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Colonia Dignidad: la carga que complica al senador Hernán Larraín para asumir en Cancillería Defendió y fue parte del grupo de amigos del enclave nazi

Colonia Dignidad: la carga que complica al senador Hernán Larraín para asumir en Cancillería

Felipe Saleh
Por : Felipe Saleh Periodista El Mostrador
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Discípulo de Jaime Guzmán, pero no militó en la UDI sino hasta después del asesinato del parlamentario. A mediados de los 90 fue el principal defensor de Colonia Dignidad y de Augusto Pinochet, aunque años después se retractó y hoy todos valoran su trabajo desde el Senado en la Comisión de Relaciones Exteriores.


En diciembre del año pasado, Hernán Larraín anunciaba que no repostularía al Senado, luego de períodos consecutivos desde 1994. «Creo que 24 años en el Congreso es un tiempo suficiente. Es cierto que quizá la experiencia a uno le ayuda a desarrollar mejor su trabajo, siento que hoy día puedo rendir más que en el primer periodo, pero creo que también hay que darles oportunidades a otros, a nuevas generaciones, y habrá un lugar en el servicio público donde yo pueda contribuir», dijo.

Precisamente ese lugar en el servicio público se ve más cercano después del triunfo de Sebastián Piñera. Personas del entorno piñerista, cuya opinión ha recogido la prensa, lo apuntan como uno de los nombres seguros en el próximo gabinete ministerial. Junto a apuestas como las de Andrés Chadwick en Interior, Gonzalo Blumel en la Segpres, el nombre de Larraín suena como fijo en él.

Ministerio de Relaciones Exteriores

Durante su ejercicio como parlamentario, la política exterior ha sido una de las materias de su incumbencia. De hecho, muy acorde a los tiempos, su plataforma recurrente para comentar lo que ocurre a nivel continental ha sido Twitter.

En abril de este año Larraín, publicó una especie de acertijo en su cuenta, aludiendo a Venezuela. «¿Qué Gobierno se toma los tribunales, clausura prensa, persigue periodistas, encarcela opositores, busca cerrar Congreso y aplasta movilizaciones?”, escribió.

Pinochet y Venezuela

Las respuestas llegaron inmediatamente y muchas incluyeron la palabra “Pinochet”, recordando que Hernán Larraín fue un ferviente partidario de la dictadura. Aunque solo ingresó a la UDI en 1991, después del asesinato de Jaime Guzmán, Larraín perteneció desde los años 70 al movimiento gremialista, Guzmán fue su mentor como alumno de Derecho y cuando entró al partido fue parte de su comisión doctrinaria.

[cita tipo=»destaque»]A propósito de su nueva posición contra Pinochet, Hernán Larraín ha insistido en fustigar lo que él considera un doble estándar de la izquierda chilena. Cuando le preguntaron sobre su apoyo a Pinochet, no lo negó, pero lo comparó con lo que ocurre en Venezuela. «La pregunta que me hago yo es si la gente que le molesta y con razón arguye que eso fue una dictadura y que fue lo peor que le pasó a Chile, yo me pregunto por qué aceptan que eso ocurra con Venezuela», contestó en abril de este año.[/cita]

Larraín nunca ha negado su apoyo al Gobierno de Pinochet, pero ha intentado desmarcarse en los últimos años. “Minuto de silencio por Pinochet resulta inoportuno, imprudente y afecta el espíritu de reconciliación que el país necesita”, escribió en 2014, cuando el Congreso hizo un minuto de silencio en conmemoración de los 8 años de la muerte del dictador. En ese minuto, un grupo de militares en retiro recordó la carta de agradecimiento que Larraín escribió a Pinochet en 1995.

“Los pueblos, por lo general, son poco agradecidos con quienes colaboran en su desarrollo en vida de sus protagonistas. Más bien la crítica y la descalificación, cuando no la envidia, dan cuenta de nuestra pequeñez e incapacidad para tributar en forma oportuna un justo reconocimiento (…). Nuevamente usted, al liderar el proceso, mostró la calidad de estadista que pocos chilenos han podido exhibir a lo largo del siglo que expira”, expresaba la misiva de esa época.

A propósito de su nueva posición contra Pinochet, Hernán Larraín ha insistido en fustigar lo que él considera un doble estándar de la izquierda chilena. Cuando le preguntaron sobre su apoyo a Pinochet, no lo negó, pero lo comparó con lo que ocurre en Venezuela. «La pregunta que me hago yo es si la gente que le molesta y con razón arguye que eso fue una dictadura y que fue lo peor que le pasó a Chile, yo me pregunto por qué aceptan que eso ocurra con Venezuela», contestó en abril de este año.

El mejor amigo de la Colonia

Algo parecido es lo que el senador ha opinado respecto de Cuba. Cuando murió Fidel Castro, en noviembre de 2016, Bachelet dijo que el gobernante cubano era “un líder por la dignidad y la justicia social”. Larraín fue el primero en comentar contra los dichos de Bachelet.

“La dictadura en Cuba ha sido brutal, yo lamento en particular las expresiones de la Presidenta, que lo considera un líder de la dignidad, en circunstancias que por lo único que vale la pena destacarlo es por su brutal represión a los derechos de las personas, en forma sistemática y permanente», escribió Larraín.

Pero el episodio que más le pesa es su constante apoyo, a mediados de los 90, a las actividades de Colonia Dignidad, el enclave de alemanes que operó por 40 años bajo el mando de Paul Schäfer –acusado de reiterados abusos sexuales, de amparar la desaparición de personas– y funcionó como centro de tortura de detenidos por los organismos represivos de la dictadura.

En 1994, Larraín formó el Grupo de Amigos de Colonia Dignidad, al que en su momento pertenecieron, entre otros, Andrés Chadwick, Evelyn Matthei, Jaime Orpis y Juan Antonio Coloma. En esa época, Larraín se quejaba de los operativos policiales contra el enclave en la Séptima Región.

“Con centenares de efectivos de investigaciones, con decenas de automóviles con metralletas, con violencia innecesaria, eso obviamente forma parte de un montaje, de una campaña. No se hace. El país tiene problemas de seguridad gigantescos en muchas partes, pero no, aquí operativos desde Santiago, desde la Séptima, Octava Región, prefecturas de investigaciones. Una cosa realmente inédita se destina arteramente en contra de esto. ¿Alguien me quiere decir que es porque hay una denuncia de un menor en contra de un abuso de una persona determinada?”, cuestionaba.

A mediados de los 90, Larraín se quejaba del “hostigamiento” contra la Colonia y de que los procedimientos en su contra se hicieran sobre la base de “supuestos casos de Derechos Humanos que no están formalizados”, indicando que era una campaña del Gobierno, en esa época dirigido por Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

Pero su opinión cambió luego de que Schäfer fuera detenido en 2005, después de siete años prófugo. “Me alegro profundamente de la detención del señor Schäfer, porque él ha sido acusado de delitos gravísimos y nadie puede rehuir la acción de la justicia en materias tan delicadas como estas, menos tratándose de supuestos abusos a menores», señaló en 2007.

Cabe recordar que los principales jerarcas de la organización han sido detenidos por la justicia alemana.

“No le afecta”

Los senadores de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado prefirieron reservar su opinión sobre Larraín, hasta su eventual nombramiento se concrete. Extraoficialmente la opinión generalizada es buena, por cuanto Larraín es reconocido por todos como una persona muy competente en temas de relaciones internacionales.

El diputado Jorge Tarud, de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara, cree que “no lo afecta, Hernán Larraín ha desempeñado un buen papel en la comisión del Senado, ha estado muy compenetrado en los temas vigentes. Por lo tanto, creo que no lo afecta. Además ha sido uno de los pocos de la UDI que ha reconocido los horrores de la dictadura”, asegura.

Una opinión similar tiene el abogado, ex diplomático y especialista en Derecho Internacional, José Rodríguez Elizondo, comparando la situación de Larraín con la de la canciller alemana, Angela Merkel.

“Los chilenos monomaníacos suelen denostar a las personas solo por una arista que les parece espantosa. Conozco uno que quisiera erradicar de la sociedad democrática a todos los chilenos que vivieron su exilio en la Alemania comunista. Poco importa que Angela Merkel, oriunda de ese ex Estado, les demuestre cada día que están opinando fuera de tiesto”, plantea.

En ese sentido explica que «lo traigo a colación, pues sospecho que quienes denuestan al senador Hernán Larraín lo hacen solo por haber visitado y defendido, en los años 90, a la ex Colonia Dignidad, hoy reconocida como siniestra. Aunque ignoro el contenido de esa defensa, me parece que la acusación obedece a un silogismo banal, que tiende a homologarlo con el ‘Mamo’ Contreras, quien fue cómplice o protector de Paul Schäfer”, aclara.

Rodríguez Elizondo enfatiza que como analista que trata de ser serio –sin perder el humor– y señala: «Me niego a definir a Larraín solo por ese episodio. No olvido que, en otra época, hubo quienes descalificaron a Juan Gómez Millas como candidato a rector de mi Universidad de Chile, por haber simpatizado con el nacionalsocialismo. Tampoco olvido que yo mismo me emocioné con el ‘Canto de amor a Stalingrado’, de nuestro universal Pablo Neruda”.

Y concluye con un respaldo al senador, manifestando que “prefiero decir que reconozco en Hernán Larraín a un académico respetado y un conservador ilustrado, que supo educar hijos talentosos y liberales. Más ampliamente, estimo que la rústica unidimensionalidad  chilensis no debiera alejar de la gestión política a ningún ciudadano calificado ni poner cortapisas al protagonismo de los políticos más decentes”.

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