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La CIA vive su propia guerra interna

A la agencia, como a Sadam, también le decretaron un ultimátum: "O se pone en acción en la lógica del pronto ataque a Bagdad, o se destituye su plana mayor». Hasta ahora, el organismo se ha planteado reticente a recomendar un ataque a Bagdad argumentando la fragilidad de la información y la dificultad de hacer un trabajo serio que permita «justificar» un ataque antes de fin de mes.


Los viernes son días de oración en el mundo islámico. Curiosamente, las reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU, en los últimos meses, también se han realizado dicho día. Ahora las agendas se intensifican y se viene un período de 10 días movidos como pocos en esta saga de ultimátums que se prolonga.



Después de lo planteado por el canciller británico Jack Straw, «el frente pro-guerra» tiene 10 días para encontrar el elemento que haga estallar el conflicto armado.
Habrá necesidad de recurrir a sólidos argumentos y se le ha encomendado a la CIA la tarea de encontrarlos dentro del Irak.



El viernes pasado, Straw demostraba la desesperación de no poseer argumentos sólidos para justificar un ataque a Bagdad. Ahora, las últimas informaciones apuntan a que no se intentará bombardear la capital iraquí.



Hay dos áreas en que se están jugando las cosas: el de la opinión pública de los Estados Unidos y el resto del globo, y el del afiatamiento de la alianza, y de su propio equipo interno.
Para esto de necesitan "nuevas razones", porque las esgrimidas parecen retórica vacía mientras Irak no haga explotar una bomba.



Presiones sobre la CIA



La CIA, que había estado relativamente fuera del ojo público, salta al tapete con una información alarmante aparecida en el New York Times el 8 de marzo: "existen vínculos de células terroristas de Al Qaeda con el Gobierno de Irak. Estarían operando para el período post-toma de Bagdad, con la intención de usar armas tóxicas en contra de las tropas de la alianza, fuera y dentro del Irak».



Fuentes consultadas por El Mostrador.cl señalan que estos operativos son, efectivamente, redes Al Qaeda, pero infiltrados por los organismos de seguridad del Pentágono y la nueva agencia de seguridad montada por la administración Bush.



Las lecturas de por qué la CIA reveló esta información pueden ser múltiples. Pero una es inequívoca: a la CIA están utilizándola para declarar información que no correponde a sus propios dossiers.



Es lo que se deduce si se contrasta esto con la versión de la CIA de hace poco respecto a que no hay una certeza respecto a esos vínculos. Existe una posibilidad que los comandos infiltrados desde febrero, que son efectivos militares sin rasgos caucásicos, pertenecerían a esta células asignadas a Al Qaeda.



"El paño básico de la información es tan frágil en las fuerzas de seguridad, y las nuevas políticas de Rumsfeld por acelerar la guerra han causado un desorden mayúsculo en esta operación", nos dice un especialista. "Es tan así que la operación no tiene nombre. No es que sea un secreto guardado. Simplemente ni en eso existe acuerdo".



Estos días están siendo calificados como un «período de ultimátum». En este lapso la audiencia mundial deberá estar preparada para situaciones insólitas en los noticieros, como la aparición de otras redes y nuevos sospechosos que «confirmarían» que el Gobierno de Irak alberga terroristas. Es la última justificación en esta cruzada a la que Estados Unidos enfrenta en la práctica en solitario.



Según fuentes consultadas por El Mostrador.cl, la CIA ha actuado como factor de equilibrio dentro del equipo de asesores que acompaña a Bush en su plan de derrocamiento de Hussein. Muchas veces en declaraciones, la CIA ha insistido en el enfoque cauteloso, sobre todo porque el "espectro que divisan los instrumentos de penetración e información es difuso". O sea, no hay información precisa y clara, situación que, por lo demás, ha sido la tónica de este proceso hacia justificar una guerra.



Ultimátum a la CIA



Ahora a la CIA también le decretaron el ultimátum. "O se pone en acción en la lógica del pronto ataque a Bagdad, o se destituye su plana mayor. En este sentido hay una resistencia en el interior del organismo, porque se sabe de la fragilidad de la información y sobre todo, porque el acelaramiento para atacar antes de fin de marzo hace imposible llevar a cabo un trabajo serio.



La prensa ha tendido a minimizar las diferencias entre este organismo y los asesores de Bush. Una fuente señala que el grupo que encabeza la Asesora de Seguridad Nacional, Condoleeza Rice, son teóricos de dudosa reputación y con poca práctica en inteligencia.



"La CIA no funciona en base a James Bonds, eso es pura basura. El trabajo y los resultados son procesos de larga maduración. Todo ahora es velocidad en la acción, impuesta por Donald Rumnsfeld. No ha habido cuartel al que el no haya alienado por su obsesión de inciar la guerra ya. Se empieza a sospechar que el propio Bush busca consejos en su padre y no concuerda con este acelaramiento", nos dice una analista.



Una facción disidente en el equipo -disensión no admitida por el gobierno-. ha sido la CIA. Es decir, disidente en el sentido de no estar cien por ciento en la lógica de la inevitabilidad de la guerra.



La CIA ya había planteado otras vías para enfrentar el problema con el Irak. Pero como es -quizás- el organismo menos politizado y más tecnocrático que poseen la administración de Estados Unidos. Aunque para algunos esto suene a capitulación, efectivamente, a pesar de su derrotero pleno de masacres provocadas por sus operativos, la CIA opera con la lógica de la factibilidad, y la precisión de los procedimientos. Esta caracterísitica golpea al centro del perfil de la operación donde se percibe inconsistencia y desorden.



La promesa que no fue



A partir de la influencia de las políticas introducidas por Bill Clinton, la CIA agregó a su critero básico para operar el de mayor independencia de la contingencia política. Es decir, apartarse lo más posible de los vaivenes de Washington.



Un analista señala a El Mostrador.cl, que "a la CIA le costó caro la promiscuidad propia de las transacciones en las esferas del poder».



En la CIA han existido dos posiciones centrales, expuestas en un extenso dossier disponible en la propia página web de la agencia. Una es la equidistancia de las inconsistencias observadas en la política exterior, lo que significa un desgaste y una pérdida de posicionamiento en la tarima de las agencias de seguridad que bregan por una tajada en el presupuesto, pero que asegura la ventaja de un análisis independiente y más eficiente.



La otra, plantea dependencia en un organismo intermediario como el Departamento de Estado que, desde el fin de la Guerra Fría, no ha formado aún una politica clara respecto al funcionamiento de la seguridad sin un enemigo claro y definido.



"La transición ha sido larga y esto del terrorrismo, no sustituye el antiguo bloque sovietico". El rol de los EEUU en el mundo que pretende la administración Bush no es aceptado por muchos países y eso distorsiona una batería de análisis», continúa nuestra fuente. "No se puede construir una política internacional en la globalización con el foco de combatir el terrorismo. Es una coyuntura, no es una pieza estratégica y al mundo no se le ha explicado esa diferencia mayor".



Esta dependendencia de una política que no se define, daña el capital de la CIA que es contar con una capacitación e independencia privilegiadas en la colecta de información y el análisis. La Oficina del Director depende de la Oficina del Presidente, pero las operaciones deben someterse muchas opiniones. "El presidente no tiene acceso directo a fuentes de información dura que no estén contaminas por el espectro político".



Otros aspecto en que se manifestó la «reforma» de la CIA durante la administración Clinton es que su dossier de cambio de políticas es rico en críticas sobre el pasado: «La CIA en la suma y resta, con los procediminetos de la guerra fría, le ha hecho más mal que bien a los Estados Unidos", señala un documento escrito por un senior officer retirado (John Gentry, Lost Promise: How CIA Analysis Misserves the Nation, La Promesa incumplida: como la CIA no beneficia a la nación. (Lanham, MD: University Press ofAmerica, 1993).



La creación por parte de Bush Jr. de la Oficina de Seguridad Interior, con un alto presupuesto, aunque la prensa más oficial lo desmienta, es para los analistas el golpe más duro que han recibido tanto el FBI -altamente deprestigiado- y la CIA que venía en proceso de reforma.



El personal senior que participó en esa reforma de la era Clinton, que ha evitado que se hubierean cometido mayores masacres en Kosovo y en Afganistán, se ha retirado de la CIA cuando llegó la administración de Bush y eso es significativo.



La administración republicana de Bush Jr. nunca ha manifestado su predilección por la CIA, porque según consideran los analistas consultados, la CIA cuando más ha violado los principios de derecho internacional, y hasta los propios derechos civiles de los ciudadanos, ha sido en las administraciones republicanas.



Los operativos organizados con la CIA en lógica republicana es una serie de fracasos. Basta mencionar el asunto Irán-Contra en Nicaragua, y la propia invasión iraquí a Irán: la decisión de utilizar al aliado equivocado.



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(Fuentes:
– John A. Gentry, Lost Promise: How CIA Analysis Misserves the Nation, (Lanham, MD: University Press of America, 1993).



-Sherman Kent, Strategic Intelligence for American World Policy, (Princeton, NJ; Princeton University Press, 1949).



-Roy Godson, ed., Intelligence Requirements for the 1990s (Lexington: Lexington, 1989) p. 6. See also Gentry, Lost Promise, chapter 2, pp. 5-18.



-Robert M. Gates, «Statement on Change in CIA and the Intelligence Community,» April 1, 1992, unpublished paper presented to the Senate Select committee on Intelligence, p. 3



-R. James Woolsey, «National Security and the Future of the Central Intelligence Agency,» speech delivered at the Center for Strategic and International Studies, Washington, D.C., July 18, 1994, p. 19.




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