Lo que hizo que el momento decisivo del jueves respecto al brexit fuera tan alarmante es que el peor escenario –que Gran Bretaña salga de la Unión Europa sin acuerdo– es un desenlace calamitoso desde el punto de vista económico sobre el cual las partes no pueden ponerse de acuerdo a fin de evitarlo.
En Europa no es raro ver cumbres de emergencia en las que 28 países tratan de resolver sus diferencias ante una crisis, o al borde de un colapso, o en el precipicio del desastre, como usted quiera llamarlo. La única pregunta es en qué momento los funcionarios saldrán con una solución.
Lo que hizo que el momento decisivo del jueves respecto al brexit fuera tan alarmante es que el peor escenario –que Gran Bretaña salga de la Unión Europa sin acuerdo– es un desenlace calamitoso desde el punto de vista económico sobre el cual las partes no pueden ponerse de acuerdo a fin de evitarlo. Westminster ha rechazado dos veces el trato que acordó Theresa May para el brexit y Bruselas se niega a todo intento de renegociar.
Sin manera evidente de parar el reloj del proceso de separación invocado mediante el artículo 50 (aparte de una cancelación que causaría profundas divisiones en el país), la reunión de líderes europeos del jueves fue sobre aceptar un aplazamiento de la fecha límite del 29 de marzo que también sirva para salir del punto muerto haciendo que el Reino Unido tome acción.
El resultado fue mitad posponer el asunto y mitad póliza de seguro contra una Gran Bretaña impredecible. El lamentable desempeño a nivel interno de esta semana de la primera ministra Theresa May, en la que pareció rendirse ante los fanáticos del brexit sin acuerdo de su partido, deja a Europa sin otra opción que asumir cierto control de la situación.
Líderes de la UE han ofrecido un aplazamiento técnico de dos meses si May consigue en el tercer intento que su acuerdo sea aprobado en el Parlamento –y otro de dos semanas si no lo logra– y una vez que el plazo se cumpla Gran Bretaña deberá decidir entre divorciarse sin un trato o solicitar una extensión mucho más prolongada del proceso del artículo 50. Una interpretación más directa y franca sería: el primer aplazamiento es para May, el segundo para quien casi inevitablemente la reemplace como primera ministra. Dado que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, le da a su acuerdo un 5 por ciento de probabilidad de sobrevivir en el Parlamento, uno puede suponer hacia dónde va el asunto.
Lo que mantiene viva la esperanza de algunos jefes de Estado de la UE es que el Parlamento británico se opuso a una salida dura y está a favor de una extensión. Esto sugiere que puede haber socios más benignos con los cuales trabajar que aquellos que parecen poner la unidad del Partido Conservador por delante de los intereses nacionales y la cordura económica.
El alivio de un aplazamiento temporal y la garantía de que nadie tiene prisa por sentenciar al Reino Unido le quitó presión a la libra, que había caído con fuerza el jueves al tiempo que crecían los temores por un divorcio sin acuerdo. No obstante, no tenemos certezas sobre cómo se solucionará este entuerto. Es cierto que tener más tiempo es algo bueno, a los políticos les encanta darse crédito por evitar una catástrofe. También es alentador ver a la UE intentar cerciorarse de que las próximas elecciones europeas no se conviertan en un fiasco arruinado por el brexit, aunque de todas formas es posible que el Reino Unido y Europa se mantengan en un punto muerto en abril.
Incluso si May pierde y luego se va (lo que no es 100 por ciento seguro dado su maníaco sentido de lealtad a su partido), es optimista creer que esto arreglará todo. Bien puede haber una mayoría de parlamentarios británicos que respaldaría alguna variante de brexit más blando, quizás con un compromiso de mantenerse en la unión aduanera y posiblemente en el mercado único, pero ambos grandes partidos están divididos respecto al tema y sus líderes no han mostrado aptitud para resolver la debacle. Es completamente posible que May sea sucedida por un partidario de un brexit duro como Boris Johnson.
Philippe Lamberts, miembro del Parlamento Europeo que pertenece al comité a cargo del tema brexit, me dijo anoche que se opone al aplazamiento incondicional y se mostró pesimista sobre la capacidad de los parlamentarios británicos de hacer las cosas como es debido. Su punto de vista es algo común en Bruselas. Mientras más se dilate el brexit, más se infectará el funcionamiento interno de la UE por la «gangrena» del Reino Unido. Es por eso que Macron jugó con la idea de una amputación antes de ser disuadido por la canciller alemana, Angela Merkel.
El brexit ha sido como un pegamento hasta ahora para los Estados miembros de la UE, pero la opción de que el Reino Unido participe en las elecciones europeas y el nombramiento de una nueva Comisión amenaza con generar una brecha entre aliados liberales tradicionales como Países Bajos y Alemania y federalistas como Francia. El diálogo entre Macron y Merkel fue tenso. Esquivar la bala de la salida sin acuerdo tiene consecuencias.