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El trasfondo de las elecciones en el Congreso: la prueba de fuego para la oposición a Piñera Los diputados DC Jorge Sabag y Miguel Ángel Calisto se restarían del acuerdo

El trasfondo de las elecciones en el Congreso: la prueba de fuego para la oposición a Piñera

Macarena Segovia
Por : Macarena Segovia Periodista El Mostrador
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A dos días del cambio de mando aún no se ha logrado decir con total certeza que todos los diputados, desde la DC hasta el Frente Amplio, apoyarán la carta de la futura oposición para presidir la Cámara de Diputados, que a todas luces sería la diputada socialista Maya Fernández. Por otra parte, en el Senado las cosas parecen estar más zanjadas, pues sería el senador Carlos Montes (PS) el que presidiría la instancia. Un acuerdo que para algunos partidos de la Nueva Mayoría podría marcar el trabajo y acuerdos políticos del futuro, y hasta podría ser un primer paso para lograr una coalición única que enfrente las próximas elecciones de intendentes y las municipales.


Ha sido un camino largo y pedregoso el que ha tenido que recorrer la futura oposición al actual Presidente electo, Sebastián Piñera, para lograr un acuerdo entre las Cámaras. Un tema que a todas luces puede parecer menor –“¿a quién realmente le interesa esto?”, bromean en el Congreso–, pero que ha despertado la necesidad de lograr un acuerdo impecable y mostrarse como una oposición fuerte ante el nuevo Gobierno de derecha. Más aún cuando hay sectores que ven en este acuerdo la posibilidad de sentar las bases para afrontar en conjunto las próximas elecciones.

El acuerdo entre los ex partidos de la Nueva Mayoría, incluyendo a la Democracia Cristiana (DC), el Frente Amplio (FA) y el Frente Regionalista, contempla la integración de las 25 comisiones permanentes y la presidencia de la Cámara de Diputados por los próximos cuatro años. Esta estará dividida entre el Partido Socialista, que tendrá el primer y segundo año, y la Democracia Cristiana, la que ocupará los dos últimos años. Además, las fuerzas políticas acordaron incluir una cuota de género, de al menos una parlamentaria por mesa, aunque desde el FA señalaron que esperaban que fueran más.

El documento de acuerdo fue definido por un orden proporcional a la cantidad de parlamentarios de cada bancada. En esta distribución, el PPD contaría con una primera vicepresidencia, además de otras dos. También obtendría al menos nueve presidencias de comisión. Por otra parte, el Partido Comunista (PC) integraría 18 comisiones, de las cuales tendría 9 presidencias, incluIdas Hacienda, Derechos Humanos, Familia, Defensa y Seguridad Ciudadana

El Frente Amplio no optará a la mesa directiva de la Cámara, después que el conglomerado determinara que este espacio no era determinante para la nueva coalición. La negociación fue dirigida por el diputado Giorgio Jackson y los asesores de Gabriel Boric y Vlado Mirosevic, y quedaron comprometidos con cuatro presidencias para el primer año. Es así como el FA lideraría las comisiones de Familia, Relaciones Exteriores y Ciencia y Tecnología, además de Educación. El requisito es que los tres parlamentarios más antiguos en la Cámara lideren al menos tres de ellas.

Para definir el nombre de las futuras presidencias, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista tendrán, por separado, una reunión este sábado. Para la mayoría, la diputada Maya Fernández sería la mejor carta para presidir este 2018 la directiva de los diputados, principalmente porque lograría un mayor consenso. Lo que pondría paños fríos a la denominada “fuga de votos” que haría peligrar la elección del domingo, son entre cinco y seis diputados, quienes podrían restarse del acuerdo, la mayoría de ellos democratacristianos.

Por otra parte, en el Senado, el acuerdo parece estar más cuajado. Al menos no habría peligro de “fuga de votos”, según explicó el presidente del PS, Álvaro Elizalde. La presidencia del Senado estaría dividida entre los socialistas, el PPD y la Democracia Cristiana. El nombre que baraja el Partido Socialista es el del senador Carlos Montes.

Aunque nadie se ha atrevido a confirmar que él será quien presida la sala del Senado, el senador Elizalde explicó que al interior de la bancada Montes es la prioridad. Los otros senadores que podrían presidir el espacio son los PPD Felipe Harboe –quien descartó ocupar el puesto el último año– y Jaime Quintana. Además estaría el DC Jorge Pizarro.

De esta forma, el Gobierno de Sebastián Piñera podría comenzar con un Parlamento dirigido por los socialistas, un punto que no tiene muy contento a Chile Vamos. Es más, la futura bancada oficialista ha estado durante toda la semana intentando frenar el acuerdo en la Cámara de Diputados.

La inestabilidad de la DC

La votación se realizará en la Cámara previo a la ceremonia de cambio de mando, que está fijada para las 11:30 hrs. de este domingo. Si no se logra un consenso, será el actual presidente de la Cámara, el diputado socialista Fidel Espinoza, quien representará a los diputados en la ceremonia. Para evitar que esto ocurra, la directiva propuesta debe alcanzar al menos 78 votos. Según el acuerdo entre las fuerzas que van desde la DC hasta el FA, se contaría con el respaldo de 83 diputados, lo que da un margen de cinco posibles fugas, las que principalmente residirían en la DC.

Y es que un miedo que siempre ha rondado a la negociación es que los diputados falangistas se bajen en bloque o que haya fuga de votos, lo que podría complicar este acuerdo, que tiene como principal objetivo cuidar la gobernabilidad en el Congreso.

Son cinco los diputados que podrían poner en jaque la elección, hasta podría haber un voto más, que no es de la falange, advierten desde el PS. Son dos los parlamentarios que ya se habrían mostrado opositores a este acuerdo, los DC Jorge Sabag y el diputado electo Miguel Ángel Calisto –quien fue deportado de una actividad política en Cuba este jueves–.

Estos dos parlamentarios habrían levantado una arremetida para evitar que el acuerdo se consolide. Sabag afirmó que no respaldaba “el acuerdo con FA y el PC por la mesa de la Cámara. La DC no puede transar su ideario por cuotas de poder. Acá hay una cosa de principios y en eso no me perderé jamás, aunque arriesgue sanciones”, indicó en su cuenta de Twitter.

Estrategia de la derecha

Los parlamentarios de Chile Vamos no se han mantenido quietos ante las negociaciones de la futura oposición, aseguran que “cualquier voto o fisura cuenta” y ya han tenido conversaciones con diputados DC que van más allá “de la presidencia de la Cámara”. Es bajo esta premisa que el principal objetivo es lograr frenar la votación del día domingo, que no supere los dos intentos y quede relegada para el martes 13 de marzo.

La primera jugada fue poner freno a la idea de cambiar el protocolo de votación, el cual establece que el procedimiento es secreto. Durante esta semana los parlamentarios de la Nueva Mayoría intentaron que la votación fuera “abierta y transparente”, pero la bancada de Chile Vamos pidió que el proyecto entregado fuera revisado artículo por artículo, lo que hacía imposible que fuese aprobado antes de este domingo, abriendo la posibilidad de que diputados que estarán en la futura oposición pudieran votar tranquilos por la carta de la derecha o abstenerse.

Por otra parte, hubo distintas conversaciones o negociaciones con parte de la falange. A juicio del diputado Daniel Núñez (PC), la derecha habría comprometido financiamiento y respaldo para futuros proyectos de ley de parlamentarios que estaban en la Nueva Mayoría. “Algunos creen que la política se hace comprando a los parlamentarios (…) pero esa no es la forma de hacer democracia”, indicó.

El diputado de Pablo Lorenzini (DC) prendió otras alarmas al interior de la futura oposición. A pesar de que consignó que los 14 votos de la falange están, agregó que «en votaciones secretas podría haber sorpresas», además destacó que no solo integrantes de su partido habían dialogado con la oposición, sino que también parlamentarios de otras fuerzas habían conversado con Chile Vamos, lo que fue descartado desde el PS hasta el Frente Amplio.

Más que un pacto administrativo

Otro tema que ha causado inquietud al interior de la falange y del frenteamplismo es esta idea de que el acuerdo administrativo para la Cámara podría significar el primer paso para un acuerdo político.

Ambas bancadas hicieron intentos por marcar distancia, la DC se restó de aparecer con el resto de las fuerzas políticas y el diputado Jackson, quien lideró las negociaciones desde el FA, se retiró del punto de prensa antes de que lograra hablar con los periodistas. Luego, tanto la DC como el Frente Amplio, por separado, comunicaron su acuerdo con el trato.

Pero desde el PS y el PC ven dicho acuerdo con mejor cara que sus pares del FA y la DC. Afirman que esta es una declaración de voluntad de trabajo en conjunto, una prueba de que existe un camino viable para conformar un nuevo conglomerado para afrontar las elecciones de gobernadores y las municipales.

“Nosotros acordamos que es un acuerdo administrativo, pero que le da gobernabilidad a la Cámara, por lo tanto, esto le da un tinte político. Yo lo veo como un paso muy importante, la primera señal de unidad, no había habido un encuentro de estas características, en ese contexto tiene mucho de mérito para cimentar un camino de unidad, de convergencia de fuerzas que son opositoras al Gobierno de Sebastián Piñera”, indicó el diputado Núñez (PC).

Línea que comparten al interior del PS, desde donde puntualizan que claramente esto marca un precedente, que no hay que desconocer el origen político del acuerdo, ya que mantener la gobernabilidad de un poder del Estado, “tan relevante por el Congreso, donde se darán las discusiones políticas en los próximos años”, es un objetivo que puede perspectivarse hasta las presidenciales.

Un trasfondo que es totalmente negado desde el Frente Amplio y la DC. Lorenzini aseguró que este acuerdo no significa votar en bloque ante proyectos como la Ley laboral o la Reforma Tributaria, “de eso nada (…) solo es un protocolo de administración, gobernabilidad y comisiones por los próximos cuatro años, y no hay más”, enfatizó. Por su parte, el diputado RD, Giorgio Jackson planteó que “no es un acuerdo de coalición política, ni mucho menos”.

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