Cámaras secretas
Señor Director:
En estas elecciones se ha vuelto común ver, especialmente en redes sociales, una presión para que las personas revelen públicamente su voto, como si el carácter secreto —garantizado por las cámaras secretas— hubiese dejado de importar. Se exige transparencia absoluta hacia los demás, mientras la democracia resguarda justamente lo contrario: la libertad de decidir sin presiones.
Llama la atención que algo tan personal se trate hoy como una obligación pública. Quien no expone su preferencia es cuestionado, etiquetado o empujado a justificar una decisión que la ley protege como íntima. Cuesta entender en qué momento normalizamos esta exigencia social.
Al mismo tiempo, el debate electoral parece reducirse a documentos de propuestas o a lo dicho en un debate, como si la política se agotara en eso. El análisis democrático es más amplio y también personal.
Recordar el sentido del voto secreto no es tibieza: es defender un principio esencial de nuestra convivencia democrática.
Recordar el sentido del voto secreto no es tibieza: es defender un principio esencial de nuestra convivencia democrática.
Macarena Palou