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Director de Matucana 100: «La cultura es la llave para muchos problemas y a los políticos les falta esa visión» En el centro cultural apuestan por una mayor interpretación de las tendencias culturales

Director de Matucana 100: «La cultura es la llave para muchos problemas y a los políticos les falta esa visión»

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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Con cuatro años al mando de M100, Cristóbal Gumucio cree que en la captación de públicos nuevos está la esencia de la democratización de la cultura. Pero en esta democratización, la oferta de productos creativos llamativos no sería la única clave. La otra estaría en la comunicación que se ejerce con la comunidad a través de la interpretación que hacen los artistas de la realidad y de la contingencia social. «El trabajo artístico va dos pasos más adelante que el resto de la sociedad», señala el director, para quien en esa delantera se puede apreciar la inversión, que es precisamente la mirada que le falta a la clase política.


En el Centro Cultural Matucana 100 se reconocen como una bisagra. Una articulación, que en términos geográficos sería la herencia de los viejos ramales de Quinta Normal. Pero también como una bisagra simbólica que conecta culturalmente los intereses artísticos de creadores emergentes y consolidados, de los que provienen de comunas populares y los de alto nivel económico; una conexión donde fluyen tanto las nuevas tendencias artísticas como los nuevos públicos.

Cistóbal Gumucio Anitat, director de Matucana 100 desde hace cuatro años, piensa que si bien el lugar en donde se encuentra enclavado el centro cultural les favorece, pues se trata de un espacio único donde confluyen la Biblioteca de Santiago, El Museo de Arte Contemporáneo, el Artequín, el Museo Ferroviario, el de Educación y el Museo de la Memoria, entre otros, la conexión con las tendencias y los públicos no se da en la geografía, sino en el espacio de la creatividad en que los artistas se sienten libres de interpretar la realidad y dar densidad a la contingencia.

Foto: Javier Liaño

Foto: Javier Liaño

«La conexión se da en la proximidad con el momento. Muchas veces el trabajo artístico va dos pasos más adelante que el resto de la sociedad. Va armando códigos que permiten ir descifrando cosas más complejas del ayer y del mañana», dice Gumucio, convencido de que las artes permiten identificar los códigos culturales que son comunes a todos, pero que no se asimilan fácilmente. La misión del artista, explica, «está en reentender la sociedad» y la misión del centro está «en darles el espacio para ello».

Esto que para muchos puede sonar elemental, no los es –remarca Gumucio– cuando se observa la valoración que hace de la cultura la clase política.

«Aunque la situación comienza a cambiar lentamente, los políticos (en general y no en particular) siguen viendo la cultura como un gasto y no como una inversión. La cultura es la llave para muchos problemas que hoy enfrentamos y a los políticos les falta esa visión», sostiene el gestor cultural.

La conexión

Una de las fórmulas usadas por Matucana 1oo para conectar el arte -que muchas veces se entiende como elitista– con el mundo y sus contingencias, se dio el 2013 en el campo de las artes visuales a propósito de la «Colección vecinal», del artista Gonzalo Pedraza.  Para esta exhibición, el artista les pidió a los vecinos de Matucana que buscaran entre sus pertenencias aquellos objetos que consideraban obras de arte. Así, llegaron dibujos infantiles, bacinicas, juguetes y hasta un Matta original.

«Aquí se abordó el tema del territorio y del conocimiento visual de los vecinos, que ya no era solamente artístico, porque finalmente todos tenemos una memoria visual. Lo que se hizo con esa exposición fue ampliar la conexión que existía con la población, invitándolos a entregar una obra y con ellas generar gabinetes visuales con una perspectiva abierta y popular», recuerda el director, para quien lo importante no estaba en la colección, sino en «la experiencia vital», en la elección o voluntad de participar de la gente del barrio. Ahí, reflexiona Gumucio, es donde se encuentra la clave de lo que llama «los nuevos públicos».

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Públicos jóvenes

En la búsqueda permanente por llegar a más gente, intentando superar la segmentación de algunos géneros artísticos, como la danza y las mismas artes visuales, la música ha jugado un rol trascendente.

«A mediados del 2010 empezamos a introducir ciertos cambios y hacer un trabajo más micro en la línea musical. Hoy creo que ese espacio ya está instalado. Los músicos, los productores y los públicos ven a M100 como una alternativa». Para eso, sostiene el director, «aprovechamos la ola que vive hoy la música chilena que está experimentando una gran momento, único, diría».

Ese momento del que habla Cristóbal tuvo su manifestación palpable durante el MFEST, el primer festival de música, de factura propia, realizado el 2013. «Tuvimos a casi todos los grandes cantautores chilenos que son de gran calidad. Muchas bandas, algunas consolidadas y otras en proyección. Fue un desafío bastante cumplido. Tocar aquí es distinto que tocar en un club o en otro espacio, aquí se experimenta una densidad distinta».

Otro de los ejemplos que luce Matucana 100 se dio el campo del videoarte –una de las expresiones artísticas con mayor proyección en el arte contemporáneo internacional–, luego de que apostaran por dotar de una salida masiva a este formato instalando en una galería el proyecto de «Video Concreta». Se trata de una sala que forma parte de la galería homónima donde todo el año se exhiben producciones de videoarte y cuyo fin es promover la creación y que el visitante al que lo mueve otro tipo de expresiones se tope con la exposición e ingrese, así, a este nuevo universo.

«Decidimos hacer una jugada estratégica con el curador Gonzalo Cadenas, de transformar ese espacio (la galería) que no estaba siendo muy utilizado. Había muchos artistas que estaban trabajando el videoarte como expresión, pero no existía un espacio que estuviera trabajando los públicos», explica, al tiempo que remarca que se trata de la única sala en Chile que se dedica exclusivamente a ese formato.

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 Multiculturalidad y regiones

Una de las situaciones que se presenta como de mayor complejidad de enfrentar por Matucana 100, es la multiculturalidad, representada por la densa inmigración que ha llegado a ese sector de Santiago.

Desde hace ya varios años que Quinta Normal, Barrio Brasil, Cumming y Yungay se han transformado en barrios multiculturales. Un caso concreto es el de la Escuela República Alemana de Barrio Yungay. En ese espacio escolar conviven chilenos, peruanos, colombianos y dominicanos, entre otros. La misión educacional de este establecimiento, además de la instrucción formal, es precisamente favorecer la inserción cultural, entendida como un ejercicio de ida y vuelta y que compromete también al resto de la comunidad. Centros culturales, incluidos.

«Es claramente un desafío, porque hay que pensar que el inmigrante está preocupado principalmente de cubrir necesidades económicas y de inserción que le son más urgentes. Ahí tenemos que hacer un esfuerzo de trabajo para abrir un espacio que considere una dimensión de calidad de vida distinta. Diría que en este ámbito hemos hecho algunas acciones, pero es una tarea pendiente que debemos abordar», confiesa.

En cuanto al trabajo que se hace con las regiones, «hay más terreno abonado», reconoce. Actualmente, M100, en colaboración con Santiago Innova, Balmaceda Arte Joven y el Observatorio de Políticas Culturales, y bajo el financiamiento de la Unión Europea, realizan un proyecto de descentralización cultural, que incluye a Valparaíso, Santiago y la Región del Maule.

«El talento está en todo el territorio, de modo que sólo hay que ir a buscarlo», dice convencido Gumucio. Bajo esta óptica, la de buscar y no sólo la de recibir, el director de M100 sostiene que, entre más distribuidos estén los espacios destinados a comunicar cultura, «otra será la calidad de Chile, generando los elementos positivos para contribuir a la identidad y la cohesión social».

El Estado y la invisibilidad

Otra de las ideas interesantes que expresa Gumucio se relaciona con la necesaria «invisibilidad» que debe tener la institucionalidad central en materia cultural.

Con esta idea, el gestor cultural no se refiere a que se haga invisible la difusión de proyectos, concursos o acciones, todo lo contrario. Se refiere más bien a la idea de que el Estado o la institucionalidad, llámese Consejo de la Cultura y las Artes o Ministerio de Cultura, debe pasar a segundo plano para ceder su posición a los creadores.

«El Estado debe generar políticas públicas culturales, pero al mismo tiempo tiene que dejar cierto espacio de oxigenación, donde sean los mismos creadores los que tengan el protagonismo», remata.

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