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Libro “Un reflejo en el agua movido por el viento” de Felipe Reyes: el frágil cotidiano detrás de lo mítico CULTURA|OPINIÓN

Libro “Un reflejo en el agua movido por el viento” de Felipe Reyes: el frágil cotidiano detrás de lo mítico

Felipe Reyes mantiene un tono sobrio y un ritmo conciso, sin romantizar ni engrandecer estas figuras sino que viéndolas desde su lado más íntimo, incluyendo también algunas fotografías en blanco y negro.


Son veinte relatos sobre diferentes grandes artistas nacionales e internacionales los que componen “Un reflejo en el agua movido por el viento” (Lumen, 2019), ensayo de Felipe Reyes (Santiago, 1977) que entrega una mirada a circunstancias y relaciones que hablan de lo más frágil de estos personajes más allá de sus ideales y sueños.

Felipe Reyes da vida a este volumen con breves contextos de estos artistas —escritores, músicos, políticos— para indagar en la fugacidad sus cotidianidades. Vemos a Enrique Lihn en plena dictadura intentando unir a sus colegas Gregory Cohen, Roberto Brodsky, Francisco Zañartu, Igor Rosermann, María Teresa Adriasola (Hoy Elvira Hernández) y Pablo Brodsky para realizar una lectura colectiva en el Paseo Ahumada como protesta.

[cita tipo=»destaque»]En su conjunto, estos encuentros y desencuentros entre artistas e intelectuales a lo largo del siglo XX permite una reflexión acerca de sus contradicciones y conflictos, desmitificando estos personajes idealizados, pero sin despojarlos de su luminosidad humana.[/cita]

En los años veinte seguimos a los inseparables Gonzalo Rojas y José Santos González Vera, junto a Pablo de Rokha y su entonces casi aparente discípulo Pablo Neruda, en la casa en Independencia de Juan Agustín Araya, donde conversan y compiten en rayuela por una garrafa de chicha.

También entramos en una historia entre Violeta Parra y Luis Oyarzún en el Parque Forestal, con Nicanor Parra como intermediario. Días más tarde, después de otros encuentros, Violeta le regala un sueño a Oyarzún, una declaración de amor. Luego somos testigos del encuentro entre Rosamel Del Valle y Humberto Díaz-Casanueva con el poeta beat Allen Ginsberg; seguimos a Nemesio Antúnez, quien durante su viaje a Nueva York se topó con el pianista Claudio Arrau, conoció a Jackson Pollock en su taller y saludó a Albert Einstein en la Universidad de Princeton, reconociéndolo como artista.

Los relatos más interesantes son quizás el de Virginia Woolf y Katherine Mansfield en el cual Woolf apoya la carrera de Mansfield al mismo tiempo que le tiene celos; una coincidencia cómica, casi absurda entre el argentino Julio Cortázar y el guatemalteco Augusto Monterroso; y la relación entre Pablo de Rokha y su esposa Winétt (Luisa Anabalón Sanderson) la cual tuvo un final desgarrador.

Felipe Reyes mantiene un tono sobrio y un ritmo conciso, sin romantizar ni engrandecer estas figuras sino que viéndolas desde su lado más íntimo, incluyendo también algunas fotografías en blanco y negro.

En su conjunto, estos encuentros y desencuentros entre artistas e intelectuales a lo largo del siglo XX permite una reflexión acerca de sus contradicciones y conflictos, desmitificando estos personajes idealizados, pero sin despojarlos de su luminosidad humana.
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Un reflejo en el agua movido por el viento
Felipe Reyes
Lumen
168 páginas

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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