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Sacerdote Montes le enrostra a Bofill lo ‘poco seria’ que fue la editorial de La Tercera sobre la Carta Pastoral

En el programa ‘Tolerancia Cero’ de CHV el rector de la Universidad Alberto Hurtado sostuvo que la editorial escrita por el medio de Copesa tiene como modelo «focalizar un punto sin mirar el fondo».


El  rector de la Universidad Alberto Hurtado, Fernando Montes, aprovechó este domingo durante el programa Tolerancia Cero‘ de Chilevisión para darse un gusto. Respondió de manera directa a Cristián Bofill, director de La Tercera, la editorial que escribió el medio escrito sobre la llamada Carta Pastoral emitida por el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal.

«Yo quedé extrañado de un diario tan serio, abierto como La Tercera haya sido tan pobre su lectura de la Carta Pastoral», increpó el sacerdote jesuita a Bofill.

Haciendo además la siguiente crítica: «La editorial de La Tercera es un modelo de focalizar un punto, sin mirar el fondo de un cambio de actitud radical, que vamos a ver cómo se implementa Yo hubiera querido que esta vez  hubiera hecho un análisis más serio y cabal viendo las tres grandes intuiciones de ese documento».

El diario del Grupo Copesa sostuvo en su editorial que «los obispos chilenos, al igual que los representantes de todas las confesiones religiosas, tienen el derecho de plantear a la opinión pública los valores y principios que estiman deberían inspirar las decisiones de las personas, pero deben cuidar de no inhibir las legítimas opciones que ellas pueden adoptar en los distintos ámbitos de la vida social. Particularmente, en aquellos temas técnicos donde existen diferentes visiones acerca de cómo plasmar esos valores. En esta sana distancia de las políticas específicas -especialmente  en relación a la economía de mercado-, la Iglesia Católica chilena había hecho una evolución que parece desmentida con este pronunciamiento».

«Llama la atención, además, que la jerarquía eclesiástica se adscriba a una posición que la identifica con los sectores más críticos del sistema de mercado. Se aparta así inexplicablemente a todos quienes ven a este último como una fuente de desarrollo y oportunidades para todos los chilenos. Es difícil entender que no se reconozca la realidad objetiva de que ese modelo económico ha permitido que, como nunca antes en nuestra historia, se reduzca la pobreza; o que, a diferencia de lo que ocurre en los países en que se aplican las medidas recomendadas por la Carta Pastoral, existe un bajísimo desempleo y crecientes ayudas para los más necesitados. Que ni al actual gobierno ni al modelo se les reconozca alguno de estos avances es, además, una confirmación de un inconveniente alineamiento político», agrega.

A reglón seguido, indica que «el documento parte de un diagnóstico que contradice lo que todos los estudios serios de opinión pública han establecido, asumiendo la posición del malestar generalizado de la población como causa de deficiencias existentes en diversos ámbitos. Por esa razón, hace recomendaciones que distan mucho de las soluciones que el país requiere, incluso al extremo de hacer propio el discurso de las movilizaciones -uno de los obispos comentó que si él fuera estudiante “estaría protestando”- y cuestionar en forma genérica a quienes gestionan la educación, ámbito en que la propia Iglesia Católica se desempeña como una importante gestora de un modelo que, como en pocos países, respeta la subsidiariedad y cautela el derecho de los padres a escoger la educación de los hijos, que ella debería defender».

«De la lectura de la Carta Pastoral surge la impresión de que ha sido concebida con el propósito de recuperar ante la opinión pública la credibilidad que la jerarquía chilena tuvo en otras épocas, y que se ha visto duramente afectada por las denuncias de casos de abusos y las críticas por el tratamiento que sus autoridades les han dado en varias oportunidades. Sin embargo, el camino escogido para ese propósito es equivocado y tiende a distanciar más a la Iglesia de un importante sector de la sociedad y evita que sus recomendaciones puedan influir positivamente en el mejoramiento de ámbitos de la vida social donde ciertamente se requiere siempre una mirada más profunda de la persona y su dignidad», concluye.

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