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Corte suiza ordena cerrar una planta nuclear por razones de seguridad

La central de Mühleberg, en el cantón de Berna, funciona desde hace 40 años, y ya en su origen la autorización de explotación se limitó al 31 de diciembre de 2012.


El Tribunal Administrativo Federal de la Confederación Helvética ha decidido limitar la vida de la central nuclear de Mühleberg «por razones de seguridad» a pesar de que el gobierno suizo había dispuesto prolongarla durante diez años.

«El derecho relativo a la energía nuclear exige una limitación de la duración cuando aspectos de seguridad no están claros o hay fallos que deben ser reparados», reza la sentencia.

La central de Mühleberg, en el cantón de Berna, funciona desde hace 40 años, y ya en su origen la autorización de explotación se limitó al 31 de diciembre de 2012.

Sin embargo, en el 2009, el Consejo Federal (Gobierno) decidió prolongar el periodo de explotación hasta 2022, a pesar de que se habían detectado fisuras en el sistema de protección del reactor.

La sentencia es la respuesta a una demanda interpuesta por un grupo de vecinos de la central que se oponían a la prolongación de su actividad más allá de 2012.

El Tribunal citó en su argumentación que el estado de los sistemas de protección del reactor y por ende la seguridad de la planta «no estaban asegurados».

Asimismo, los jueces estimaron que en caso de un accidente nuclear la central sólo podría enfriarse con el agua del río Aar, lo que consideran insuficiente.

De hecho, los jueces especificaron que las cuestiones de seguridad «son demasiado importantes», como para dejarlas «solo» en manos de la Inspección Federal de la Seguridad Nuclear.

Es por todo ello que la sentencia pide el cese de la actividad de la planta, o que un plan de renovación y un nuevo calendario de explotación sea presentado y eventualmente aceptado antes de la fecha límite de final de año.

La decisión puede apelarse ante el Tribunal Federal. La empresa propietaria de la central, las Fuerzas Motrices de Berna, aún no se ha pronunciado al respecto.

Los ecologistas saludaron efusivamente la sentencia y aprovecharon la ocasión para cuestionar públicamente sobre el destino de otra central, la de Beznau, que es la planta en actividad más antigua del mundo (1969) y que sigue en funcionamiento.

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