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Del celular a la cancha: el desafío de implementar Opinión

Del celular a la cancha: el desafío de implementar

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Paloma del Villar Tagle
Por : Paloma del Villar Tagle Directora Observatorio Niñez, Fundación Colunga
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Regular el uso de celulares obliga a repensar el tiempo educativo y recreativo: ¿Qué alternativas de juego, movimiento y socialización ofrecerán los colegios?


En un contexto donde el bienestar físico y la salud mental de niñas, niños y adolescentes se han instalado como una preocupación urgente, este mes recibimos dos buenas noticias: la aprobación de la que promueve 60 minutos diarios de actividad física en establecimientos educacionales y el avance en el Congreso del proyecto que regula el uso de celulares en los colegios, que se espera sea aprobado este año. Ambas iniciativas, si se implementan de manera adecuada, tienen el potencial de mejorar la calidad de vida de miles de estudiantes, fortaleciendo su bienestar físico, socioemocional y también sus aprendizajes.

Las cifras recientes son preocupantes. Una encuesta casi censal de segundo medio realizada por SENDA muestra que un 42% de las niñas y niños no realiza nada o casi nada de actividad física. Conocemos también las ya históricas altas cifras de obesidad. En paralelo, la presencia de las pantallas es prácticamente total: la mitad declara pasar 3 o más horas al día en redes sociales, 1 de cada 3 entre una y 3 horas al día. El impacto en la escuela es evidente. Un informe de la OCDE (2024) ubicó a Chile entre los países con mayores niveles de distracción por uso de celulares en clases: más del 50% de los estudiantes reconoció distraerse con su dispositivo, entre 73 países. Además, encontró una relación clara entre horas de pantalla y el rendimiento en PISA, la prueba internacional que evalúa a estudiantes de 15 años en lectura, matemáticas y ciencias para medir la calidad de los sistemas educativos.

Los resultados del SIMCE 2024 van en la misma línea: 1 de cada 4 estudiantes de colegios municipales y subvencionados dice usar el celular más de tres horas al día para chatear en clases, y sólo 1 de cada 10 declara no usarlo en absoluto. Nuevamente aparece la brecha socioeconómica: en los colegios particulares pagados un tercio no lo usa nunca, mientras que solo 1 de cada 10 lo utiliza más de tres horas. 

Estas dos iniciativas legislativas se potencian mutuamente. Regular el uso de celulares obliga a repensar el tiempo educativo y recreativo: ¿Qué alternativas de juego, movimiento y socialización ofrecerán los colegios? La nueva Ley de Actividad Física provee justamente un marco para que esa reconfiguración promueva más juego, deporte y experiencias que fortalezcan el desarrollo integral.

Pero el potencial de ambas leyes se juega en la implementación. Será el próximo gobierno el encargado de hacerlas realidad. Para que estas transformaciones tengan el impacto esperado, los ministerios de Educación y de Deporte deberán asumir un rol activo: acompañar a las escuelas en la transición, asegurar financiamiento para infraestructura y recursos pedagógicos, y contar con más profesionales que permitan ofrecer alternativas atractivas y significativas para niñas, niños y adolescentes. Si queremos que estas buenas noticias se traduzcan en bienestar real, necesitamos que la implementación esté a la altura del desafío.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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