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Pobre y triste realidad de TV chilena: Niños concentran su atención en programas de adultos y de madrugada Reportaje a la precaria programación infantil en los canales de TV chilenos

Pobre y triste realidad de TV chilena: Niños concentran su atención en programas de adultos y de madrugada

Mientras en países vecinos se fortaleció la televisión pública, creando incluso –como en Argentina– canales dedicados especialmente a los niños, en Chile por términos comerciales se optó por reducirla y en algunos casos incluso eliminar la franja infantil. Hoy los chicos que en Chile ven Tv abierta, según el CNTV, consumen en su gran mayoría contenidos para adultos y en horarios nocturnos como “Morandé con Compañía”. ¿Qué hacer con esta realidad si a ello se suma que los niños de hoy son “multiplataforma”? Opinan expertos en sicología y cine infantil, en TV y contenidos digitales.


La TV abierta está en crisis. Aquí y allá. Una crisis que en el caso de TVN se refleja en los serios problemas económicos que atraviesa, en los despidos masivos de sus trabajadores y en su castigada audiencia, pero que en términos programáticos no se diferencia mayormente del resto: telenovelas locales y turcas, fórmulas televisivas copiadas de shows extranjeros y noticieros tres veces al día. ¿Pero qué pasa con la programación infantil? ¿Qué están viendo los chicos? Aquí la crisis y la pobreza de los contenidos, adelantan especialistas, pareciera haber tocado fondo.

Contenidos de adultos

Hace algunos años cuando irrumpió con fuerza la televisión de pago y una buena cantidad de la audiencia infantil emigró al cable, donde se encontraba programación continua, algunos países como Argentina y Brasil abordaron el tema fortaleciendo la televisión pública, y en el caso argentino, más específicamente, creando un canal especial para niños, el Pakapaka. ¿Qué pasó en Chile? Primó un análisis comercial: si cae la audiencia y la rentabilidad, entonces se disminuye la programación o se elimina. En cinco años la TV infantil en Chile pasó de ocupar el 13% de la parrilla el 2010 a 7,6 % el 2014, y sigue en descenso.

Sin programación para su edad, ¿los niños dejaron de ver tele? El último informe del Consejo Nacional de Televisión sobre consumo infantil arrojó que el 95% de ellos ven programas que no están dirigidos específicamente para menores de edad. Y de ese porcentaje, una cuarta parte, concentra su atención en programas exclusivamente para adultos. El 2014 los programas más vistos por los niños, en días de semana, fueron “Morandé con Compañía”, y las teleseries turcas “Las mil y una noches” y “Fatmagul”.

“Si tú les das hamburguesa con papas fritas todos los días a los niños, les va a encantar. Van a decir que es lo mejor. Pero en el largo plazo tendrán serios problemas de salud. Lo mismo pasa con los contenidos audiovisuales. Si tú les das contenidos poco sanos a los niños, afectarás en distintos ámbitos su desarrollo sicosocial”, opina Pablo Christiny, uno de los mayores especialistas en televisión infantil y que dirige la fundación Nativos Digitales.

Si bien hay consenso en la preocupación sobre el rol de la TV como segundo vínculo de socialización después de la escuela, en términos sicológicos la situación es más delicada.

Ximena Muñoz, experta en psicología infantil de la Universidad Católica y presidenta del “Primer Congreso de Roscharch y otras técnicas en Chile”, explica que la formación de la personalidad y la identidad de los chicos se crean en el vínculo con el otro, y que, en en este caso, la TV también se erige como un “otro”.

“Entre los 5 y los 12 años, los niños tienen medianamente armado el desarrollo psíquico”, cuenta. “Pero si a esa edad –prosigue– se introducen temáticas ajenas a su edad, gran parte de la energía dispuesta en la tarea de vínculo, en la cognitiva y en el desarrollo social, se desvía, se reduce la energía psíquica y esto puede derivar en psicopatologías”, advierte.

La experiencia clínica, sostiene la psicóloga, ha demostrado que esta tarea de entender contenidos que no son propios de su edad, “genera en los niños angustia y los síntomas de esa angustia, en muchos de los casos observados que llegan a consulta, es la hiperactividad”.

Ahora bien, esta situación parece complicarse más, al observar, tal y como lo hizo el CNTV, que el 24 % de los niños que consumen televisión abierta en días de la semana, lo hace entre las 22:00 y la 01:59 horas.

Responsabildad parental

¿Dónde están los adultos responsables?, se pregunta, entonces, la especialista de la UC. “Cansados, agobiados, y estresados por la dinámica cultural actual, y las horas de desplazamiento”, se apresura en responder a si misma. “Pero si la cultura que reciben los niños de la TV local responde a las necesidades egocéntricas de quienes definen los lineamientos programáticos de los canales, los padres no pueden abandonar la tarea. Solo en términos físicos, ver TV en horario nocturno produce efectos negativos, porque la hormona del crecimiento requiere de descanso y oscuridad para desarrollarse”, sostiene.

Esta responsabilidad de los padres, para Soledad Suit, directora de la televisión cultural y educativa del CNTV, no debe ser solo frente a la televisión, sino también frente a todos los contenidos audiovisuales que están al alcance de la mano.

“Nosotros creemos que las familias tienen la tarea de orientar el consumo de medios en los hogares. Hoy no se trata, sin embargo, solo del consumo de televisión sino que de variado material audiovisual a los que los niños y niñas acceden a través de computador, teléfonos móviles, diversos dispositivos y plataformas”, sostiene, introduciendo un nuevo punto.

Niños multipantalla

Si bien la televisión en algunos hogares sigue siendo la actividad cultural del hogar, lo cierto es que cada día más queda atrás la noción de la TV como la conexión al mundo. La experiencia de hoy es lo que se conoce como niños multipantalla.

“El modelo de negocio de la televisión debe cambiar y adaptarse a niños que son nativos digitales y cuyo consumo mediático es multiplatafórmico”, opina Christiny, quien tal como el CNTV desde hace algún tiempo, propone el concepto de la “alfabetización mediática”, que no es otra cosa que enseñar qué ver.

Para Suit la respuesta también viene de la mano de la educación en medios audiovisuales. “Se trata de una iniciativa que perseguimos hace bastantes años, primero a través de la formación de profesores en el uso del audiovisual en clases, y de forma más reciente a través de seminarios, talleres y encuentros de formación de audiencias críticas y mediación parental”, añade.

Este proceso, apunta Christiny, es orgánico y en el que todos necesitan adaptarse. “Los padres no serán nunca nativos digitales, los padres son migrantes digitales y, ojo, los profesores también. Lo importante aquí es acortar la brecha entre adultos y niños, para poder guiar el desarrollo de los chicos, quienes tienen acceso a los nuevos medios y tecnologías, antes de tener el criterio necesario para lidiar con la infinita oferta disponible en internet”.

En ese sentido, una buena política de alfabetización mediática debe ser sistémica. “Chile está al debe en este sentido. Esto significa trabajar con los niños en colegios, pero también trabajar con los profesores para que integren nuevas herramientas y con los padres para que tomen conciencia de la importancia de tener un criterio de consumo mediático”.

Los especialistas, coinciden, eso sí, en que apoyar el consumo audiovisual multiplatafórmico, no significa que los canales tengan que abandonar la responsabilidad de proveer contenidos de calidad. Al contrario, opina Christiny, “implica innovar en la fórmula de producción y distribución. Producir buenos programas y disponibilizarlos en la pantalla y online, por ejemplo. El niño de hoy es multipantalla y también lo debe ser la oferta televisiva”.

Programación de calidad

Viviana Sepúlveda, directora del Festival de Cine Infantil y Adolescente “Ojo de Pescado”, piensa que es vital que los contenidos de esta oferta “sean de  calidad, de buena factura, tanto técnica como artística, con contenido, con historias y narraciones interesantes, con guiones inteligentes dirigidos a un público que es siempre exigente y activo”.

En los cuatro años que lleva el festival, la directora asegura que le ha dejado grandes enseñanzas con respecto a lo que los niños y niñas quieren ver en pantalla. Es lo que se llama también “entretención inteligente”.

“Muchos de los cortometrajes que elegimos son cuidadosamente pensados en la tolerancia, respeto en la diversidad, cuidado del medioambiente, aprecio por nuestras culturas, cuidado animal, educación para la paz, etc., los que siempre son aplaudidos por una audiencia que les encanta vivir esta experiencia”, explica.

Una buena parte de programas de esta naturaleza son lo que año a año son financiados por el CNTV a través de su programa Novasur. Los programas vienen envasados en formatos de dos horas de duración y se entregan de forma gratuita a todos los canales de televisión que los quieran transmitir. Los interesados son, en su gran mayoría, canales regionales.

Responsabilidad del Estado

Para enfrentar ese escenario, aclara Viviana Sepúlveda, la idea es que “como política de Estado los medios posean programas dirigidos a la niñez con contenidos de calidad, recreativos, específicos para ellos, como ya existen en algunos países de Latinoamérica como Argentina, Ecuador, Colombia, donde han venido desarrollando señales o segmentos destinados a este público, especialmente desde las televisiones públicas, que conciben a los niños y las niñas como audiencias activas, como productores y productoras de sentidos”.

“A los niños hay que ofrecerles un plato sano en el menú televisivo”, coincide el director de Nativos Digitales. “Es lo mismo que al enfrentar la obesidad como política de salud pública. En este caso, es necesario que el Estado asuma su rol de velar por el correcto desarrollo de los niños, derecho consignado en la ratificación internacional de los derechos del niño”.

Conocido el diagnóstico, la pregunta es: ¿seguirán viendo lo mismo nuestros niños?

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