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Gaza: el conflicto desde fuera

Claudio Pardo
Por : Claudio Pardo Periodista, Universidad de Chile / MSc Global Politics, London School of Economics / MA International Relations and Social Theory & PhD. Fellow, University of Bremen, Alemania.
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La actual crisis en Gaza tiene muchas causas, pero el fracaso de las negociaciones de paz es sin duda el más importante. La diplomacia internacional debe enfrentar ese proceso, recordando que muchas veces las partes se benefician de mantener el statu quo, e incluso cooperan para prolongar el conflicto. Lejos de ser ilógica, la guerra tiene lógicas perversas, que siempre serán difíciles de romper para quienes miran el conflicto desde dentro.


Una propaganda de la diplomacia Israelí simuló la escena de distintas ciudades del mundo siendo atacadas con cohetes. La pregunta sobre «qué harían ustedes» buscaba justificar las acciones de Israel, pidiendo a la comunidad internacional ponerse en sus zapatos. Los que están lejos de la guerra, se repite con frecuencia, no entienden lo que en ella pasa.

Ciertamente no es lo mismo mirar el conflicto desde fuera, pero ser protagonista tampoco es garantía de entenderlo mejor. Israel se encuentra en estado de guerra desde su creación y los palestinos han vivido bajo ocupación militar por décadas. El largo conflicto deja huellas traumáticas que, sin duda, afectan la mirada de todos los involucrados.

Seguramente, en las mismas circunstancias, muchos harían lo mismo. Ese es el problema. La guerra ayuda a los participantes a justificar precisamente aquellas acciones que perpetúan el círculo de violencia. Bien sabemos que todo en esta confrontación puede ser presentado como una respuesta a una acción anterior.

Afortunadamente otros pueden mirar los hechos con más distancia. No pensar en lo que harían, sino en lo que es necesario hacer. El conflicto difícilmente acabará por la vía militar y se sabe que en el proceso de paz se han cometido muchos errores, de diseño y de implementación. La comunidad internacional haría bien en pensar más en su rol y en sus errores.

[cita]La actual crisis en Gaza tiene muchas causas, pero el fracaso de las negociaciones de paz es sin duda el más importante. La diplomacia internacional debe enfrentar ese proceso, recordando que muchas veces las partes se benefician de mantener el statu quo, e incluso cooperan para prolongar el conflicto. Lejos de ser ilógica, la guerra tiene lógicas perversas, que siempre serán difíciles de romper para quienes miran el conflicto desde dentro.[/cita]

Es necesario alejarse de las falsas contradicciones que enceguecen a las partes. Lo que hace Israel, ¿es legítima defensa o viola las leyes internacionales? Y los palestinos, ¿luchan legítimamente contra la ocupación o cometen actos de terrorismo? La respuesta es sí. Sí a todo. Palestinos e israelíes tienen fines legítimos, internacionalmente reconocidos. En sus medios, sin embargo, ambos cruzan habitualmente la frontera de lo legal. Hablamos de crímenes de guerra, en el caso de los Estados y de terrorismo para los grupos no estatales.

Las facciones armadas palestinas luchan legítimamente contra la ocupación cuando atacan blancos militares, y cometen actos de terrorismo cuando dirigen la violencia hacia no combatientes. De la misma manera, Israel, como todas las naciones, tiene derecho a la defensa, pero puede cometer crímenes cuando viola la proporcionalidad y cuando falla en priorizar la seguridad de los civiles en las áreas de ocupación militar. La comunidad internacional debe rechazar esos crímenes. Son las mismas leyes las que en uno u otro caso son violadas.

Hay que evitar el simplismo de creer que las partes nunca se pondrán de acuerdo. Es verdad que en ambos bandos hay sectores maximalistas, con posturas difíciles de acomodar, pero esa no ha sido la principal causa del fracaso del proceso de paz. Todas las partes se han abierto alguna vez a la solución de dos Estados. En la práctica, incluso Hamas se ha mostrado dispuesto a avanzar hacia un acuerdo sobre la base de las fronteras de 1967. La última vez, este año, cuando accedió a formar parte de un gobierno de unidad nacional.

Ha sido un error desacreditar a Hamas como interlocutor. La comunidad internacional debe entender que no existen grupos terroristas per se, sino sólo actos terroristas. Los actos deben ser rechazados pero es un despropósito impedir que estos grupos puedan transitar hacia la vía diplomática. Las sanciones aplicadas a Hamas, tras hacerse del control político en Gaza, no han hecho sino fortalecer a los sectores más radicales del grupo.

Probablemente el mayor error internacional ha sido la mala mediación en el conflicto. Un buen mediador debe ser fuerte e imparcial y, en esto último, Estados Unidos, el principal intermediario del proceso, ha fallado dramáticamente. Simbólico del sesgo norteamericano son las veces en que la Casa Blanca seleccionó a judíos militantes como sus enviados a la región. Dennis Ross, el principal negociador de la presidencia de Bill Clinton, y Martin Indyk, el representante de Barak Obama, ambos vinculados al lobby pro israelí en Estados Unidos. Durante sus gestiones, las negociaciones terminaron en sonados fracasos, en buena parte por la incapacidad del mediador de presionar a Israel a mantener sus compromisos.

La actual crisis en Gaza tiene muchas causas, pero el fracaso de las negociaciones de paz es sin duda el más importante. La diplomacia internacional debe enfrentar ese proceso, recordando que muchas veces las partes se benefician de mantener el statu quo, e incluso cooperan para prolongar el conflicto. Lejos de ser ilógica, la guerra tiene lógicas perversas, que siempre serán difíciles de romper para quienes miran el conflicto desde dentro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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