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Ministro Enrique Tapia fue elegido nuevo presidente de la Corte Suprema

Un total de 15 preferencias favorecieron al juez, cuyo nombre era uno de los que más fuerte sonaban, al igual que el de Ricardo Gálvez, para encabezar el Poder Judicial. De esta manera, los 20 integrantes del máximo tribunal se inclinaron por mantener la tradición de nombrar al más antiguo de los magistrados que ostenta la condición de »supremo» para presidir el tribunal.


El ministro Enrique Tapia Wittting fue elegido como nuevo presidente de la Corte Suprema para el período 2006-2008, en una votación efectuada este miércoles entre los miembros del máximo tribunal, que lo favorecieron con 15 preferencias, frente a las cinco de Ricardo Gálvez Blanco.



Tapia tendrá a su cargo, a partir del 6 de enero próximo, encabezar el proceso de modernización y autonomía del Poder Judicial, justo cuando los proyectos de ley destinados a ese fin podrían ser aprobados por el Congreso, como lo anticipó El Mostrador.cl.



En sus primeras declaraciones en su nueva calidad, afirmó que no esperaba esta designación, pero que la tomaba «con mucha humildad y se los digo muy francamente: yo no deseba este cargo". Por ello, recordó que la persona de mayor antigüedad era su colega y amigo Eleodoro Ortiz, quien en febreo próximo se integrará al Tribunal Constitucional.



Destacó que con su elección se volvió a respetar la antigüedad en el ejercicio de ministro de la Suprema, aludiendo a que si se perdiera el mecanismo se prestaría para contiendas de tipo político-electorales.



Entre sus desafíos, mencionó la concreción de los los acuerdos adoptados en la cita de los «supremos» en Santa Cruz de noviembre pasado, además de lograr la autonomía, en una muestra de sus intenciones de convertirse en continuador de la tarea del saliente Marcos Libedinsky.



El magistrado asumió que el problema de la mala imagen pública del Poder Judicial en mucho se debe a la cultura del secretismo que ha imperado allí a través de la historia, pero en esa medida consideró que su designación significa una apertura en ese sentido.



"Yo no tengo la varita mágica para decir ‘miren, con esto vamos a mejorar las condiciones de trabajo’. Creo que una de las cosas en la que no hemos andado muy bien es por mantener tanto secreto, tanta cosa oculta, y ojalá podamos abrirnos en ese sentido un poco más", sostuvo.



Marcando una diferencia respecto de Gálvez, Tapia instó a los medios de comunicación a colaborar con el trabajo del Poder Judicial, dando a entender que recibirá a la prensa en forma periódica, intentando entregar la mayor información, pero aclarando que habrá "cosas que no podré decirles, por mucho que quiera".



"Vamos a necesitarlos tanto como necesito a la gente de aquí adentro. He pedido la colaboración de todos los colegas y creo que es los más importante para poder trabajar, pero más importante que eso es estar con ustedes (…) Necesito la cooperación de ustedes, lo importante de esto es que se presenta una gran apertura", les dijo a los periodistas.



Si bien declinó pronunciarse por la actuación de los tribunales durante el régimen militar, recacló que una de las labores del Poder Judicial es la defensa de los derechos humanos, aparte de la resolución de conflictos.



El prólogo



Si bien, en estos últimos días se especuló que tres eran los candidatos para ocupar el cargo que hasta ahora ha ocupado Marcos Libedinsky, este martes quedó zanjado que los competidores para dicha designación sólo Tapia y Gálvez.



Esto porque el tercero de los supuestos postulantes y, correspondientemente, la tercera antiguedad del máximo tribunal Alberto Chaigneau Del Campo, dejó en claro que él nunca estuvo en competencia, atribuyendo que su nombre fue planteado por los medios de prensa.



Sondeos realizados entre los integrantes de la alta magistratura daban como vencedor a Enrique Tapia, quien si bien tiene un bajísimo perfíl público, representa la continuidad de las últimas administraciones, como la de Libedinsky y la de Mario Garrido Montt.



El método utilizado para escoger al nuevo presidente de la Suprema fue el siguiente: cada uno de los 20 integrantes tiene derecho a emitir una preferencia hacia alguno de sus pares, luego de ello, si ninguno de los propuestos obtiene la mayoría absoluta (en este caso 11 votos), la elección se dirime en segunda ronda o las que sean necesarias para dar con ese resultado.



La máquina de Gálvez



Aunque por tradición, esta figura casi simbólica dentro del Poder Judicial -ya que no tiene ninguna atribución extraordinaria que el resto de sus pares- siempre es electa según tenga la mayor antiguedad desde su nombramiento en esta magistratura, dicho precedente se ha quebrado en una ocasión, cuando se prefirió a Roberto Dávila en vez de Osvaldo Faúndez, juez que tuvo una estrecha vinculación con el régimen militar y cuya figura resultaba negativa durante los primeros años de democracia.



Sin embargo, hace un par de meses que el ministro Ricardo Gálvez venía captando adherentes para lograr su postulación, aún cuando el sería la segunda y no la primera antiguedad.



Esta nueva faceta de Gálvez no ha dejado indiferente a ninguno de sus colegas, ya sea a favor o en contra, ya que de ser de un perfíl muy reservado y totalmente contrario a relacionarse con la prensa, hace unas semanas apareció de panelista en un foro sobre medios de comunicación y Poder Judicial, por la cual fue enormemente elogiado por el diario El Mercurio.



De hecho, algunos integrantes de la Corte Suprema que eran identificados como del sector menos conservador se han erigido como los mayores precursores de la candidatura de Gálvez, quien es un representante ultraconservador de la derecha política y miembro del Opus Dei.



Este magistrado tiene un largo curriculum de episodios que han ensombrecido su carrera, como la cuestionada investigación que sustanció en el caso del asesinato de Rodrigo Anfruns Papi, el traspaso a la justicia militar de la causa del tráfico ilegal de armas a Croacia y el ser autor del llamado «formulario Gálvez», que consistió en una planilla que se debía llenar para rechazar en forma sistemática todos los recursos de amparo que se presentaron a favor de los opositores del régimen militar, muchos de los cuales ahora figuran en la nómina de desaparecidos.



Pero pese a ello, los que defienden su postulación afirmaban que dicha imagen se podía cambiar durante su eventual mandato, ya que éste es uno de los magistrados que mayormente han aportado para elaborar los proyectos de modernización del Poder Judicial, fortificando el rol de la Corporación Administrativa y modificando la actual estructura de grados de funcionarios, tarea que ha llevado a cabo junto al ministro Urbano Marín.



En cuanto a sus malas, o mejor dicho nulas, relaciones con la prensa, sus adherentes lo defendían con su desempeño en el citado seminario sobre comunicaciones, organizado por el ministerio de Justicia y la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), en el cual habría abordado con mucha comprensión las tensiones que enfrentan a los jueces y periodistas.



Además, se mencionó como antecedente de su buena disposición a abordar el tema mediático un trabajo que elaboró junto a Milton Juica, el cual sirvió como antesala para la creación de la Dirección de Comunicaciones del Poder Judicial.



Quizás el único defecto que se admitió en su contra fue el trato personal peyorativo que tiene con sus subalternos e incluso, con sus pares, aspecto que es conocido por todos los que transitan por el palacio de tribunales.



En su favor se señalaba que es el único ministro de la Corte Suprema con el suficiente carácter y «muñeca» para negociar con el Ejecutivo y Legislativo, en una etapa clave para las iniciativas legales que pretenden dar una mayor autonomía a los tribunales chilenos.



Factor Muñoz



Sin embrago, la maquinaria electoral que ha montado Gálvez y sus aliados encontró fuerte resistencia en muchos de sus pares, entre ellos el ministro Eleodoro Ortíz, quien pese a ser la primera antiguedad no es postulante al cargo ya que dejará la Suprema para integrarse exclusivamente al Tribunal Constitucional.



Al desistir de ser propuesto por sus pares, Ortíz dejó en claro que su voto sería para Tapia Witting, ya que es el segundo con más años de ejercicio en esta magistratura y debería ser el sucesor natural de Libedinsky.



Pero el factor que más desestabilizó la candidatura de Gálvez fue la reciente llegada del ministro Sergio Muñoz al alto tribunal, quien es de una línea menos conservadora que el primero y es uno de los que se ha enfrentado a él en las discusiones de pleno.



Muñoz, quien investigó el caso Riggs, sería uno de los mayores lobbistas para elegir a Enrique Tapia, pero por ser el integrante más joven de la Suprema su poder de convocatoria es limitado. Por ello, el apoyo que recibió del ministro Milton Juica fue fundamental para poder inclinar la balanza hacia este postulante.



Según fuentes de la Suprema, conocidas son las discusiones que se generan al interior de la Tercera Sala Constitucional de este tribunal, donde Juica y Gálvez se han trenzado en fuertes intercambios de palabras, ya que el despotismo del segundo no sería bien recibido por el primero.



De esta forma, así como Urbano Marín ha sido el mayor lobbista en favor de Gálvez, Muñoz y Juica se habrían transformado en los máximos detractores del presidente de la Tercera Sala para encabezar el Poder Judicial por los próximos dos años.

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