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Brasil elige a su nuevo presidente

La sucesión de Luiz Inácio Lula da Silva en la presidencia de Brasil se define en estos momentos en los que ya se han activado las más de 400.000 urnas electrónicas acondicionadas para la segunda vuelta de las elecciones. De quedarse con la victoria que le anticipan las encuestas, Rousseff se convertirá en la primera mujer en llegar a la presidencia del país más populoso de América Latina.


Más de 135 millones de brasileños están llamados -por ley- a elegir entre Dilma Rousseff, del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), y José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB); los dos candidatos que recibieron más votos durante la primera vuelta.

De quedarse con la victoria que le anticipan las encuestas, Rousseff se convertirá en la primera mujer en llegar a la presidencia del país más populoso de América Latina.

La ex jefa de gabinete de Lula da Silva –quien el pasado 3 de octubre no consiguió evitar el balotaje al obtener un 46,9% de los sufragios, por 32,6% para Serra- promete continuar con las principales políticas del presidente saliente, quien se apresta a dejar el palacio de Planalto en medio de astronómicas niveles de popularidad que rondan el 80%.

Aunque, curiosamente, lo mismo también promete Serra, un profesor de economía de 68 años que fue gobernador del estado de Sao Paulo y ministro del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).

Obligación constitucional

Los centros de votación comenzaron su jornada a las 08:00 horas hora local (10:00 GMT para las zonas de Brasil más cercanas al meridiano de Greenwich) y permanecerán abiertos hasta las 17:00 horas.

En este gigantesco país de más de 190 millones de habitantes y tres diferentes usos horarios, eso significa que los últimos votos estarán siendo registrados a las 21:00 GMT.

Desde el año 1996, sin embargo, Brasil utiliza un sistema electrónico de votación que garantiza una rápida y precisa publicación de los resultados finales.

Según la legislación brasileña, el voto es obligatorio para todas las personas mayores de 18 años, con la excepción de los analfabetos y los mayores de 70, para quienes el sufragio es voluntario.

El derecho también puede ser ejercido voluntariamente por las personas que tienen entre 16 y 18 años.

A pesar de ello durante la primera vuelta la abstención superó el 18%, lo que significa que unos 24 millones de brasileños optaron por no votar en unos comicios en los que además tenían que elegir a sus gobernadores y diputados estatales, sus diputados federales y dos tercios de los escaños del Senado.

En esta ocasión la oferta es mucho menos amplia: o Dilma -como se conoce popularmente a Rousseff- o Serra (además de algunas gobernaturas que tampoco se definieron en la primera vuelta).

La decisión, sin embargo, reviste una gran importancia: a quién cederle las riendas de la mayor economía de la región.

Y todo parece indicar que, para los votantes, la propuesta económica de los candidatos será de hecho lo más importante al momento de tomar una decisión.

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