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El fastidioso y poco creíble Neruda de Pablo Larraín Opinión

El fastidioso y poco creíble Neruda de Pablo Larraín

Maximiliano Salinas
Por : Maximiliano Salinas Departamento de Historia, Facultad de Humanidades, USACH. Autor de El que ríe último. Caricaturas y poesías en la prensa humorística chilena del siglo XIX (Santiago 2001), La risa de Gabriela Mistral. Una historia cultural del humor en Chile e Iberoamérica (Santiago 2010), El Chile de Juan Verdejo. El humor político de Topaze 1931-1970 (Santiago 2011), ¡El que se ríe se va al cuartel! Risa y resistencia en las poblaciones de Santiago de Chile 1973-1990 (Santiago 2015).
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La película carga las tintas a un poeta demasiado caído al trago, con fama de ganar mucha plata, con exceso de peso, sexista, prepotente, pegado en el ‘Poema 20’. Es decir, se recogen los temas trillados y vulgares relativos a su persona. Su caracterización se hace tan superficial e increíble que en ocasiones más aparece el actor que lo encarna que la propia personalidad del poeta. La fuerza y la altura del ‘Canto General’ se reducen a ciertas connotaciones furiosas y aguerridas. Como que se hubieran congregado los estereotipos del antinerudismo, recogiendo la expresión del presidente de la Fundación Pablo Neruda.


En estos años de creciente protesta social y moral en Chile se nos aparece Pablo Larraín a exhibirnos su fábula, su fabulación sobre Pablo Neruda. Otro Larraín, Luis Valdés Larraín, vicepresidente del Partido Conservador, en 1952, amenazó con una querella criminal a Neruda si pisaba suelo chileno, durante la persecución de González Videla: “Luis Valdés Larraín explica causas de su querella contra Pablo Neruda si éste regresa al país: denigró a su patria en el extranjero y calumnió a los poderes constituidos” (Las Últimas Noticias, Santiago, 26 de marzo de 1952). La revista de humor político Topaze lo llamó “Valdés Agarrín” (Topaze, 6 de junio de 1952).

Con una versión chilensis del glamour hollywoodense, este nuevo Larraín viene a contarnos lo que él se imagina de Neruda. La propaganda de la película no es menor: ‘Olvida lo que sabes’. Más lúdico, sentenció un ex Presidente de la República. ¡Cuándo no fue lúdico Neruda! (“Ricardo Lagos celebró el Neruda de Larraín: ‘Nadie pretende que refleje la realidad’”, La Segunda, 8.8.2016).

Cómo aguardamos el día en que un artista y cineasta chileno, ‘chileno completo, por vientre y lomo’, como le gustaba decir a Gabriela Mistral, nos haga una película que refleje la realidad histórica sobre el Neruda de los sencillos, de los que, para increíble sorpresa de todos, al fin ganarán en la historia. “Ganaremos nosotros, / los más sencillos, / ganaremos, / aunque tú no le creas, / ganaremos” (Pablo Neruda, ‘Oda al hombre sencillo’. Odas Elementales, 1954). Gabriela Mistral le dijo una vez al escritor de elite Benjamín Subercaseaux: “Vos eres chileno a medias. Lo que deseo es estar satisfecha de un chileno completo, por vientre y lomo” (Benjamín Subercaseaux, “Gabriela en Petrópolis”, en Retorno de USA, Santiago: Zig-Zag, 1943).

[cita tipo=»destaque»]La película carga las tintas a un poeta demasiado caído al trago, con fama de ganar mucha plata, con exceso de peso, sexista, prepotente, pegado en el ‘Poema 20’. Es decir, se recogen los temas trillados y vulgares relativos a su persona. Su caracterización se hace tan superficial e increíble que en ocasiones más aparece el actor que lo encarna que la propia personalidad del poeta. La fuerza y la altura del Canto General se reducen a ciertas connotaciones furiosas y aguerridas. Como que se hubieran congregado los estereotipos del antinerudismo, recogiendo la expresión del presidente de la Fundación Pablo Neruda.[/cita]

Se argumenta con toda legitimidad que cada quien tiene el derecho de inventar artísticamente lo que le viene en gana. Los derechos sagrados del arte. Con todo, la flagrante desigualdad en Chile hace que ver en pantalla a Pablo Neruda, el poeta de la repulsa antioligárquica, de la revolución con empanadas y vino tinto, el poeta de los sencillos, el poeta de Joaquín Murieta, recreado por la fábula de Larraín no sea algo especialmente simpático: es tedioso, fastidioso, poco creíble: “En la película de Larraín se advierte una intención de desmitificar la visión del poeta como prócer ciudadano. Esta intención se realiza a través de la exacerbación hasta la parodia de ciertos lugares comunes del antinerudismo, como los del comunista burgués […]. La imagen que da la película de Neruda como político frívolo nos parece una extrapolación anacrónica de la imagen actual de un cierto tipo de político light” (Raúl Bulnes, Presidente Fundación Pablo Neruda, ‘El Neruda de Larraín’, El Mercurio, Santiago, 10.8.2016).

La película carga las tintas a un poeta demasiado caído al trago, con fama de ganar mucha plata, con exceso de peso, sexista, prepotente, pegado en el ‘Poema 20’. Es decir, se recogen los temas trillados y vulgares relativos a su persona. Su caracterización se hace tan superficial e increíble que en ocasiones más aparece el actor que lo encarna que la propia personalidad del poeta. La fuerza y la altura del ‘Canto General’ se reducen a ciertas connotaciones furiosas y aguerridas. Como que se hubieran congregado los estereotipos del antinerudismo, recogiendo la expresión del presidente de la Fundación Pablo Neruda.

¿Cómo explicar tan poca complicidad o intimidad con el propio Pablo Neruda? ¿Cuál es la intención artística y política de Larraín? Da la impresión que la trama está más centrada en el policía perseguidor que en el poeta perseguido, en la cacería política que en la intimidad de Neruda. ¿Larraín está más cerca del policía que del poeta? Dicho de otro modo, ¿no estará presente, en el director del filme, el visceral antinerudismo de aquel vicepresidente del Partido Conservador Valdés Larraín en tiempos de González Videla?

Para cualquier mediano conocedor de la historia nacional, decir Larraín en Chile no es tema baladí. Los Larraín conformaron la nobleza colonial: el clan de los Ochocientos. El excesivo poder y prepotencia de los Larraín fue una preocupación política para José Miguel Carrera. En La pérgola de las flores la antagonista de la obra es Laura Larraín, prototipo de una elite a distancia infranqueable de la chilenísima pérgola de San Francisco (Isidora Aguirre, La pérgola de las flores, 1959). Incluso Pablo Neruda hizo un guiño festivo a los prolongados descendientes de esos representantes del tiempo colonial: “Se asomó el vizcaíno con un saco, / el Errázuriz con sus alpargatas, / el Fernández Larraín a vender velas” (Pablo Neruda, Canto General. Ver también Pablo Neruda, “El Sr. Fernández Larraín no cambiará la historia”, El Siglo, 12.10.1954).

Neruda es más alucinante que todas las narraciones posibles acerca de su vida. Las ilusiones del arte de elite, y con visibles trazos de antinerudismo, se tornan mezquinas. Más hablan del sujeto realizador que de la obra realizada. ¿Por qué Neruda tiene que terminar hablando en francés? Una cosa está clara. Neruda buscó siempre pertenecer a las mayorías. Su obra está destinada a encender la imaginación de esas mayorías, no la de las elites enriquecidas del tiempo colonial. O la del artista como ‘pequeño dios’.

En 1952 escribió Neruda: “Ya sabemos cómo se apoderan de la historia los falsificadores oficiales de la burguesía” (Pablo Neruda, Prólogo a Hijo del salitre, de Volodia Teitelboim, mayo 1952).

Quedamos a la linda espera de una nueva producción cinematográfica. Que dé esta vez expresión a las mayúsculas fantasías colectivas del pueblo, de los olvidados de la tierra, esas que llevaron a Neruda a ser el partidario fervoroso de la dignidad luminosa y mundial de Chile en 1970. Esos olvidados que, como dijo Neruda al agradecer el Premio Nobel en nombre de todos los laureados del año 1971, “en esta ocasión feliz de mi vida me parecen más verdaderos que mi expresión, más altos que mis cordilleras, más anchos que el océano. Yo pertenezco con orgullo a la multitud humana, no a unos pocos sino a unos muchos, y estoy aquí rodeado por su presencia invisible” (Pablo Neruda, La presencia invisible. Discurso para agradecer el Premio Nobel en nombre de todos los laureados del año 1971).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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