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Las empresas no pueden ser meras espectadoras a la espera de una ley de cuotas Yo opino

Las empresas no pueden ser meras espectadoras a la espera de una ley de cuotas

Paula García de los Ríos
Por : Paula García de los Ríos Socia de Gestión Social
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Hace algunos días el gobierno anunció un proyecto de ley que busca fijar una cuota obligatoria de al menos el 40% de participación de mujeres en directorios de sociedades anónimas abiertas y aquellas especiales sujetas a la fiscalización de la Comisión para el Mercado Financiero.

En general las leyes de cuotas son polémicas, ya que podrían atentar contra la meritocracia donde son los “mejores” quienes deben ostentar los puestos de toma de decisiones. Sin embargo, al mirar la composición de los directorios en Chile, resulta al menos llamativo, ver que los “mejores” sean en su gran mayoría hombres. Todos de la misma clase social, en promedio de 60 años, en un 91,8% ingenieros comerciales, civiles o abogados y casi en un 70% provenientes de la Universidad Católica o Universidad de Chile.

[cita tipo=»destaque»] El desafío de la paridad es sociocultural y transversal, desde la educación, las dinámicas familiares y los distintos actores sociales. [/cita]

Las cifras hablan por sí solas. Al cierre del 2021 la participación de mujeres en directorios de empresas que cotizan en bolsa alcanzó un 12,6% superando el 10,4% respecto del año anterior. Si miramos las empresas IPSA a cierre junio del 2022, se llegó a la participación más alta de la historia con un 19,4%. Los números nos muestran que queda un largo camino por recorrer, lo cual se puede facilitar y acelerar con una ley de cuotas bien implementada.

A su vez, una iniciativa como la que empuja el gobierno no es suficiente. La inclusión de la mujer a posiciones de poder no debe obedecer solo a cumplir con una cuota. Las empresas no pueden ser meros espectadores a la espera de una ley, sino que, por el contrario, deben asumir su rol activo, promover un cambio cultural con foco en la corresponsabilidad.

Con esto me refiero a ámbitos concretos de beneficios sin distinción de género, como la disponibilidad de sala cuna, más días para el Postnatal masculino o flexibilidad horaria en caso de enfermedad de niños menores. Y, también a una transformación cultural más profunda, donde los hombres tengan la misma posibilidad de pedir permiso para ir al doctor con sus hijos, o a la presentación de fin de año sin ser considerado un “macabeo”. No lo digo figurativamente, lo hablo desde la experiencia y la realidad del mundo del trabajo.

El desafío de la paridad es sociocultural y transversal, desde la educación, las dinámicas familiares y los distintos actores sociales. Según un estudio liderado por la Universidad de Chile y la Universidad Andrés Bello, las mujeres presentan casi dos veces más sobrecarga que los hombres, ya que el 66,8% de ellas son cuidadoras en su día a día. Cifras como esta no se solucionan con una cuota.

Espero que este proyecto de ley y otros avances que ha habido en la materia, faciliten un cambio cultural donde hombres y mujeres participemos de espacios de toma de decisiones, pero también de los espacios de cuidado que entregan otras satisfacciones y desarrollan otras habilidades.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

 

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