Filme «Propaganda» se estrena este jueves 3 de abril
Durante varios meses de 2013, un grupo de documentalistas asociados al proyecto MAFI, que busca mapear la realidad política y social del país, siguió a cinco de los ex candidatos presidenciales. El resultado fue un registro vehemente de cómo la política construye las campañas de los candidatos en función de la emocionalidad y las estrategias de mercado por sobre las propuestas programáticas. «La relación que se establece entre ciudadanía y sistema político se basa en elementos de marca, tal y como funciona con un producto», dice el director Christopher Murray.
Sobre un escenario con cortinas rojas, Parisi dice: «Míreme a lo(s) ojo(s), mírenlo(s) como brillan…¡Quiero estar en La Mone(d)aaaa! ¡Quiero agarrar a patá en la raja a lo(s) partidooo(s). Aplausos.
En otro plano, un grupo de obreros de la construcción conversan de política durante la colación y uno de ellos dice con claridad. «Hay que votar informados, no hay que votar por la Mathei porque es rubia hueón, no, hay que informarse».
Sur de Chile. Comando de Bachelet. Una señora en la puerta con calendarios con la imagen de la ex candidata interrumpe a un peatón:
– ¿Vecino? ¿vecino? ¿no quiere un cartel?
– No gracias…no voto
-¿No vota?
-No
-¿Y el calendario?
-Ah…, bueno el calendario sí. Gracias.
Estás situaciones elocuentes forman parte del documental Propaganda, elaborado por un grupo de documentalistas nacionales agrupados bajo el proyecto «Mafi», que busca mapear la realidad nacional y que se estrena este jueves en las salas de cine.
Se trata de un proyecto audiovisual distinto. En él no están las imágenes convencionales que se acostumbran mostrar en las campañas políticas, con los candidatos sonrientes, en su mejor ángulo, con palabras para el bronce. En este filme se muestra la trastienda, la mueca forzada del candidato o candidata antes de sacarse la foto. La casa vacía del poblador luego que el político se retira, junto una maraña de cámaras, en el clásico puerta a puerta.
«Nuestra película en ningún caso menosprecia a la política. Lo que hace a través de esta mirada crítica es tratar de llamar la atención respecto del modo en que la política se está relacionando con la gente y en miras también a entender que la política en un factor esencial en la construcción de un país y que por lo tanto debe subir sus estándares y ser capaz de manejarse de una manera más compleja», advierte Christopher Murray, director de la película y quien durante varios meses del 2013 siguió, junto otros 16 documentalistas, a Marco Parisi, Michelet Bachelet, Marco Enríquez-Ominami, Evelyn Mathei y Roxana Miranda.
Alfredo Sfeir, Tomás Jocelyn-Holt, Marcel Claude y Ricardo Isrrael, quedaron debajo de la mesa.
En el transcurso de este documental de 60 minutos -cuya avant premiere se realiza este martes a las 19 horas en la Cineteca del Centro Cultural La Moneda- las imágenes van revelando que la «cercanía con la gente», ese concepto que se valora en marketing político como fundamental a la hora de captar votos, desaparece apenas se apaga el foco de la prensa para tomar su lugar el concepto contrario y que se aprecia como perenne: la distancia.
Como explica Murray, este documental parte un análisis previo, de un diagnóstico donde se observa «una fractura entre ciudadanía y sistema político, que se basa en cierto grado de desconfianza respecto de cómo se hace política . Y en esa fractura es donde nos ubicamos a registrar las contradicciones».
«Y esto es muy interesante» -añade- «porque en una campaña política esos dos sistemas (ciudadanía y sistema político) están obligados a seducirse mutuamente».
La seducción, a partir de esa constatación, se convierte en la clave velada o en llave oculta que permite al documental ingresar a un terreno donde la construcción de la imagen tiene un peso mayor, a la hora de la captación del voto, que la difusión de los ejes programáticos.
«Lo que uno puede decir y es la norma que uno percibe, es que esa construcción de imagen no necesariamente va acompañado de una propuesta, o aun cuando esa propuesta exista, no es el motor por el cual una persona va a votar», sostiene Murray.
Así es como se aprecia por ejemplo a MEO, reposado sobre un sillón, elevando su puño en señal de adhesión mientras escucha (y repite de memoria) sus propias palabras en la tele. O a la diputada Marcela Sabat tratando de achicarse para no verse más alta que Mathei a la hora de las fotos oficiales. O la cara de sorpresa de Bachelet cuando Roxana Miranda, en pleno debate radial, le dice a la ahora mandataria: «Señora Bachelet yo tengo un magíster en economía, porque con su bono de 40 lucas tengo que llegar a fin de mes».
«Una visión que uno puede tener de Propaganda y que es súper delicada es que uno puede ver que muchas de las estrategias de comunicación política pasan por la construcción de la imagen. La relación que se establece entre ciudadanía y los candidatos es una relación que pasa por lo emocional, simplemente por elementos de marca, tal y como funciona con un producto: imagen-emoción», apunta con vehemencia Murray.
«Uno siempre esperaría que en una democracia sana las campañas se basaran en promover ideas, diálogos y que la ciudadanía pueda votar desde esa posición y no desde la posición de una imagen construida», dice.
Devotas de Bachelet
En esa contradicción, entre la construcción artificial de una imagen para seducir emocionalmente al electorado y las propuestas programáticas, el documental Propaganda, a través de recursos humorísticos, pone el acento en la existencia -tal y como dice el director- «de un drama», que tiene -de acuerdo a lo observado por los documentalistas- una implicancia directa en la «despolitización de la gente» y en la «pérdida de confianza» del sistema político.
«Aquí tenemos un drama democrático que exige una mejora y una renovación de la política respecto a la valoración que hacen de la gente», remata.
