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BBC News Mundo

Lo que cambia en Colombia con la liberación de los secuestrados de las FARC

Los últimos diez policías y soldados en poder de las FARC fueron liberados el lunes. Pero no por eso las negociaciones de paz están a la vuelta de la esquina.


El final de uno de los capítulos más polémicos y dolorosos del conflicto armado colombiano empezó a escribirse este lunes con la liberación de los últimos diez miembros de las fuerzas de seguridad que permanecían en poder de las guerrillas de las FARC.

A las 5:43 de la tarde, y a bordo de un helicóptero de la Fuerza Aérea Brasileña, César Augusto Lasso, José Libardo Forero, Jorge Humberto Romero, Carlos José Duarte, Wilson Rojas, Jorge Trujillo, Luis Arturo Arcia, Robinson Salcedo, Luis Alfredo Moreno y Luis Alfonso Beltrán llegaron a la ciudad de Villavicencio, en la primera parada de un viaje hacia la libertad por el que algunos tuvieron que esperar más de 14 años.

Ahí los esperaban parientes, autoridades, medios de comunicación, funcionarios del Comité Internacional de la Cruz Roja y de Colombianos y Colombianas por la Paz, la organización que gestionó la liberación unilateral de los uniformados por parte del grupo guerrillero.

Los policías y soldados fueron posteriormente trasladados a la capital, Bogotá.

La noticia fue recibida con júbilo en toda Colombia, si bien no faltaron voces recordando que aún queda por definir la situación de centenares de civiles también secuestrados por las FARC.

Y la pregunta de fondo sigue siendo qué impacto pueden tener las liberaciones de hoy -y la promesa del grupo guerrillero de terminar con los secuestros de civiles con fines extorsivos- en el futuro de un conflicto de casi medio siglo de duración.

«Insuficiente»

"Todos quieren saltar del helicóptero. Llegaron a la libertad, cumplimos y ahora seguimos por la #PazColombia", escribió Córdoba en su cuenta de Twitter.

"Todos quieren saltar del helicóptero. Llegaron a la libertad, cumplimos y ahora seguimos por la #PazColombia", escribió Córdoba en su cuenta de Twitter.

Por lo pronto, las autoridades colombianas insisten en que si bien las liberaciones son un paso en la dirección correcta, las FARC todavía tienen que hacer más antes de que la posibilidad de una salida negociada pueda considerarse con seriedad.

«Estas liberaciones, y sobre todo el compromiso de las FARC de no volver a secuestrar, es un gesto que valoramos, y valoramos en toda su dimensión», dijo el presidente Juan Manuel Santos.

«Pero no es suficiente», insistió.

Entre las condiciones mínimas enumeradas por el presidente Juan Manuel Santos durante su discurso inaugural también figuran el fin del reclutamiento de menores de edad, la renuncia al narcotráfico y el cese de las «acciones terroristas» por parte del grupo guerrillero.

Y pocas semanas después del anuncio prometiendo la liberación de todos rehenes, sin embargo, una emboscada insurgente en el departamento de Arauca dejó como saldo 11 militares muertos, el golpe más fuerte de la guerrilla en lo que va de 2012.

El ejército colombiano, por su parte, respondió con dos ataques la semana pasada que le costaron la vida a 69 guerrilleros -incluyendo a los jefes de seis frentes de las FARC- en la que fue presentada como una sus principales victorias militares de los últimos años.

Aunque para el congresista Iván Cepeda esos enfrentamientos responden a la realidad del conflicto armado colombiano y no deben considerarse indicativos de falta de progreso en el camino hacia una posible negociación.

«De hecho, es normal que al avecinarse la posibilidad de un diálogo las partes intenten obtener la mejor posición para ese diálogo», le dijo a BBC Mundo Cepeda, parlamentario por el opositor Polo Democrático y también miembro de Colombianas y Colombianos por la Paz.

«Pero se trata, sin lugar a dudas de un gesto de paz», dijo Cepeda refiriéndose a las liberaciones.

«Es un paso importante hacia la paz en Colombia», aseguró.

Precaución

No todos en Colombia, sin embargo, piensan como Cepeda.

Muchos creen que, al entregar a los secuestrados, las FARC simplemente se están deshaciendo de un problema.

El grupo guerrillero empezó a retener a soldados y policías capturados en operaciones militares en agosto de 1996, con la intención de forzar un intercambio de prisioneros.

Y varios años después también empezaron a secuestrar personalidades políticas con el mismo propósito. Por muchos años han usado también el secuestro extorsivo de civiles como mecanismo de financiación.

El esperado acuerdo de prisioneros, sin embargo, nunca se materializó.

Y las espectaculares operaciones de rescate de varios de los rehenes –entre las que se destaca la «Operación Jaque», en la que fue liberada Ingrid Betancourt- golpearon duramente a la guerrilla.

La muerte en cautiverio de varios de los secuestrados también afectó negativamente la imagen de las FARC, provocando masivas movilizaciones en su contra.

Y en la memoria colectiva también pesa el recuerdo de los fallidos diálogos de San Vicente del Caguán, que se rompieron hace diez años en febrero.

Para muchos, ese proceso fue aprovechado por las FARC para reagruparse y fortalecerse sin haber considerado seriamente la renuncia a la vía armada.

Y en Colombia no faltan las voces que advierten que eso podría volver a pasar.

Lentamente

Cada uniformado fue recibido por un médico del Comité Internacional de la Cruz Roja en plena pista del aeropuerto de Villavicencio.

Cada uniformado fue recibido por un médico del Comité Internacional de la Cruz Roja en plena pista del aeropuerto de Villavicencio.

Todo esto hace de la ruta hacia un eventual diálogo un camino lleno de dificultades.

«Pero esto (las liberaciones) prueba que las FARC han tomado la decisión de negociar, y creo que el gobierno sabe qué es así», le dijo a BBC Mundo Ariel Avila, director del Observatorio del Conflicto de la Corporación Nuevo Arcoiris.

«Ahí el dilema es si la sociedad está preparada para la negociación, porque van a haber sectores sociales que se van a oponer, porque eso le puede salir mal a Santos, ser muy costoso electoralmente», reconoció Ávila.

«Entonces si eso (las liberaciones) pone a Colombia más cerca de la paz, no lo se; si esto va a terminar bien o no, no lo se. Lo que sé es que las FARC quieren negociar y el gobierno también», aseguró.

El analista destaca que la decisión no fue sencilla para el grupo guerrillero, mucho más débil militarmente hoy que en la época del Caguán.

«Fue una negociación entre los siete miembros del secretariado, negociación que incluso casi llega a romper al secretariado de las FARC, que nunca había pasado», le dijo Ávila a BBC Mundo.

Y aunque partidario del diálogo, el presidente Santos -que no ha descartado la posibilidad de buscar la relección a finales de 2014- también tiene aspectos políticos que considerar.

«Yo no creo que Santos vaya a hablar de negociación públicamente hasta el quinto año de gobierno de él, es decir después de la relección», aventuró Ávila.

«Yo creo que este año y el otro va a haber acercamientos internos entre ellos pero de ahí no va a pasar», afirmó.

El mandatario, por su parte, hizo un llamado a evitar la especulación.

«En el momento en que el gobierno considere que existen las suficientes condiciones y garantías para que se inicie un proceso que lleve a la terminación de conflicto, el país lo sabrá», pometió Santos.

«Pero que nadie se equivoque:el gobierno tiene una política, que es la de enfrentar a los violentos con toda la fuerza, con toda la contundencia y toda la efectividad», aseguró.

Todo esto significa que lo más probable es que, en la superficie, muy poco cambie en Colombia como resultado de las liberaciones de este lunes.

Aunque también es cierto que la esperanza de una salida negociada del conflicto se justifica un poco más que ayer.

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