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Llegan a Villavicencio los diez policías y militares liberados por las FARC

Este grupo fue privado de su libertad en diferentes tomas masivas de rehenes perpetradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia entre 1998 y 1999, y por ello son consideradas las personas con más años de cautiverio en el mundo a manos de grupos armados.


Los diez uniformados que fueron liberados este lunes por las FARC llegaron a la ciudad colombiana de Villavicencio en un helicóptero brasileño que los recogió en la selva gracias a los buenos oficios del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y Colombianas y Colombianos por la Paz (CCP).

Los liberados son los militares Luis Alfonso Beltrán Franco, Luis Arturo Arcia, Robinson Salcedo Guarín y Luis Alfredo Moreno Chagüeza, y los policías Carlos José Duarte, César Augusto Lasso Monsalve, Jorge Trujillo Solarte, Jorge Humberto Romero, José Libardo Forero y Wilson Rojas Medina, todos ellos secuestrados entre 1998 y 1999.

Este grupo fue privado de su libertad en diferentes tomas masivas de rehenes perpetradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia entre 1998 y 1999, y por ello son consideradas las personas con más años de cautiverio en el mundo a manos de grupos armados.

Los sargentos del Ejército Arcia y Beltrán fueron hechos cautivos en marzo de 1998 tras un combate cerca de la quebrada El Billar, en el sureño y selvático departamento del Caquetá.

Arcia, de 41 años, es un hincha confeso del equipo bogotano del Independiente Santa Fe. Tanto, que en una prueba de supervivencia se colocó un escudo de esa formación entre las cadenas que colgaban de su cuello.

Es soltero y no tiene hijos, pero a su salida le esperan su madre Helena, sus hermanos y cuatro sobrinos que han nacido durante su cautiverio, ansiosos de escuchar sus chistes.

Beltrán tiene también 41 años, no tiene esposa ni tampoco hijos, «gracias a Dios», según ha dicho su madre María Virginia.

A su regreso, encontrará que tiene una hermana en Italia y que su padre se fue a vivir al Tolima, aquejado de una fuerte depresión desde el secuestro.

El gobernador del departamento del Meta, Alan Jara, quien coincidió con los uniformados durante los ocho años que estuvo en poder de las FARC (2001-2009), comentó en medios que Beltrán es «un roble» y un punto de apoyo para sus compañeros de cautiverio.

La toma guerrillera de la base antinarcóticos de la Policía Nacional y un batallón del Ejército en Miraflores (Guaviare, sur) en en agosto de 1998 supuso el fin de la libertad para los sargentos del Ejército Robinson Salcedo y Luis Alfredo Moreno, ambos de 42 años de edad.

Salcedo es un superviviente nato, ya que además de superar el secuestro salió ileso de la tragedia de Armero en 1985, cuando una erupción del volcán Nevado del Ruiz borró ese pueblo del mapa, hecho tras el cual ingresó en el Ejército.

Le esperan su madre biológica, Carmen Guarnizo, y a la que él llama «mamá», su abuela Trinidad Orjuela, además de un hijo que ya es mayor de edad.

Según los relatos de Jara, Salcedo era el peluquero encargado y arreglaba el pelo de todos menos el propio, pues «El Mechudo», como le llaman, planeaba cortarse el cabello sólo cuando lograra la libertad, y luego esparcirlo en la selva.

Moreno se reencontrará con su hijo Camilo Andrés como un estudiante de Psicología, con sus padres y sus ocho nuevos sobrinos, aunque se enfrentará a la muerte de su abuelo y su tío, ocurrida durante su cautiverio.

El sargento segundo de la Policía Nacional César Augusto Lasso fue hecho cautivo el 1 de noviembre de 1998, durante la incursión guerrillera a la ciudad de Mitú, en el departamento del Vaupés, fronterizo con Brasil.

A Lasso, de 45 años de edad, le espera su compañera sentimental, con la que nunca se casó pero con la que tuvo tres hijos, y también tendrá que enfrentar la muerte de su padre, quien falleció hace dos años.

La toma del municipio de Puerto Rico (Meta), en julio de 1999, les arrebató la libertad a cinco de los miembros de la Policía Nacional entregados hoy por las FARC: el sargento segundo José Libardo Forero, y los intendentes Carlos José Duarte, Jorge Trujillo, Jorge Humberto Romero y Wilson Rojas.

Forero, de 45 años de edad, está casado con Norma, con quien tiene dos hijos, hoy de 17 y 13 años.

En una prueba de supervivencia contó que la experiencia del secuestro le había acercado a Dios, lo que ratificó Jara, al asegurar que Forero era el más religioso de todos.

La familia de Duarte, de 38 años, se ha volcado en la lucha por la paz hasta el punto de que su esposa, Gloria Marín, es ahora la jefa de la Oficina de Paz del departamento del Meta.

Ahora aguarda su regreso su hija Jennifer, conocerá a su nieta Ana María de 3 años y entablará una relación con Carlos Andrés, a quien dejó con nueve meses de edad, y podrá cuidar sus problemas de colon.

También tiene problemas de salud Trujillo, de 42 años, en concreto cálculos renales y una infección en la piel, de acuerdo a testimonios de exsecuestrados.

Casado con Gina y padre de Sofía, de 13 años, es amante del vallenato y del Junior de Barranquilla, y según Jara, en cautiverio comía todo el arroz que le daban sin rechistar.

Con 50 años, Romero es el mayor del grupo y ha tenido fuertes dolencias en la columna vertebral.

Romero ha forjado durante el secuestro una relación epistolar con su hija Lorena, de 23 años, a quien nunca conoció porque se separó de la madre cuando ella era pequeña.

Su padre, que reza a diario a la Virgen de las Mercedes, encabezará un recibimiento en su ciudad natal, Pasto, en el que no faltará el sancocho de gallina, la salsa y el fútbol.

Rojas Medina, por su parte, tiene 36 años y es el más joven del grupo.

Es soltero y no tiene hijos, pero sí una familia numerosa de nueve hermanos que lidera su madre Giselda Medina, a quienes les dijo en una prueba de supervivencia: «Hagan cuenta que me fui de comisión y estoy demorado».

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