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Opinión: De Corfo a SQM, sigue el «Juego de Tronos»

Opinión: De Corfo a SQM, sigue el «Juego de Tronos»

Gonzalo Jiménez
Por : Gonzalo Jiménez CEO Proteus Management & Governance y profesor de la Facultad de Ingeniería UC
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«Si lo que tenía en mente Ponce Lerou era contratar a un jugador con una posición inmejorable, conocedor de su rival en un litigio por el Salar de Atacama –la Corfo– de la cual hasta hace dos semanas era director; entonces nuestro king maker es el peor de los principiantes, en el juego de la guerra medieval, porque con esta movida no hizo más que quemar al rey, en este caso su mediador ante el organismo estatal».


Es difícil concebir una única teoría sobre el trasfondo de la llegada de Rafael Guilisasti a SQM.

Un hombre de reconocido perfil público, pragmático, disponible para llegar a acuerdos, que entiende mucho del mundo de los negocios y otro tanto de política, que tiene más de una ocupación estratégica en importantes empresas del país, que pertenece a una de las familias influyentes de Chile y financió una campaña presidencial. No por nada encabezó la Confederación de la Producción y el Comercio, que agrupa a los principales empresarios locales, entre 2008 y 2010.

Por esas mismas características, cuesta entender a qué apuesta al acoger la invitación del hermano de Julio Ponce Lerou, para hacerse cargo de las Cascadas. ¿Algo más de vértigo para agregar a su currículo? Impensable que alguien con su conocimiento de lo público pudiera soslayar que su salida de Corfo e inmediata irrupción en SQM no despertaría rumores y críticas, precisamente en medio de una de las crisis de credibilidad más serias por las que hemos pasado en Chile.

La única posibilidad que nos queda en pie con Guilisasti es que sus objetivos finales sean de la mayor de las alturas: liderar la fusión de las Cascadas y devolver en parte cierta estabilidad a Soquimich, yendo incluso en contra de los intereses del propio Ponce. En un enfrentamiento entre la ética deontológica y la teleológica, extraña que a un ex líder gremial se le olviden las formas y se valga de los vacíos de nuestra regulación –en Estados Unidos tienen que pasar años antes que un ex funcionario público pueda asumir en un alto cargo de la misma industria en el mundo privado–. Considerando su amplia experiencia en materias de governance, resulta inexplicable que un reconocido líder transversal se reste del compromiso ampliamente compartido de fortalecer nuestra institucionalidad –que por cierto, no son las organizaciones públicas o de mercado, sino las reglas de un juego limpio, respetuoso y transparente – y se terminen emitiendo señales turbias al país.

Miremos a Ponce Lerou, quien a pesar de su renuncia sigue reinando en las Cascadas. Ya lo dijimos, es el hermano del ex presidente de las sociedades quien llama a Guilisasti para su reemplazo. Es probable que quien no ha escatimado en señales para dejar en claro que sigue teniendo el poder, en medio de las investigaciones judiciales por el financiamiento irregular de campañas políticas, hoy nos sorprenda con esta nueva jugada. El misterio es para qué. Probablemente influenciado por la serie Juego de Tronos, la misma que creó George Martin a partir de la histórica Guerra de las Rosas del siglo XV, imagino a uno de esos personajes hacedores de reyes, que mueven piezas y articulan estrategias, sin necesidad de desenfundar su espada, para instalar a sus elegidos en el trono.

Si lo que tenía en mente Ponce Lerou era contratar a un jugador con una posición inmejorable, conocedor de su rival en un litigio por el Salar de Atacama –la Corfo– de la cual hasta hace dos semanas era director; entonces nuestro king maker es el peor de los principiantes, en el juego de la guerra medieval, porque con esta movida no hizo más que quemar al rey, en este caso su mediador ante el organismo estatal.

Cuesta creer que el líder de la empresa minera, cuyos tentáculos como caja pagadora acechan a dos ex presidentes, al círculo más cercano a la actual Mandataria y a destacados dirigentes y parlamentarios de prácticamente todos los partidos políticos en Chile, no tenga, esta vez, otro as bajo la manga. En el Juego de los Tronos –el de Martin–, el de la ganadora serie de TV, o en la Guerra de las Rosas, en la Inglaterra medieval de los York y los Lancaster, hubo poco o nada de governance. Esperemos que a esta historia en tiempo real todavía le quede algo de buenas prácticas. Más allá de los discursos oficiales, nuestra institucionalidad seguirá esperando el fair play.

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