Opinión
Kast: depende, todo depende
En esta segunda vuelta, Kast no se ha salido del guion, pero para lograrlo ha tenido que generar expectativas –desmesuradas– que después, en el caso de ganar, tendrá que tocar con guitarra.
Sin duda, el debate de Archi de la semana pasada, fue la peor performance de José Antonio Kast desde el inicio de la campaña, y no tanto por su mal desempeño, sino principalmente porque se le desarmó el libreto, cuidadosamente aplicado con una disciplina prusiana durante meses. Un diagnóstico catastrófico del país –“Chile se cae a pedazos”, de ahí un gobierno de emergencia-un relato simple, concentrado en cuatro ideas fuerza -delincuencia, migración, narcotráfico y reducción del Estado- de titulares, sin entregar detalles del cómo se harían las cosas. Y claro, la evitación de un tema que lo catapultó en 2021: sus posiciones ultraconservadoras en materia cultural y valórica.
Lo cierto es que el debate sacó a Kast de su zona de confort. Con una Jeannette Jara jugando al ataque, pero principalmente por la agudeza del set de periodistas escogidos por las radios. José Antonio se notó incomodo, inseguro. Exceso de sonrisas, muchas dudas, hasta llegar incluso a tocar “la campana” -decir que su tiempo había terminado para evitar responder una pregunta, algo inédito en este tipo de debates.
Por supuesto que Jara, en este caso la retadora, debía jugar todas sus cartas, y aprovechó bien la instancia. Y claro, también se entendió por qué Kast eludió los debates y entrevistas riesgosas, como los programas de Moschatti y Don Francisco. El entorno del candidato republicano sabe que JAK es un candidato disciplinado -repite el cuento de los fenicios de manera precisa-, pero que no tiene carisma y le cuesta mucho improvisar. Y claro, en término estratégicos, además, cuando se lleva la delantera, siempre existen más riesgos de cometer un error no forzado.
¿Qué dejó al descubierto el debate? En relación con Jeannette Jara, la candidata del oficialismo ha hecho un esfuerzo por despegarse del gobierno -fue muy crítica con la actuación del ejecutivo en la frontera con Perú- y mostrar un pragmatismo a toda prueba, incorporando propuestas de Parisi y Matthei. De forma, Jara se mostró segura -salvo un patinazo con el pago del TAG- y proyectó que tiene carácter. Actuó como un verdadero Rottweiler con su rival. Lo encierra y no lo suelta hasta que JAK comete el error. Su estrategia para que devele dónde aplicará el recorte de los 6.000 MUS Kast ha terminado por enredar al republicano. El punto es que le queda muy poco tiempo para lograr el objetivo. Si lo que ocurrió el miércoles 3 hubiera pasado hace quince días -punto ganado para Kast por evitar los debates- de seguro la aguja se podría haber movido con facilidad. Claro que aún queda el debate de Anatel, veremos si el equipo de Kast logra entrenarlo para no naufragar como en el encuentro de Archi.
Partamos ahora por la puesta en escena de José Antonio Kast. Si bien logró mantener la calma y el tono que lo caracteriza -pausado, plano, lento- su rostro delató su incomodidad. Aunque sin duda, el uso excesivo de la palabra “depende” en sus respuestas – lo usó siete veces- fue el signo más claro de como se descoloca cuando lo sacan del libreto aprendido, llevándolo a terrenos más controversiales. Y si bien el candidato argumentó después que las cosas no son blanco y negro -cosa que comparto- distinto es cuando se trata de un aspirante a la presidencia. Las personas esperan certezas y se mueven por la seguridad que transmite quien dirigirá los destinos de un país. De hecho, el atributo más valorado de un candidato por las personas en las encuestas es la seguridad en sus planteamientos.
Por cierto, en ambientes en que JAK no se siente cómodo, en su relato quedan en evidencia sus propias contradicciones. El tema de los inmigrantes ha sido un eje central en su campaña, por lo que cuesta comprender como no tienen claro en su comando como realmente van a enfrentar el problema. En el debate señaló ahora que va a “invitar” -decía antes que los expulsaría- a las 330.000 personas en esa situación a abandonar el país de forma voluntaria, algo tan ingenuo como imposible. Pero, además, agregó esta vez otro curioso argumento. Planteó que deben ser los empleadores de esos ilegales los que les paguen el pasaje. El empleador de un feriante, de un temporero o de a una empleada de casa particular tendría que ser estúpido al confesar que tuvo a una persona de manera irregular, y para colmo pagarle el pasaje a Caracas, unos 700.000 pesos. Un plan de una debilidad asombrosa para haber tenido un año para preparar una solución.
Pero dónde José Antonio cometió un error importante fue a través de los lapsus que tuvo en dos temas que eludió durante toda la campaña. Por primera vez el inconsciente lo traicionó en un tema valórico, cuando admitió que vetaría la ley de eutanasia, la que avanza hoy en el Parlamento y tiene el respaldo incluso de sus nuevos aliados, Demócratas y Amarillos. Un tema sensible, que proyecta posiciones ideológicas de fondo y dónde la adscripción religiosa del candidato es decisiva. Recordemos que Kast votó contra la ley de divorcio y se opuso tenazmente al aborto. Además, en la campaña anterior defendió la planificación familiar vía método natural.
Y luego vendría el tema de las 40 horas. Al comienzo de la campaña tanto Kast como Kaiser plantearon que esta era una ley que ha traído consecuencias nefastas en el empleo y que estaban por echar pie atrás. Con el correr de los meses, Kaiser mantuvo la bandera, pero Kast dejó de mencionarlo. Ante la insistencia periodística, y luego de tratar de eludir una respuesta por un minuto completo, el candidato terminó por confesar que su posición será equivalente a como los republicanos votaron en el Congreso: en contra. Es decir, Kast sigue siendo partidario de volver a las 45 horas, pese a al acuerdo transversal que permitió la promulgación de la ley, en que ellos se restaron.
En resumen, el debate dejó en evidencia las falencias y debilidades -como la forma en que saldrían los migrantes ilegales- de un relato que ha evitado entrar en el fondo de los problemas y se ha afirmado en frases que generan expectativas desmesuradas basado en un diagnóstico catastrófico del país, lo que no se condice con las cifras macro económicas, y por supuesto, dejando afuera temas valóricos, lo que de seguro, saldrán del sombrero en caso de ganar el republicano.
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