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#Un estadio para el tenis

#Un estadio para el tenis

Sister Takle
Por : Sister Takle Monja, fanática de los deportes
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Si los metros cuadrados de balcón que la política le ha brindado al tenis por sus triunfos internacionales fueran de apoyo verdadero, el país ya tendría un Estadio Nacional de Tenis, o al menos un centro deportivo decente donde jugar sus competencias.


Lamentablemente, pese a lo que el tenis le ha dado a Chile, sus seleccionados nacionales aún deben competir en verdaderos sitios eriazos.

El bochorno de Arica en la disputa clasificatoria de Copa Davis contra Colombia, no es solo del equipo nacional de tenis sino del país. Y es la demostración más palpable del oportunismo que ha revestido a la política nacional desde siempre en relación al deporte.

El ciclo es muy simple. Los deportistas en Chile, sobre todo aquellos de alto rendimiento, se hacen a sí mismos, producto de su talento y esfuerzo personal o el de sus familias, superando el casi nulo fomento deportivo nacional y las barreras de compadrazgo y malas administraciones de las federaciones de sus disciplinas.

Cuando triunfan, luego de incontables esfuerzos, la política los invita amablemente a La Moneda al acto ecuménico de turno, en que por obra y gracia del poder oportunista, el mandatario de turno se inviste de la gracia olímpica alcanzada por los héroes deportivos.
Un verdadero acto de vampirismo deportivo.

Veintitrés coma setenta y siete por ocho como veintitrés metros para singles y diez coma noventa y siete para dobles mide una cancha de tenis oficial. Todo muy reglado. Con metros y centímetros de altura y anchura, de cintas, mallas y trazados de cancha.

Pregúntele a algún político si lo sabe. Ni siquiera Sebastián Piñera que sin duda es muy bueno para los números. Tanto, que en una acción detestable el 2011 le pasó un incentivo de 9 millones a Kristel Köbrich y Bárbara Riveros por ser las mejores deportistas de 2009 y 2010 respectivamente pero de presupuesto para el deporte, absolutamente nada. La última agradeció el reconocimiento a la distancia desde el lugar donde reside… ¡Australia!

Porque al fin y al cabo se trata de voluntad y números.

Chile fue triple medallista olímpico de tenis en Atenas y, alguna vez tuvo un número uno en el ranking de la ATP. Tres jugadores excepcionales, Nicolás Massú, Fernando González y Marcelo Ríos, para un país donde el tenis sigue siendo un deporte de elite.

Ninguno de ellos es producto de alguna política de fomento o cosa por el estilo.

Llegaron a la cima a hombros de sus talentos y los apoyos familiares. Y en más de una oportunidad tuvieron roces duros con la federación respectiva. En términos de números, es el deporte nacional más exitoso, y el con menos aportes reales del Estado.

Aunque esto último se lo disputan prácticamente todos los deportes con excepción del fútbol. Demostración clara de que estamos predispuestos a financiar nuestros vicios aunque estos luego nos maten. ¡Ay, naturaleza humana!

Es esa falta de equidad lo que provocó la verdadera marea roja el 2014 cuando unos 600 deportistas de alta competición se fueron encima de La Moneda para protestar por el presupuesto del año 2015. Con Tomás González, a la cabeza, la discóbola Karen Gallardo, la velocista Isidora Jiménez, la esgrimista Cáterine Orellana, la balista Natalia Duco, la tiradora skeet Francisca Crovetto, la karateca Claudia Vera y muchos otros.

Porque mire usted y saque cuentas. Chile tiene un presupuesto para alto rendimiento que en promedio no supera los $400 mil mensuales per cápita, unos 3.500 millones anuales para una base de 600 deportistas. Los atletas tantas veces “balconeados” como Tomás González viajan de la manera más económica posible, con muchas escalas, casi sin apoyo profesional, para enfrentar a team que llevan desde entrenadores hasta psicólogos y atención personalizada a sus atletas.

Hay casos extremos como el de la tiradora Francisca Crovetto, que podría ser medallista en Brasil, que requiere más municiones y platos para poder disparar más y desarrollar su forma, sin embargo está en lo mínimo. Se me ocurre que con el auspicio del Ejército de Chile, si por ejemplo ahorra en whisky y copete y con esa plata le regala tiros y blancos a Crovetto, esta podría mejorar y el Ejército estaria más o menos en su rubro, y tal vez hasta podría comprarle una escopeta con un recortito de la Ley Reservada del Cobre.

Si así están las cosas, ¿de qué nos extrañamos que no tengamos estadio de tenis?

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