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Caso AMIA: las coimas a senadores y el encubrimiento de Al Kassar

En la semana, los ex agentes Patricio Finnen, Alejandro Brousson, Héctor Maiolo y Juan Carlos Legascue, confirmaron el desembolso de 400 mil dólares, precisando que obedecieron órdenes del ex jefe de la SIDE durante el menemismo Hugo Anzorreguy, quien debería comparecer ante los tribunales el martes próximo.


Una punta del manto de silencio fue levantada por el agente de la Secretaría para la Inteligencia del Estado (SIDE), Isaac Eduardo García, al confesar en el juicio oral sobre el caso, el 21 de agosto pasado, su participación junto a otros empleados de dicha repartición, en el pago de 400 mil dólares al reducidor de autos, Carlos Telleldin, para que incriminara ante el juez Juan José Galeano, en su comparecencia del 6 de julio de 1996, a un grupo de policías bonaerenses, capitaneado por el ex-comisario Juan José Ribelli.



A cambio del soborno, Telleldin adujo que fueron los policías los que lo extorsionaron para que entregara la camioneta Trafic que, supuestamente, estalló frente a la AMIA dos años antes. Con los nuevos antecedentes, la existencia del vehículo y su explosión se desvanecen, después que el Presidente Néstor Kirchner decidiera erradicar del aparato del Estado todos los "vínculos" con el terrorismo que se anidaron durante los años que estuvo Carlos Menem en la Casa Rosada.



En el sumario que instruye el juez Galeano, solo un testigo afirma haber visto la camioneta Trafic a unos 200 metros de la AMIA antes de la explosión que redujo a escombros el edificio de la Mutual Hebrea. Se trata de Nicolasa Romero, una enfermera del Hospital Churruca, establecimiento dependiente de la Policía Federal. Romero se desdijo poco después acusando a un oficial de bomberos de la Policía Federal de presionarla para que mintiera.



En cuanto al chofer que se habría inmolado al volante de la camioneta bomba, Ali o Hibrahim Hussein Berro, o Berru, el jefe del equipo de la SIDE que lo investigó, Patricio Finnen descartó, en el juicio oral, que el sujeto haya actuado en la operación.



Además, en las audiencias ante el estrado, el agente García sostuvo que no "dispone del contexto adecuado" para recordar si, bajo la chapa de «Ismael Garabar», fue comisionado por la SIDE para pagar coimas a miembros del Senado. Acusación que fue lanzada en el foro de lectores online de La Nación y que fue recogida en el libro "La Prueba", de Bermúdez y Gasparini.



Según los antecedentes recogidos, fue Eduardo García o "Ismael Garabar", quien coordinó el pago de las coimas al Senado bajo las órdenes del mayor Alejandro Brousson, jefe de contrainteligencia de la SIDE.



En el libro reportaje se publica, además, una radiografía a las empresas de fachada de la SIDE y se anticipa que "Canteras Brandsen" fue denunciada como una sociedad instrumental de la SIDE en la causa que se instruye por el pago de coimas en el Senado, cuyos fiscales, Eduardo Freiler y Federico Delgado, mantienen abierto el sumario a pesar de la voluntad expresa de cerrar el caso que han manifestado los diferentes jueces de instrucción que se han sucedido.



En esta semana, los cómplices de García -Patricio Finnen, Alejandro Brousson, Héctor Maiolo y Juan Carlos Legascue- confirmaron el desembolso de 400 mil dólares, precisando que todos obedecieron órdenes del ex jefe de la SIDE durante el menemismo Hugo Anzorreguy, quien debería comparecer ante los tribunales el martes próximo.



Juan Carlos Legascue comentó al pasar que se sirvió de su puesto en la SIDE para hacer negocios con Irán, favoreciendo a una empresa de su propiedad, "Canteras Brandsen", que en realidad pertenecía a la SIDE, correspondiéndole a Legascue solo el papel de testaferro.



Habría sido en dicha compañía donde "Garabar" compró los teléfonos celulares que utilizó para ponerse en contacto con los senadores y organizar la entrega de los sobres con el dinero que ordenó pagarles el sucesor Anzorreguy al frente de la SIDE, el ex banquero Fernando de Santibáñez, para que votaran la Reforma Laboral durante la presidencia de Fernando De la Rúa.



Cómo hará Anzorreguy para zafarse de esta encerrona judicial, es la gran incógnita en las vísperas de su obligada declaración ante el tribunal. Los pretextos y justificativos que, previsiblemente, esgrimirá para justificar el origen y el destino de los 400 mil dólares podrían facilitarle el no tocar otros secretos que permanecen sin ser develados, y que ocurrieron durante los diez años en que ejerciera la jefatura de la SIDE bajo el gobierno de Carlos Menem.



Monzer Al Kassar



En marzo de 1992, pocos días después del atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, desapareció de los archivos de la SIDE el legajo sobre Monzer Al Kassar, sujeto a quien se le vincula hasta con el mismísimo Bin Laden.



Al Kassar es uno de los traficantes de armas más poderosos del mundo. En su amplio prontuario anota, además, acusaciones por robo de autos, terrorismo, drogas y lavado de dinero, motivos que han llevado a 11 países a declararlo "persona no grata" en sus territorios.



En el caso, la importancia de Al Kassar no es menor. El sujeto estaba en Buenos Aires, en esos días, sosteniendo una serie de reuniones de "alto nivel". También consta que realizó llamadas telefónicas a Túnez, Marbella y Siria. Monzer Al Kassar fue protegido por la SIDE.



Entre las fichas extraviadas, estaban los informes de los servicios de inteligencia de Gran Bretaña, Francia e Italia que habrían hecho imposible que el sirio Al Kassar, primo lejano de Menem, accediera legalmente a la ciudadanía argentina, la que obtuvo gracias a las "gestiones" realizadas por estrechos colaboradores del ex-presidente, como el ex-ministro del Interior, José Luis Manzano, y el todavía Procurador General de la Nación, Nicolás Becerra. A Anzorreguy le correspondió frenar la investigación de Al Kassar dentro de la SIDE, e impedir que se rehiciera el expediente extraviado, cuya pérdida jamás fue esclarecida.



Cinco años después, el 24 de febrero de 1997, el responsable del Departamento de Antecedentes de la SIDE, Emilio Roberto Campana, apodado "Señor Cámara", señaló a la justicia que Monzer Al Kassar no existía en el banco de datos de ese organismo de seguridad del Estado. Olvidó agregar que, en 1992, la volatilización de la carpeta con los antecedentes criminales de Al Kassar proporcionados por tres organismos de seguridad extranjeros, había ocurrió en una dependencia bajo su cargo.



Entre tanto, a los indicios sobre la presunta implicación de Al Kassar en el atentado contra la Embajada de Israel, se añaden los que lo vinculan con el atentado contra la AMIA, el 18 de julio de 1994.



Al Kassar estaba relacionado con Alejandro Tfeli, médico de Menem cuya firma autorizó el usufructo de un terreno municipal en la Capital Federal, donde se cargó del nitrato de amonio y rellenó, personalmente, con chatarra como metralla el doble fondo del camión que fue colocado frente al edificio de la AMIA, poco antes de ser volada. El vehículo, que conducía Alberto López, pertenecía a la compañía "Santa Rita", cuyo titular es Nassif Haddad, de origen libanés.



Al Kassar también estaba conectado a Alberto Jacinto Kanoore Edul, amigo de Menem y vecino del terreno antes mencionado que sirvió como puesto de mando a los terroristas. Kanoore Edul fue detenido, brevemente, en dos ocasiones tras el atentado. Sin embargo, consiguió su liberalización por intermedio de Munir Menem, hermano del otrora presidente.



Entre las relaciones comerciales de Edul destaca "Anselmo Internacional", por cuyo conducto se llega al dueño del camión, Nassib Haddad, en cuya contabilidad se detectó un agujero de comprobantes por la compra, en octubre de 1992, de 300 kilos del mismo explosivo que demolió el edificio de la AMIA. Detenido Haddad, vinieron en su auxilio, Carlos Ruckauf, vicepresidente de Carlos Menem durante su primer mandato, y Carlos Franke, director de Producción de Fabricaciones Militares, actualmente procesado por contrabando de armas a Croacia, perpetrado con decretos presidenciales de contenido falso, firmados por Carlos Menem.



De este modo, todas las pistas conducen al circulo áulico del gobierno de Carlos saúl Menem, pero no es fácil imaginar que Hugo Anzorreguy vaya a descorrer todo el manto de complicidades para quedar, él y todos los involucrados, al descubierto en esta sórdida historia.





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