de los eslabones -desde la creación hasta la lectura- para que el acceso a la cultura esté en una dinámica inclusiva de democratización ininterrumpida.


Cada año se recuerda que un día 23 de abril de 1616, en distintos lugares de Europa fallecieron Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Se cumplen cuatrocientos años de un motivo de conmemoración –la muerte de los inolvidables- y no de celebración. No obstante, afortunadamente, la fecha ha derivado en el festejo del libro y la reivindicación del derecho de autor. Celebramos entonces la vida de las obras que perviven. Del libro que, luego de su creación, vive o revive en el momento en que alguien lo completa con su lectura.

La oportunidad de acceder al libro –digamos a la lectura en sus diversos soportes– es una invitación al crecimiento personal y colectivo mediante la satisfacción de diversos intereses; algunos pragmáticos (movilidad social, actualización de conocimientos útiles en el trabajo, comprensión de las instrucciones de las nuevas herramientas); también, el interés ciudadano por la democratización supone lecturas para poder tomar decisiones informadas (una ciudadanía lectora participará y aportará en mejores condiciones al proceso constituyente; un elector informado será una presa difícil de populismos y demagogias); el interés por la preservación de nuestra cultura local y originaria en un mundo globalizado y diverso también tiene en la lectura su cordón umbilical (del idioma, leyendas, mitos, historia, cultura popular); por último –y es lo primero- el interés por la calidad de vida y el acercamiento a la felicidad también es un factor al que contribuye la lectura (desde la lectura a los niños antes de dormir hasta la vivencia de mundos imaginarios, pasando por la palabra poética y el goce de las buenas escrituras). En fin, celebramos la vida cuando celebramos el libro y su escritura y su lectura.

Recordamos también que los autores y autoras tienen, tenemos, derechos. Recordarlo e instar a respetar los derechos de los escritores y escritoras es un asunto legal, es un tema ético, artístico, económico. Se trata de asuntos que atañen a la vida de los creadores, la pervivencia de las obras y la vitalidad de la industria cultural y los circuitos que hacen posible el acceso a la lectura. Respetar los derechos de los creadores es un tema ético cuando reconocemos el derecho moral de paternidad y el derecho de integridad, que permite al autor oponerse a toda mutilación, deformación o modificación sin su autorización previa. Por otra parte, está el obvio reconocimiento a la actividad creadora de artistas e intelectuales, con sus virtuosas consecuencias espirituales y patrimoniales. Cuando los artistas e intelectuales pueden vivir de sus creaciones, pueden seguir creando y generando mayor actividad cultural, que enriquece a los pueblos desde muchas perspectivas. Celebremos, entonces la vida del libro, la pervivencia de las obras, procurando que funcione cada uno de los eslabones -desde la creación hasta la lectura- para que el acceso a la cultura esté en una dinámica inclusiva de democratización ininterrumpida.

Jorge Montealegre

Director de Extensión USACH

Director de SADEL y UNA

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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