CULTURA|OPINIÓN
Crédito: UDP
“Oráculo” de Álvaro Bisama: una propuesta discursiva vanguardista
El personaje que aglutina esta diversidad discursiva es Giordano que se transmuta en un investigador, un historiador, un periodista, un ladrón, un vagabundo, que sigue la pista a distintas historias.
La reciente novela del escritor Álvaro Bisama (Valparaíso, 1975) es un texto que dejará al lector/a sorprendido. Se trata de un ejercicio escriturario de orden narrativo que guarda relaciones intertextuales con su primera novela –Caja negra-, especialmente por la conjunción de relatos al interior de un mismo corpus.
Lo anterior podría desconcertar a un receptor/a de la novela, pues, en realidad, es una caja de resonancia de varias textualidades unificadas por un eje conductor. En este sentido, Bisama, realiza un ensamblaje del proyecto narrativo como una obra lúdica en que confluyen diversos formatos literarios.
El lector/a se enfrenta, entonces, a una propuesta escrituraria que tiene diversas entradas. En otras palabras, es casi como un artefacto vanguardista avant la lettre. Aquí reside el interés de la programación narrativa de la novela de Bisama que, ciertamente, es más de una.
La portada del relato novelesco del escritor -valga decir que es uno de los más destacados de su generación literaria- de alguna manera ilustra lo que hemos descrito someramente en el párrafo anterior. La portada es un paratexto, por tanto, debe verse como una entrada simbólica al contenido. El continente muestra una foto de Paz Errázuriz donde hay un luchador con una máscara que oculta su rostro y rodeado de otros antifaces que lo hacen parecer un monstruo.
La primera impresión que un observador tendrá de la imagen es de un ser contrahecho. La portada recuerda a uno de los titanes del ring y la proliferación de las máscaras, sin duda, que apuntan a los diversos ingresos del relato. La presencia del imaginario del imbunchaje es un código narrativo que está en el interior de la novela que -tal vez, sin querer queriendo- alude a la narrativa donosiana con El obsceno pájaro de la noche como referente.
Por otra parte, cabe decir que Bisama tiende a denominar sus novelas con un sustantivo (Ruido, El brujo, Laguna) o un sustantivo más adjetivo (Caja negra, Estrellas muertas). En el caso de esta novela la denomina Oráculo. La palabra tiene resonancias y connotaciones diversas que siempre aluden a un misterio indisoluble que debe ser resuelto. El oráculo es como una profecía que requiere ser interpretada. Un concepto de raigambre clásica de la mitología griega que nos remonta al oráculo de Delfos y a la pitonisa, la Pitia, que transmitía la respuesta de Apolo. En consecuencia, la novela de Bisama es un oráculo cuyo intermediario es el narrador o los narradores que se van mostrando en el transcurso del relato.
En una entrevista, el autor sostiene que “la novela es una casa y cada capítulo es una habitación. El lector la recorre como si recorriera piezas de una casa, y por eso se puede leer en cualquier orden. A veces, esas habitaciones te ofrecen un relato de ciencia ficción, uno de terror, un policial. Es una especie de gabinete de curiosidades”. La afirmación de Bisama para describir el sentido del entramado narrativo es interesante, porque entrega las claves de lectura para ingresar en su mundo novelesco que va adquiriendo diversas tonalidades discursivas.
La denominación de que el texto es una casa con múltiples habitaciones nos revela la pertinencia de que estamos ante una caja de sorpresas -que pueden llevar al desconcierto lector-, pero que reafirma la idea de lo lúdico, más aún cuando alude a que se puede leer como quiera el lector -un guiño a Cortázar y su tabla de direcciones en Rayuela, o a Lafourcade en Invención a dos voces, leyendo las páginas pares o las impares hasta que se confluye en un solo texto.-
La novela -o las novelas- está dividida en cinco capítulos con segmentos narrativos algunos de ellos. La proliferación de historias y la diversidad de perspectivas narrativas, es decir, de las distintas modulaciones que adopta el narrador, enriquecen la propuesta escrituraria de Bisama. La presencia de lo lúdico del ejercicio de la lectura está reafirmada por el autor en la entrevista cuando argumenta que el relato está pensado en un lector ideal “que se moviera en muchos tiempos y espacios, que pasarán muchas cosas, que el lector leyera aventuras, que se enfrentara a la maravilla”.
La novela, por tanto, es tal como lo define el autor un gabinete de curiosidades donde derivan diversos subgéneros narrativos. El denominado Un escalofrío de pájaro me sacude los hombros es una novela casi autónoma sobre un criollo convertido en pirata.
Es decir, el lector la puede leer como si fuera un texto que se desprende del corpus total, donde el receptor se enfrenta a un relato en que se emula lo decimonónico en su expresión textual, lo que lo hace atrayente en medio de otros formatos donde la presencia de lo gótico, lo fantástico, la ciencia ficción en una historia sorprendente de un cosmonauta soviético que pisa la Luna, o lo policiaco van articulando una novela plena de curiosidades. El personaje que aglutina esta diversidad discursiva es Giordano que se transmuta en un investigador, un historiador, un periodista, un ladrón, un vagabundo, que sigue la pista a distintas historias.
Otro motivo que sirve de sostén a la proliferación historial es la tematización libresca donde aparecen personajes históricos ficcionalizados junto con un Lorenzo Rojas, como Darío y Pedro Balmaceda Toro. Los jóvenes góticos que buscan por Santiago la casa de un ángel o el cantante popular en decadencia van desplegando las historias en este gabinete de curiosidades que cambia de tiempo y locación en las partes con que Bisama estructuró la novela.
En síntesis, estamos como lectores enfrentados a una propuesta discursiva vanguardista donde el autor pone en acto sus lecturas y su imaginario dando origen a un texto narrativo sorprendente que coge al lector para hacerlo deambular por la casa como en un frenesí incontrolable.
Ficha técnica:
Álvaro Bisama, “Oráculo”. Santiago. Editorial Planeta. Seix Barral Biblioteca Breve. 2025. 366 páginas.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.