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De Hitchcock a Cronenberg lo eligieron: el theremin, el instrumento que mete miedo El fin de semana en el Gam se celebró el Primer Festival Internacional de este instrumento que se toca sin ser tocado.

De Hitchcock a Cronenberg lo eligieron: el theremin, el instrumento que mete miedo

Creado por un ruso del mismo nombre, el theremin (el primer instrumento en la historia de la música electrónica) se hizo famoso en la década de 1950 para meter miedo en distintas películas hollywoodenses de ciencia ficción y misterio. Hitchcock lo empleó para su película “Cuéntame tu vida” (“Spellbound”) y Cronenberg en “ExistenZ”.



Durante el sábado 24 y el domingo 25 de agosto el GAM se inundó de ondas electromagnéticas y raros sonidos electrónicos. No se trató de ningún problema radioactivo del tipo Fukushima ni del rodaje de una película de ciencia ficción, sino de la celebración del Primer Festival Internacional de Theremin. Organizado por Electromagnética, una plataforma de reunión y difusión del theremin, el festival contó además con charlas, talleres y conciertos que de forma gratuita se impartieron el fin de semana. Entre los asistentes se vio a un variopinto público: iniciados, músicos varios, y una amplia gama de curiosos que querían conocer, ver y oír el primer instrumento de la electrónica mundial, aquel que se hizo famoso en el cine por su uso para meter “miedo”.

La historia del theremin se remonta al año 1919, cuando el físico ruso León Theremin creó este singular instrumento. Desde muy joven se acercó al mundo de la música (tocaba chelo) y al campo de la electricidad. Tras ingresar a la Universidad de Petrogrado (hoy San Petersburgo) a estudiar ingeniería eléctrica, unió su pasión por la música y la ciencia, lo que le llevó a inventar un instrumento de similar registro al chelo, pero que eliminaba ciertas barreras físicas como la necesidad de frotar un arco contra las cuerdas y de desplazar los dedos por el mástil. De esta idea y varios intentos salió un extraño instrumento, completamente diferente a cuantos existían: el eterófono o theremin.

Su particularidad y magia consiste en que es el único instrumento que se toca sin ser tocado. El diseño clásico consiste en una caja con dos antenas. El músico sólo acerca sus manos y el sonido surge. Las antenas crean alrededor suyo un campo electromagnético que se interviene al acercar la mano, gesto que provoca el sonido.

Durante la década de 1950, el theremin se popularizó como un instrumento imprescindible principalmente en las películas de terror, destacándose en especial en Spellbound de Alfred Htichcock y en las primeras películas hollywoodenses de ciencia ficción, tales como El día en que la tierra se detuvo. Además, el instrumento debutó memorablemente en la música pop al escucharse de fondo en la canción de los Beach Boys, «Good Vibrations”. Sin embargo, su versatilidad y belleza como instrumento es posible de apreciar en gran manera en las interpretaciones de la gran thereminista Clara Rockmore.

Lydia KavinaFoto: Javier Liaño

Lydia Kavina
Foto: Javier Liaño

Electromagnética y el festival

Con este festival, Electromagnética (compuesta entre otros por las gestoras y thereministas Agnes Evseev y Lina Portius) quiso promocionar y difundir el theremin, intentando generar un espacio donde posicionar al instrumento no sólo como uno de carácter interpretativo del repertorio clásico, sino como parte de las corrientes actuales populares y experimentales. Un año atrás Electromagnética había organizado ya el Primer Encuentro Nacional de Theremin, evento que ofreció un homenaje a León Theremin en el marco de la celebración del 119 aniversario del natalicio del creador.

El programa del festival del fin de semana contó como protagonistas a grandes exponentes del theremin internacional, como la rusa Lydia Kavina (familiar lejano), referente ineludible de la interpretación contemporánea del theremin hoy en día en el mundo y que ha destacado por su aporte musical al cine, siendo parte de las bandas sonoras originales de Ed Wood de Tim Burton y Existenz de David Cronenberg, entre otros.

También estuvo Nori Ubukata, músico japonés diseñador de sonidos para sintetizadores Yamaha y Korg, y compositor de los sonidos de sintetizador para la gira mundial de Lady Gaga, “The Born This Way Ball”. Además, estuvo presente el fabricante de instrumentos electrónicos Gene Segal, fundador de la compañía Wavefront Technologies y uno de los pocos profesionales en el arte de la construcción de theremines en el mundo, a quien músicos como Beck y Fishbone, entre otros, le han encargado instrumentos, que se destacan por su alta calidad técnica.

El recital del sábado

Con una sala repleta del Gam, el concierto inaugural anunciaba la presencia de Lydia Kavina y el joven músico nacional Martín Benavides, quien ha colaborado con distintas bandas y artistas nacionales, tales como Francisca Valenzuela, Mauricio Redolés y Manuel García, entre otros. Fue Benavides quien primero salió a escena.

Adelante el escenario lucía con un piano a la izquierda y dos theremines con parlantes respectivos: uno al centro y el otro a la izquierda. Como en un espectáculo de magia, el joven músico digitó en el aire y el cautivante sonido del theremin dejó de ser un misterio en vivo. Se paseó por varias piezas clásicas hasta la música de El Padrino, e incluso se dio tiempo para experimentar con unos patitos a cuerda que se pasearon por la caja del instrumento formando raros sonidos. Derrochó talento y humor.

El plato de fondo fue cautivante, estremecedor, emotivo. Acompañada por el pianista chileno Dante Sasmay, Kavina prolongó esa sensación sobrenatural de ver a un músico mover sus dedos en el aire y hacer salir un sonido etéreo, extraño, misterioso. Su repertorio estuvo compuesto principalmente por piezas clásicas y otras pocas experimentales contemporáneas. A veces el theremin sonaba como un violín, o como un chelo e incluso como una tuba. Sonaba como, pero se sentía más tétrico, sobrenatural, vibrante. Se palpaba en el ambiente el asombro del público. No era fácil entender lo que se veía ni lo que sonaba como sonaba. Muchos aplausos al cierre y una yapa pop: la canción de Mario Bross. Nadie sintió miedo, pero muchos salieron boquiabiertos.

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