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El complejo escenario para Deloitte por crisis de SMU Hace seis años valida los números de la supermercadista de Álvaro Saieh

El complejo escenario para Deloitte por crisis de SMU

Héctor Cárcamo
Por : Héctor Cárcamo Periodista El Mostrador Mercados
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En dos ocasiones la auditora ha tenido que corregir errores. Fondo Southern Cross, minoritario clave, cuestiona su desempeño. Además, ex socio de la auditora es personaje clave de Corpgroup y director de SMU.


La situación de SMU venía mal desde antes, pero cuando reconoció errores en la contabilización de contratos de arrendamiento que afectaron sus indicadores financieros, la situación se tornó crítica.

La administración y el directorio aparecen como los causantes del problema, pero hay un tercero que también tiene responsabilidades: la auditora Deloitte. No detectó los errores y lleva seis años revisando y validando los números de la cadena supermercadista de Álvaro Saieh.

La firma fue la gran ganadora del concentrado mercado de auditoras en Chile a partir del escándalo de La Polar, el cual afectó el número de contratos de la líder PwC. Deloitte alcanzó la cima dejando atrás a Ernst & Young, KPMG y la firma que lidera Luis Enrique Álamos.

Uno de los clientes preferidos de Deloitte es SMU. Según informa la auditora, auditan a la supermercadista desde 2007, aunque no es la única empresa de Álvaro Saieh con la que trabajan.

También revisan, desde antes de esa fecha, al banco del empresario, CorpBanca, al holding con que maneja sus negocios, CorpGroup, a la aseguradora CorpVida y a un sinnúmero de filiales del grupo.

Y aunque el banco tiene un tamaño varias veces superior, SMU ha sido su mejor negocio. Maltrecha y todo, SMU le pagó en 2011 $ 2.134 millones (más de US$ 4 millones), una cifra que sale de lo común en el negocio de las auditoras y que duplicó ese año al segundo mayor ingreso por cliente de la firma, que fue Santander Chile.

Para 2012 Deloitte no informó la cifra debido a que, según indicó, es confidencial y porque la SVS ya no les exige entregar el detalle de estos antecedentes como sí lo exigió para 2011.

Los números llaman la atención, lo mismo que la presencia en el directorio de SMU de Juan Echeverría González, quien ingresó al directorio de la supermercadista en julio de 2012 al igual que a las principales compañías de Saieh auditadas por Deloitte.

Echeverría no es desconocido para Saieh. Fue socio de Deloitte hasta junio de 2012. Al mes siguiente, ya sabemos, pasó a integrarse a los directorios del grupo Saieh.

Y Echeverría, por su parte, no desconocía a Saieh. Hasta 2006 fue el socio de Deloitte encargado de firmar y dirigir la auditoría de CorpBanca.

Según Deloitte y SMU, no existe conflicto de interés ni incompatibilidades en que haya sido auditor de una empresa del grupo Saieh. Sin embargo, para un ejecutivo de una auditora rival, el arreglo entre Saieh y Echeverría es inusual, ya que explicaría el por qué los ex socios principales de las auditoras se jubilan en la empresa con paquetes muy generosos. “Es raro que renuncien a eso. No es la norma en el mercado local”, explica la fuente.

Escenario incierto

El escenario inmediato para Deloitte se ve complejo. El 11 de julio pasado SMU informó a la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) que el 18 de junio de este año, tres semanas después de publicar sus estados financieros al primer trimestre del presente ejercicio, el directorio solicitó a la administración que informara el 4 de julio siguiente el detalle de la política de registro de los contratos de arrendamiento de inmuebles, como su aplicación.

El 4 de julio acudieron al directorio, además de la gerencia, dos socios de Deloitte, que debían cumplir con informar si los criterios contables de la compañía coincidían con las normas de contabilización de estándar IFRS. Tras la presentación, el directorio pidió a la administración que hiciera una revisión completa de la aplicación de dicha política en la situación financiera de la compañía y solicitó a Deloitte un informe técnico.

Luego el 9 y 10 de julio el directorio escuchó de la gerencia que la revisión había detectado errores de contabilización en el 39 % de los contratos de arrendamiento, por montos cercanos a $ 39.000 millones. Esto provocó una caída de los ratios financieros de la empresa y al informarlo el 11 de julio, reconoció por primera vez que no cumplía con las exigencias de los contratos con inversionistas que habían comprado sus bonos años atrás.

La revelación de SMU de que estaba en violación de sus covenants y, al mismo tiempo, negociando con los bancos cambios a algunos compromisos, hizo que se desplomara el valor de sus bonos, desatándose las dudas sobre su viabilidad financiera de la empresa.

El holding anunció un nuevo aumento de capital, esta vez de US$ 500 millones, para de salir de la crisis y la posibilidad de abrirse en bolsa.

El propio Álvaro Saieh salió a hablar públicamente para calmar al mercado, señalando que volverá al directorio de la compañía, que dejó a comienzos de 2012, y que se comprometía a suscribir hasta US$ 250 millones, aunque en un conference call hace algunos días, un ejecutivo de SMU indicó que el aporte llegaría a US$ 300 millones si es necesario.

Responsabilidad de Deloitte

La responsabilidad en el error de los estados financieros es, en principio, de los ejecutivos que gestionan la compañía. Pero no fueron ellos los que detectaron las fallas. Tampoco lo hizo Deloitte, que audita la empresa, aunque no se considera responsable de este error, debido a que su rol de auditor sólo se aplica a los estados financieros anuales. Las Fecu trimestrales sólo corren por cuenta de la administración, según Deloitte.

Así, la auditora señala que “la responsabilidad del auditor no es sobre los estados financieros, ya que estos son confeccionados siempre por la empresa auditada, sino sobre la opinión de auditoría, que se entrega a los accionistas y al directorio, una vez al año”.

Aún más, la compañía indicó que los estados trimestrales sólo son analizados para verificar que su situación patrimonial esté razonablemente reflejada en la Fecu, opinión que, aseguran, mantienen hasta hoy.

Quien detectó la grave falta fue el directorio, según cuentan fuentes bien informadas, quienes revelan que el directorio le pidió hace pocos días a Deloitte que haga una revisión exhaustiva de la contabilización de los contratos cuestionados hacia atrás. Expertos advierten que si se detectan errores más allá de 2013, la responsabilidad recaería sobre la auditora.

El rol de las auditoras y la fe pública

La responsabilidad no sería menor, ya que en función de estados financieros pasados se hicieron los actuales y se colocaron bonos en Chile y el extranjero. La confianza del mercado y del público en general está radicada en la auditora, cuyo rol es ser los ojos de la SVS, en teoría, porque en el caso La Polar, ambos ojos estaban tuertos.

Algunos detalles ya se saben. Por ejemplo, un número relevante de los contratos de arriendo cuestionados serían con Corpvida, empresa relacionada y que es dueña de varios de los inmuebles.

En Deloitte afirman que la revisión que están realizando se reduce al primer trimestre, pero cercanos al directorio de SMU recalcan que la orden fue llegar más atrás. La SVS, según su titular Fernando Coloma, está encima, aunque hasta ahora, más allá de algunos requerimientos de información, no ha señalado nada en concreto. Ayer, la SVS solicitó información a la auditora, pero ésta no informó su contenido.

De hecho, según Deloitte, hasta ahora, no ha recibido consultas más allá de las que normalmente le llegan.

El socio con conflictos

Juan Echeverría González es contador auditor, bachiller en contabilidad y auditoría de la Universidad de Chile, y posee un máster en gestión y dirección tributaria de la Universidad Adolfo Ibáñez.

Su relación con Álvaro Saieh data de décadas. Según informa CorpBanca, dirigió desde Deloitte las auditorías de Banco Osorno (que estuvo en manos de Saieh en la segunda parte de la década de los ’80), también lo acompañó cuando tuvo CorpBanca en Venezuela y auditó a la filial en Argentina.

Al propio CorpBanca y su financiera Condell los auditó como jefe y con su firma hasta el año 2006, y ha revisado las cifras de otros bancos de la plaza. Asimismo ha hecho otros trabajos para el empresario, asesorando a Copesa, el grupo de medios de Saieh que maneja el Diario La Tercera, Que Pasa, La Hora, La Cuarta y una larga lista de radios, como Duna.

Su extensa carrera en Deloitte concluyó en junio de 2012, cuando tomó la decisión de dejar la compañía. No se fue para la casa como lo hacen normalmente los socios de una auditora. No. Echeverría tenía reservado un puesto en los distintos directorios de las principales compañías de Saieh.

Partiendo por el banco y la sociedad de Saieh con que controla sus negocios, CorpGroup. Saieh le dispuso un asiento en la aseguradora CorpVida y había otro puesto en la cadena de supermercados SMU.

Sólo días después de abandonar Deloitte, se sentó en los directorios de Saieh. En el caso de CorpBanca, incluso asumió la responsabilidad de integrar el comité de auditoría, donde compartió labores con el ex titular de la SVS, el DC Alejandro Ferreiro y el ex titular de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF), Gustavo Arriagada.

Echeverría no violó ninguna norma ya que la SVS no pone ninguna restricción para el salto de un auditor a un cliente. De hecho, hace pocos días la entidad que dirige Coloma hizo pública una nueva normativa para regular a las auditoras y, en el detalle. nada de esto se dice.

Pero en el mercado es comentario inevitable. “No se ve bien”, dice un ejecutivo de una auditora, quien asegura que cambios como el que concretó Echeverría es muy poco común y es evitado por las auditoras para evitar conflictos de interés o cuestionamientos.

Además, las auditoras son firmas internacionales y afuera esto no se permite. Según la regulación en Estados Unidos, revelan otras auditoras del mercado, existe un período de blackout (en que no puede trabajar con un ex cliente) de un año luego de dejar la firma auditora.

Para Deloitte, la realidad es muy distinta. “La circunstancia que existan ex socios de firmas auditoras trabajando en empresas que son auditadas por esas mismas firmas, no es infrecuente ni en Chile ni en el exterior; y según las regulaciones sobre la materia, en la medida que no existan vínculos entre el ex socio y su ex firma, no hay riesgos sobre la independencia del auditor y mucho menos conflictos de interés”, expresa.

Desde SMU suscriben la opinión de Deloitte. “No existe ningún conflicto de interés en que una persona que se desempeñó profesionalmente en la referida empresa auditora, tome la decisión de renunciar a ella y luego continuar su carrera profesional en algunas de las empresas que asesora. La incompatibilidad se produciría si estas funciones fueran ejecutadas de manera simultánea”, destacan.

Fuentes bien informadas señalan que normalmente estas situaciones no ocurren debido a que los socios, cuando se retiran, cerca de los 60 años con jubilación anticipada, se llevan junto con su salida importantes beneficios, pensiones y bonos, para evitar que compitan a la auditora o que trabajen con sus clientes. En Chile está confiado al criterio de cada compañía, es un sistema de autorregulación.

En una auditora, un socio indica que si quiere incorporarse a la administración de una empresa —ex cliente— le exigen hacer una consulta y normalmente le rechazan la autorización. Para las auditoras es un tema delicado, por eso toman las medidas para que no ocurra.

En este caso, Echeverría optó por seguir activo. Deloitte descarta cualquier conflicto de interés y apela a los derechos laborales de su ex socio.

“Deloitte no tiene ningún conflicto de interés, y por lo tanto no tiene nada que zanjar. La Constitución política y el código del trabajo garantizan la libertad laboral, por lo que no está en manos de Deloitte impedir que empleados o socios dejen de trabajar en Deloitte y lo hagan en otras empresas, incluidas aquellas que son o puedan ser clientes de Deloitte”.

El señor Juan Echeverría fue socio de Deloitte, hasta el día en que voluntariamente se retiró de la sociedad. Desde esa fecha no tiene ninguna vinculación económica o patrimonial o de alguna otra especie con Deloitte, ya que se le devolvió su aporte de capital, y se terminaron todas las relaciones legales y económicas que lo vinculaban a Deloitte”, dijo la auditora.

Además la auditora asegura que Echeverría “no condujo las auditorías de SMU, ni de empresas vinculadas a CorpGroup en los años 2012 ni 2011, con lo cual se cumplió el “cooling off period” establecidos en las normas de auditoría”.

Pero fuentes al interno del caso aseguran que aunque formalmente no haya tenido un rol, Echeverría estaba al tanto de todo y se involucraba.

Cuando dejó Deloitte, Echeverría no era cualquier socio. Ostentaba el mayor porcentaje de la firma, con un 4,74 %, igual participación que el CEO de la empresa, Jorge Rodríguez y que Mario Muñoz.

Su aporte al negocio era clave. Y Saieh es responsable de ello. Sólo en 2011 Deloitte recibió de las empresas que maneja Saieh un total de $ 2.343 millones (unos US$ 4,5 millones), de los cuales un 91 %, es decir, US$ 4,1 millones sólo de SMU. Eso es lo que informó Deloitte a la SVS en marzo de 2012.

Deloitte considera que es una cifra de mercado y explicada por labores requeridas por SMU ese año. “La cifra que se señala no es correcta, pero en todo caso se debe aclarar que los honorarios dependen del trabajo que las empresas soliciten a sus auditores, y no del tamaño de éstas. En el caso de SMU hubo períodos en que, producto de las fusiones con otras empresas, solicitaron más trabajos que en otros periodos similares”, respondió la auditora.

SMU, nuevamente, suscribe lo dicho por Deloitte. “Los montos pagados por concepto de asesoría a la empresa auditora son cifras de mercado considerando la magnitud de las operaciones realizadas ese año y que, por la misma razón, han sido aprobadas en la oportunidad que correspondía por el Directorio. Las decisiones respecto de asesorías profesionales legales, contables y tributarias son objeto de permanente revisión por la compañía”, indica.

En efecto, a comienzos de 2011 SMU compró Construmart y en septiembre de ese año se fusionó con Supermercados del Sur, controlado por el fondo de inversión Southern Cross, manejado por Raúl Sotomayor y Norberto Morita.

La compra de la cadena de ferreterías, de hecho, fue una polémica operación que comenzó a alterar los ánimos de los socios, ya que Saieh adquirió la empresa a través de un Fondo de Inversión Privado Fenix y luego lo vendió a SMU (a un precio bastante mayor). Deloitte hizo el due dilligence.

Dicha compra terminó transformándose en el primer error contable de SMU, siendo auditada por Deloitte. Luego que adquirió Construmart SMU la incluyó en los estados financieros y después de algunas revisiones se detectó que había sobrevalorado la empresa por lo que la plusvalía de la adquisición fue sustancialmente menor (cerca de US$ 90 millones es la cifra).

En 2012 las diferencias entre Saieh y sus nuevos socios, Southern Cross llevaron a pedir un estudio externo para definir la participación del fondo. Las diferencias no quedaron ahí y desde entonces, SC ha pedido reiteradamente que Deloitte deje de ser la auditora de la compañía, algo que los representantes de Saieh se han negado a hacer. Esas diferencias se han visto reflejadas en las actas del directorio.

Las dudas sobre Deloitte siguen en el directorio, sobretodo porque no fue la auditora la que descubrió los errores de contabilización de los arriendo que en una cifra importante son con empresas relacionadas a Saieh, como la aseguradora CorpVida.

Desde la SVS el rol que juegan es supervisar que no más del 15 % de los ingresos de una auditora provengan de un cliente, algo que al parecer Deloitte cumple. Sobre los conflictos de interés, cada auditora debe informar a la autoridad las medidas que toma para asegurar que tengan bien zanjados tales potenciales dificultades.

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