
¿Quién es el heredero de Guzmán? ¿Matthei, Kast o Kaiser?
No hay componente ideológico más importante en la derecha chilena que el gremialismo. Esta tradición que trasciende fronteras partidarias proporciona un lenguaje compartido sobre el rol del Estado, la persona, el orden social y la autoridad, que los tres candidatos manejan con fluidez.
“Juntos podremos retomar el camino de orden y progreso que Jaime Guzmán emprendió hace más de cinco décadas”, decía Matthei en enero al ser proclamada candidata presidencial de la UDI. Mientras, Kast afirmaba que “(Guzmán) estaría en Republicanos” y Kaiser agregaba: “No me puedo imaginar que Jaime Guzmán hubiera estado a favor de cambiar la Constitución de 1980.”
En esta oportunidad podemos ver que los tres candidatos de la derecha que supuestamente intentan diferenciarse no solo expresan explícitamente su admiración por Guzmán, sino que también se esfuerzan por posicionarse como continuadores de un mismo legado.
Que la derecha compita a las presidenciales con tres candidatos no sólo es una novedad electoral, sino que también plantea interrogantes sobre la transformación ideológica de un sector que históricamente ha sido homogéneo. ¿Hasta qué punto estamos presenciando una transformación ideológica de este espectro? ¿O más bien lo que hay es una competencia para reivindicar un mismo legado?
Si analizamos los fundamentos ideológicos de Matthei, Kast, Kaiser y sus respectivos partidos, más allá de sus diferencias retóricas o trayectorias individuales, es posible identificar una base común sustentada en una de las mayores herencias ideológicas de la dictadura: el gremialismo y sus bases autoritarias.
Guzmán, la UDI y la PUC: el cimiento común
Durante el verano del 2023, entrevisté a distintos actores políticos para conocer cómo sus trayectorias políticas cambiaron luego del Estallido Social. En ese proceso di con varios dirigentes nacionales de la UDI y el Partido Republicano (PR), incluyendo a un dirigente del Partido Nacional Libertario, antes de que éste existiera. A pesar de las evidentes diferencias respecto de cómo justificaban su propia movilización y de cómo expresaban su estilo político, los participantes compartían fundamentos ideológicos profundos, que trascienden las etiquetas partidarias. El gremialismo y la reivindicación de la figura de Guzmán se situaba como el principal articulador de una matriz ideológica común que va más allá de las divisiones partidarias entre UDI y PR.
El gremialismo -una estructura ideológica chilena elaborada en los ´60 por Jaime Guzmán, con base en el conservadurismo católico y en el anticomunismo- es una doctrina con dos principios centrales: la despolitización y la subsidiariedad.
En primer lugar, aboga por una despolitización de los llamados “cuerpos intermedios” de la sociedad (los gremios), que pueden ser organizaciones variadas como universidades, sindicatos y varias organizaciones de la sociedad civil. Como estos espacios deberían enfocarse a cumplir sus intereses específicos, deben estar exentos de instrumentalizaciones ideológicas, como las de los partidos políticos.
En segundo lugar, dado que cada gremio debe cumplir su propio propósito, el Estado debe tener un rol subsidiario, interviniendo solo cuando los individuos o gremios no pueden actuar de manera independiente. Esta idea permitió extender un vínculo ideológico con los Chicago Boys, dando fundamentos para abogar por un Estado pequeño que no interfiera en las dinámicas del mercado, excepto para garantizar el cumplimiento de contratos y la propiedad privada. Esta doctrina es la base ideológica explícita de la UDI y el PR, y de manera implícita del Partido Nacional Libertario (PNL).
Tanto Matthei como Kast como son productos directos de esta tradición. Matthei, a pesar de sus inicios en RN, se transformó en una figura histórica de la UDI y representa la continuidad institucional del proyecto guzmaniano. Kast, militante histórico de la UDI, renunció a ese partido en 2017, acusándolo de abandonar sus pilares ideológicos, profundizando así sus vínculos profundos con el gremialismo. Ambos estudiaron en la PUC, epicentro de la socialización temprana gremialista.
De ahí uno se pregunta, la UDI y el PR, ¿son tan distintos? Según la investigación de Víctor Muñoz Tamayo sobre la UDI, el gremialismo es una cultura política que involucra al partido, pero a la vez lo trasciende, pues comprende todos los vínculos sociales que acompañan a la UDI hasta la actualidad. La constitución de esta corriente se arraiga en una red, identidad, doctrina y cultura militante que surgen de este proceso. Mi investigación indica que el gremialismo ocupa el espacio común que fluye entre dos partidos con la misma cultura política. Por ende, sus narrativas no son aisladas, sino más bien, constituyen los mismos fundamentos ideológicos, inspiraciones, vínculos sociales, dogmas religiosos y jerarquías.
Si comparamos los principios rectores de la UDI y el PR, encontramos una convergencia doctrinaria con el gremialismo. Ambos convergen en la defensa de la familia como núcleo fundamental de la sociedad, arguyéndolo como un valor objetivo e intrínseco para el bien común. Ambos explicitan la centralidad de Dios y la religión en la vida pública, y promueven la autonomía de los cuerpos intermedios en pos de una reivindicación de la subsidiariedad. A la vez, comparten su apego a los principios de lo que denominan una economía social de mercado, instando a una institucionalidad fuerte que garantice su funcionamiento.
Entonces, más allá de las retóricas y disputas contingente, ambos adoptan y adaptan la misma matriz ideológica, compartiendo así una misma identidad gremialista. Y en esta línea, Guzmán se articula como el vínculo entre la socialización y la doctrina de una misma cultura militante en dos partidos que compiten para reivindicar el mismo legado.
El caso de Kaiser: los límites de un outsider que reivindica lo mismo
Kaiser se presenta como un caso aparte. Aunque proviene de la comunidad chileno-alemana como Kast, no pasó por la socialización gremialista de la PUC ni la UDI. Sin embargo, a pesar de tener una retórica más confrontacional y autoritaria, también ha expresado públicamente su admiración por Guzmán. Y si exploramos los principios de su partido, el PNL, también podemos ver una continuidad ideológica con la matriz gremialista.
Lo principal es (re)afirmar que el ser humano es una creación divina y que posee derechos previos y superiores al Estado. Enumerando la vida, la libertad y la propiedad privada, se reafirma la doctrina gremialista de la persona al centro y la autonomía de los cuerpos intermedios. Ahora bien, este partido encarna estos principios de una forma más radical, promoviendo aún más una reducción drástica del tamaño del Estado y la desregulación, mientras que al mismo tiempo defiende una noción de orden y autoridad basada en la restauración de un orden social jerárquico y disciplinado de un pasado idealizado.
Así, el PNL representa tanto una actualización más extrema y explícita de la matriz ideológica gremialista, como la capacidad del gremialismo de expandirse más allá de sus círculos originales, incorporando figuras que, sin haber vivido la socialización tradicional de la PUC o la UDI, abrazan sus principios centrales.
Cuando la competencia impulsa la radicalización
No hay componente ideológico más importante en la derecha chilena que el gremialismo. Esta tradición que trasciende fronteras partidarias proporciona un lenguaje compartido sobre el rol del Estado, la persona, el orden social y la autoridad, que los tres candidatos manejan con fluidez. Por eso, más allá de diferencias ideológicas, las discrepancias entre estos candidatos son principalmente de grado, estilo y orden discursivo. Mientras Matthei representa el conflicto entre moderación y radicalización de la derecha, Kast encarna la radicalización post-estallido, y Kaiser explora los límites que la radicalización tiene. Más allá de una disputa retórica y electoral, la evidencia sugiere que la verdadera batalla en la derecha está en quién ocupa el lugar histórico del legado de Guzmán.
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