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Frankenstein y su campaña electoral Opinión

Frankenstein y su campaña electoral

Pablo Hales. Director de CÍVICA Ong., practicante de Kung Fu. Músico, actor aficionado y… majadero


frankenstein y niña Hace unos días vi una publicación muy graciosa en facebook. Aparecía una caricatura del monstruo de Frankenstein dándole una flor a una niña pequeña que le sonreía de vuelta. La niña le decía: “Pero me habían dicho que eras malo y no es así, qué bueno” y el monstruo le contestaba: “Sí, es que estoy en campaña electoral”.

No pude dejar de reírme,  porque la caricatura nos muestra, de manera chistosa, algo que todos sabemos y de lo que siempre reclamamos: que cuando se hace la campaña los candidatos prometen y ofrecen mucho más de lo que finalmente dan, e incluso a veces, más de lo que realmente están dispuestos a hacer.  Con intención de engañar o por exceso de entusiasmo, los candidatos empiezan a ofrecer “lo que la gente quiere” y terminan vistiéndose con ropas e ideas ajenas, sólo para parecer más amables  y gustarle a los electores. Como en el chiste, para parecerles buenos. Aunque muchas veces se deban vestir de ideas  en las que no creen o negar lo que son. Aunque a veces parezcan el monstruo de Frankenstein.

Para los que no se acuerden, el monstruo que creó el Doctor Víctor Frankenstein era un engendro formado con pedazos de cadáveres que el afamado médico robó del cementerio y al que dio vida mediante la descarga eléctrica de un rayo. Es decir, no era solamente monstruoso por su fealdad, sino por el hecho de estar formado por retazos y sobras de cadáveres putrefactos. Un revoltijo de pedazos de otros humanos que no tenían vínculo entre ellos. Un despojo de humanidad.

[cita]A veces los candidatos para agradar al electorado contestan cualquier cosa y traicionan lo que constituye su raíz ideológica y se presentan ante el público como verdaderos monstruos de Frankenstein[/cita]

El libro fue escrito por la gran Mary Shelley o Mary Wollstonecraft Godwin como se llamaba realmente. Y digo GRAN porque pueden imaginarse Inglaterra en 1818, en plena etapa gótica o de romanticismo, tiempo en que aparece este libro, escrito por una mujer, además de 21 años. Creo que esta obra debe ser leída, pues representa una maravillosa puerta de entrada al romanticismo (que no es la novela romántica) y a la literatura fantástica. Después de eso, está el espacio para otros grandes como Edward Allan Poe o H.P. Lovecraft.

Ojo, que además se trata de un libro escrito por una mujer en un mundo de hombres y es curioso, pues más allá del respeto que merecen todos los candidatos presidenciales, la gran pelea electoral será este año entre dos mujeres. Curiosa coincidencia.

Y me puse a pensar en los acontecimientos del último mes de nuestra convulsionada clase política y en las promesas y ofertas que se han escuchado en los últimos días.

En como que a veces los candidatos para agradar al electorado contestan cualquier cosa y traicionan lo que constituye su raíz ideológica, presentánndose ante el público como verdaderos monstruos de Frankenstein.

Hace unos días vi al ahora candidato a senador Laurence Golborne explicar su conducta como gerente de una empresa del retail y justificar los cobros indebidos en comisiones de tarjeta de una manera sorprendente. Aunque yo no comparta sus ideas, le reconozco que es una persona inteligente, tal vez muy inteligente  y, en su materia profesional, un verdadero experto. Pero cuando le preguntaron si le parecía que ésa era una conducta éticamente reprobable, dijo que hoy estaba prohibida y antes no, que era como fumar en un avión, antes se podía y ahora no. Y ahí quedó. Pero nunca contestó si le parecía mal o no. O no entendió la pregunta (que era una invitación al juicio ético, es decir, a evaluar si la conducta era buena o no en sí misma y no un análisis práctico de la normativa vigente) o no quiso contestar.

Antes vi a la actual candidata Evelyn Matthei hablar de las violaciones a los derechos humanos bajo la dictadura militar, en la que su padre fue parte esencial como miembro de la Junta de Gobierno. Lo hizo mientras se refería a los aparentes fraudes en asignaciones de exonerados políticos. Señaló la candidata que ella estaba fuera de Chile para el golpe de Estado y que cuando llegó, un año después, se dedicó a objetar las violaciones a los derechos humanos.  Podríamos llegar a creerle que no estaba de acuerdo con la dictadura, pero de ahí a sostener que fue una defensora de los derechos humanos a patir de 1974, hay un trecho gigantesco. No podemos olvidar que ella fue partidaria e hizo campaña por el Sí el año 1988. Es decir, quería que la dictadura continuara y siempre se mostró como defensora de Pinochet. Decir ahora que en realidad estaba en contra y que se dedicó a objetar a ese mismo gobierno, es como mucho.

En el debate de las primarias,  los precandidatos de la Alianza, los que nunca llegaron a ser candidatos, Longueira y Allamand, hablaron sobre la dictadura y ninguno de los dos pudo siquiera ocupar la palabra dictadura. Lo calificaron como “un gobierno autoritario” o “gobierno militar”. O sea, no creen que fue una dictadura. La pregunta es ¿por qué personas que parecen serias y que aspiran a ganar las elecciones presidenciales para dirigir el país caen en tan grotesco absurdo? ¿Qué hay detrás? Yo tengo mis sospechas. Es mi opinión. No tengo pruebas. Lo hacen porque no creen que fue una dictadura, ni creen que estaba mal. No es verdad lo que nos dicen cuando afirman que quieren defendernos de los abusos que las grandes empresas cometen con los ciudadanos, que están en contra de las dictaduras y a favor de las democracias. Es demasiada la mezcolanza y la contradicción. ¿Se defiende a un tirano siendo demócrata?

De otro lado, Claudio Orrego, de quien tengo la mejor opinión personal, transforma a la DC en un partido confesional, defensor de las normas de conducta más conservadoras de la Iglesia Católica, contraria a los homosexuales y negándose a una alianza con el PC. Y esto explica probablemente el verdadero desastre electoral que fue su candidatura. Porque las ideas de la DC no son ésas. De partida, su principal ideólogo no era católico (don Jaime Castillo Velasco). Orrego decía que quería cambiar el mundo para que fuese mejor, más justo y más abierto, pero sin comunistas ni homosexuales. Temo que siendo yo hijo de padres separados, quedé fuera del Paraíso… y del partido.

Por otro lado, dirigentes del PPD que amenazan con “pasarle la aplanadora” a sus socios de alianza, con quienes aspiran dicen, a construir una nueva mayoría y ser gobierno. Y que cuentan entre sus filas a políticos desprestigiados por la corrupción y las malas prácticas. Y para qué hablar de un Partido Socialista que propone renovarse, pidiéndole a Insulza y a Escalona que sean candidatos. ¡Por favor!

Son como el monstruo de Frankestein, una argamasa descompuesta de partes contradictorias e inconexas que se niegan a sí mismas y a los otros para mantener el statu quo.

Pero ocurre que todos estos verdaderos monstruos de Frankenstein están cada vez más lejos de los intereses reales de los ciudadanos. Como es voluntario, cada vez votan menos personas. Cuando se formaliza la candidatura de Evelyn Matthei, la encuesta de Imaginacción señala que más del 50% de las personas no le cree nada. Orrego con sus mensajes religiosos saca la más baja votación que ha obtenido históricamente un DC. Longueira y Allamand ni siquiera lograron llegar a las elecciones.

Algo pasa que la gente sencillamente no quiere saber nada con  ellos.

Mucho se ha hablado de Michelle Bachelet y sus aparentes incoherencias, de sus silencios que parecen inaceptables (al menos para sus opositores). De sus cambios de opinión en la medida que avanzan los hechos. De sus omisiones. De sus “malas juntas”, los “sospechosos de siempre”. De su estilo militarizado para maltratar a sus colaboradores.

Y pese a todos sus defectos, no dejo de sorprenderme del tremendo grado de adhesión que recibe de la gente. Su triunfo en las primarias y su votación arrolladora en la zona afectada por el tsunami lo dejan en evidencia.

Hay algo que los demás políticos no logran ver.  Y la gente normal sí.

Por qué la gente le cree de esa forma, con ese nivel de expectativas. Es una duda que la “clase” política no logra resolver.

Me parece que tiene que ver con la verdadera monstruosidad de la creatura de Frankenstein. La fuente del temor al monstruo no radica sólo en su fealdad externa. La gente no le temía al monstruo porque era horrible, sino sobre todo por su falta de humanidad. Es un conjunto de pedazos de cadáveres, robados desde tumbas violentadas y luego cosidos a mano. Se notan las costuras y huele a podredumbre. No hay ahí una huella, tan solo un atisbo de humanidad. Es un engendro que nos recuerda lo peor del ser humano, pues está fabricado de restos podridos de humanos.

La postura de la gente de  derecha como defensores de los derechos humanos y de los perseguidos es tan falsa como obscena, nadie lo puede creer. Mientras no haya una condena real a la dictadura y un compromiso a no dar golpes de Estado, ni avalar la tortura, ni la persecución, no es confiable. Aunque parece que hay algunos rostros nuevos que se han manifestado dispuestos al cambio.

La postura de algunos DC como defensores del Vaticano, sencillamente representa un nivel gigantesco de desconexión con la realidad de la clase media que la DC dice representar que lo hace insostenible. Ya nadie acepta recibir ese tipo de instructivos. Espero que el discurso de Claudio Arriagada represente el camino de la renovación.

La posturas oportunistas de los dirigentes del PPD o la renovación del socialismo a través de los mismos de siempre, son en sí mismas verdaderas monstruosidades.

Michelle Bachelet parece tener muchos defectos. Algunos incluso insoportables, pero es un ser humano. Con tremendas contradicciones e incoherencias, pero humana. Y eso es tal vez una de las necesidades elementales del pueblo: tener líderes a los que pueda seguir, porque se ve reflejado en ellos, porque son un modelo, un ejemplo, una aspiración. Y uno de los requisitos esenciales para que eso pueda producirse es que el líder sea humano, como el pueblo.

P.D.: Como la invitación a participar y comentar es abierta, la voy a aprovechar para hacer una recomendación.  En este caso, quiero recomendarles el disco del grupo chileno BOA. Se llama 2 y entiendo que se puede comprar en el comercio normal y bajar de la página de la banda. Es el mejor disco nacional que he escuchado este año. Recomiendo escucharlo con urgencia…. pero el riesgo es del auditor… Se le van a reventar los oídos y puede que termine como los oídos de Frankestein.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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