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Sister Takle: Martes de resurrección

Sister Takle: Martes de resurrección

Sister Takle
Por : Sister Takle Monja, fanática de los deportes
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Por eso digo martes de resurrección, luego del 4 a 1 a Venezuela. Aunque debo reconocer que aún estoy tembleque, porque aunque los venezolanos son bien malos para el fútbol, igual nos tuvieron penando un buen rato y eso es puro mal de mate e irritación injustificada.


Tuve una Semana Santa horrible. Al recogimiento que me produce el vía crucis de Jesús se agregaron la pesadilla de Argentina y, !Oh, dolor verdadero¡, la muerte de Johan Cruyff. Si no el inventor, al menos el cultivador exquisito del fútbol total. Aquello que pienso fue la prefiguración de lo que Bielsa le daría muchos años después a Chile. Fútbol total. Lleno de vértigo, capacidad física y brillantez para concebir un juego que es esencialmente comunitario.

Claro, como en todas las cosas se necesita buen material para producir buenos resultados. En este caso, se requiere gente medianamente buena para la pelota. Pero fundamentalmente disciplinada, atlética e inteligente, que juegue tanto con el cuerpo como con la mente, para entender las ventajas del desplazamiento y el hacer colectivos.

Es verdad, como ustedes podrán percibirlo, que aunque estoy casada con Dios, soy una viuda más de Bielsa en esta tierra y abomino todo aquello que los directivos del fútbol nacional han hecho con su obra. Que, gracias a Dios, todavía perdura en momentos fugaces e iluminados del juego de la selección.

Fue por eso que a los dolores naturales de Semana Santa agregué la pérdida de Johan y la derrota de Chile, porque igual que a Jesús en la cruz, también me asaltó la duda, y me cuesta mirar con optimismo lo que viene.

El partido con Argentina implicó una vuelta a la realidad un tanto dramática, desde la nube rosa en que tanto comentarista apunta de lugares comunes ponen a nuestro juego, a veces en el cielo y otras en el infierno. Lo de Argentina me amarga porque hizo aflorar la duda permanente que nos acomete cuando competimos con ellos. No somos más malos, somos más débiles de mente. Porque en la friolera del handicap negativo de 116 goles en contra que resulta de la suma y resta de todos los partidos jugados con ellos desde 1910 hasta hoy, las tres cuartas partes son chambonadas e inseguridades de nuestros jugadores.

Siempre digo que a los argentinos primero se les gana en la cabeza, segundo en la marca y tercero en un equipo que empuje de manera colectiva sin complejos y con desparpajo frente al arco rival. Es decir, eso que nos dio Bielsa en el 1 a 0 de las clasificatorias del mundial pasado y que también tuvimos en la final de la Copa de América. El desenfado de Alexis para picar el penal final que dio la corona es obra celestial que quedó para la historia. La biblia como diría el padre Cañete.

Por eso digo martes de resurrección, luego del 4 a 1 a Venezuela. Aunque debo reconocer que aún estoy tembleque, porque aunque los venezolanos son bien malos para el fútbol, igual nos tuvieron penando un buen rato y eso es puro mal de mate e irritación injustificada.

El resto de los resultados de la fecha para clasificar al mundial de Rusia, generó un pelotón apretado en la tabla de posiciones, con Brasil muy abajo y Uruguay en la punta y que fue a guapear a Brasil, que también me tiene aliviada.

No se cuáles ajustes debe hacer el técnico, aunque me parece que lo primero que está flojo es el espíritu y luego el mediocampo. La defensa requiere de un buen central que guapee en el aire y muestre el cuerpo. La presencia de Pinilla en el equipo, quien bajó en más de una oportunidad a cabecear para despejar balones originados en pelota detenida, demuestra la falencia de ese juego en Chile.

El equipo, está más lateral y carece del vértigo punzante de hace tres o cuatro años. Los jugadores más imprecisos y con dificultad de manejarse a ras de suelo. Pero sí tuvimos centro delantero. Uno neto que, como todos los grandotes, demostró que necesita juego completo para desplegarse en sus talentos.

Conceptualmente un partido a los 80 minutos de juego es un campo apretado, casi sin vacíos. Si se desea un cambio a esa hora es meramente táctico y entonces mande una ardilla a la cancha, un lauchero, un oportunista, un volador pero no un grandote, es un error de concepto hacerlo porque no tendrá tiempo.

Johan, el crack del fútbol total era flaco, melena tipo beatle, estampa de rockero y muy sesudo y lector. Mi padre, un profesor de filosofía me explicó cómo Johan lo había cambiado. Me insistía que se había inspirado del ajedrez, de la arquitectura, del urbanismo para, como buen holandés preocupado por ganarle terreno al mar, ganarle el terreno al adversario aunque para ello fuera necesario cruzar toda la cancha a buscar el balón. Eso terminó con los especialistas y dio paso al jugador todo terreno. Los defensas pueden transformarse en atacantes y presionar al adversario para empujarlo a cometer una falta, todo sin soltar la pelota: “si nosotros tenemos la pelota ellos no pueden hacer ningún gol” decía.

Pero hay algo que nadie resalta mucho. Era bien “picota” y le gustaba salirse con la suya. Tenía temperamento. Cuando a los 37 años volvió a Holanda después de jugar en Estados Unidos y el Ayax no le renovó su contrato, fichó por el Feyenord, su archienemigo y ganó una liga más. Más que del Barcelona se hizo y antifranquista, razón por la cual llamó Jordi a su hijo, nombre prohibido entonces en España por orden de Franco.

Su sueño de niño era integrar el equipo infantil del Ayax, club al que su padre vendía verduras, lo que se concretó cuando tenía 10 años. De ahí al Olimpo sin escala, pero siempre con un ojo terrenal y comunitario. Su trabajo con los niños lo convirtió en el San Juan del fútbol infantil. Los hombres actuales de nuestra selección algo saben de sueños realizados y muchos pertenecen al fútbol total. Esa es mi gran fe en ellos, aunque precisan de la ayuda y liderazgo de gente como Cruyff porque lo que se viene es bravo. Con B alta, porque si unos malos te hacen sufrir por un tiro libre, mejor sacas la calculadora.

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