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Manuel García y el diálogo con lo popular como la clave del concepto artístico Se presenta el 7 y 8 de diciembre en el Centro Cultural Matucana 100

Manuel García y el diálogo con lo popular como la clave del concepto artístico

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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Cultura+Ciudad conversó con el cantautor a días de presentar el concierto «Guitarras Diamante», que vendría a ser el resumen de uno de los mejores años de su carrera. Pero García no se deja obnubilar ni por el éxito de las giras ni por el reconocimiento, para él el verdadero logro ha sido cuajar un concepto artístico en el que el diálogo con la gente ha sido fundamental para comunicarse con los sueños de la gente común que a veces le expresa sus sueños «con defectos gramaticales, pero que son un beneficio en función de la crudeza del pensamiento».


¿Compartes la idea de que 2013 ha sido tu mejor año?

Para mí es un mejor año en virtud de la comunicación con el público, esto de que la gente empiece a devolverte las canciones, a recrearlas, eso genera un diálogo que empieza a afectar tu obra. Que se escuchen voces internas que tengan que ver con lo popular de verdad . Como cuando alguien empieza a construir su propia historia de vida a partir de tus canciones, y te tomas el tiempo para darte cuenta cómo es esa gente, por qué las canciones le ayudan a resistir el día a día, a meditar en lo cotidiano. Eso te devuelve una energía súper linda, ese enamoramiento por el otro.

¿Qué implica ese enamoramiento?

El artista muchas veces se encapsula, se va a mundos cerrados y aunque hace música “popular” que da fuera de lo popular, es elitista, es especial, es el de los premios, es el que figura en los medios, entonces se produce sin quererlo una desconexión. Pero en este caso lo que yo siento es un enamoramiento por el otro, por el sentido del acervo que todavía tienen los abuelos, el interés que tienen los niños por mirar el mundo de un manera cruda y divertida, las sensaciones filosóficas que pueda tener un hombre de la vida con palabras muy simples como las de un obrero que trata de expresar las cosas que sueña, en las cosas que escribe, en la manera como habla, a veces con defectos gramaticales que a la larga son un beneficio en función de la crudeza del pensamiento.

¿Qué te pasa cuando miras para atrás, antes de ser artista? 

Es extraño. Yo creo que ya estaba formado, no sé, entre los 10 o 12 años, como artista sin quererlo porque había recitado algunas cosas en el colegio. Me decían poeta por error porque en realidad yo declamaba. Intenciones de mi mamá de que desarrollara la personalidad, una costumbre supongo campesina, de que la gente tiene que aprender a sacar la voz. Al parecer resulté un muchacho con buena memoria, memorizaba poemas largos, me devoraba los libros de castellano. Un día curiosamente mi tía María  me llevó a la plaza en donde había una pequeña feria de libros y mi tía quería hacerme un regalo; y yo quedé magnetizado con el Romancero gitano, ¿me gustó el tamaño del libro los dibujos? No sé, no sabía quién era García Lorca, y mi siguiente recuerdo es estar leyendo el libro en la tarde, totalmente conmovido por la palabra castellana, por las imágenes, como que estuviera viendo una película en 3D.

Cuándo piensas en el cerro La Cruz de Arica, ¿qué sientes?

Que es mi lugar, es mi lugar profundo, es el lugar de mi conexión espiritual y también biológica. Una piedra en el sol, el olor del mar, la madera sencilla de las casas, los sonidos de la tarde. Es una prolongación de mi propia biología. Una parte mía que quedó allá física y espiritual, con la que tengo el privilegio de poder conectarme a veces. Trato de que aquellos eventos existenciales que representó el Cerro La Cruz estén presentes en mí, por eso siempre firmo con un pescado.

Como el anillo que luces…

Claro, evoca un pescado fiado. El pez de mi anillo es un homenaje a un pescador joven que falleció en el mar y que era uno de los proveedores de pescado gratis. Él decía: “Déjelo nomás vecino, después me lo paga”. ¡Mentira, uno nunca pagaba nada!, pero ahí quedaba el pescado como una especie de bendición. En ese sentido el cerro La Cruz, siendo un lugar precario, pobre, un campamento de los años 70, también tiene esta magia de ser el lugar donde crecí con la providencia de que nunca nada va a faltar, donde la solidaridad sí existe, el vecino sí es tu amigo, tus compañeros de barrio siempre van a ser tus amigos, los profesores de tu colegio sencillo siempre van a ser tus maestros.

En tus actuaciones incorporas un maniquí con alas de libélula, ¿qué hay detrás de ese símbolo?

Toda una anécdota. Yo marché para el 8 de marzo (Día de la Mujer). Fue casualidad, yo venía de una planificación de un concierto en el GAM  para niños cuando me encontré en la plaza con las mujeres marchando y ellas pensaron que yo venía a la marcha. Yo iba apuradísimo a mi casa porque tenía una emergencia doméstica, y me vieron y me encerraron y en segundos ya tenía un letrero en la mano y me llevaron en la marcha por Vicuña Mackenna. Marché unas diez cuadras y de repente, me acuerdo que me tengo que ir  y me pregunto, ¿a quién le entrego el letrero? En el letrero aparecía Rut María Escobar Salinas y llegué a la casa con el letrero y dije: “Bueno, después lo devuelvo” y lo dejé por ahí, pero siempre lo miraba y recordaba ese nombre. Un día en un taxi vi el maniquí y me acordé del nombre de ella, así que lo compré y lo llevé al escenario y lo utilizábamos con las alas en los conciertos y yo en algunas canciones bailaba con ella y todos le decían la Mona y después la Monina.

¿Y quién era ella?

Mira, lo que resultó finalmente fue algo muy esotérico, porque después me llamaron las sobrinas de Rut María y me contaron que a ella le decían Monina y que había sido estudiante de danza en el Pedagógico. Yo a la Mona la presento en el escenario como Rut María, porque pienso que es una forma de traer simbólicamente a un detenido desaparecido al escenario y yo la adorno con un sombrero o le pongo una cintita en la cintura o para los conciertos especiales le ponemos unas alas de libélula, porque al final de cuentas se focaliza en ella el respeto, el dolor y todo aquello que es como una alegría del recuerdo de las personas.

 Hay cosas que te conmueven, pero ¿qué es lo que más te violenta?

Me violenta la indiferencia demostrada en la falta de conexión con los ojos. Eso se representa tanto en aquellas castas adineradas o en aquellos núcleos o estratos donde es más visible la carencia, la falta,  la pobreza, etc., En ambos mundos hay una especie de ensimismamiento y de soledad representada en el individualismo de la lucha por el éxito personal, cosa que nos convierte en un país que está viviendo el presente como una cosa práctica, el presente como una inversión para el futuro, en función de los bienes que vamos a tener mañana y así es como llegamos al punto de romper el ritual del encuentro, rompemos la posibilidad de valorar el ayer, perdemos las alegrías que podemos estar viviendo en el momento.

Son las actitudes

Me violenta que no exista ya el “buenas tardes”, el “buenos días”, pero de verdad, desde dentro, no como una forma aprendida, no como un protocolo más de lo que es bien visto socialmente, sino que el verdadero encuentro con los ojos, el verdadero “buenos días”, “buenas tardes”. Sería tan bonito que el dueño del banco entrara en el banco y la señora que hace el aseo le diga “buenos días” y él le responda con un “buenos días” sincero. Eso lo hemos perdido en Chile y es urgente que lo recuperemos, porque eso nos hace mezquinos con nosotros mismos, nos hace mezquinos con el vecino, con el extranjero, con el diferente, con el de región. Somos una sociedad enferma a nivel afectivo y  emocional y por otro lado cantamos que somos amables con el forastero y pensamos que no somos racistas y pensamos que no somos exitistas y la gente habla de que el consumismo es pésimo y pensamos que somos medioambientalistas, pensamos varias cosas, porque suena bonito decirlas, pero es difícil sentirlas de verdad, asumirlas.

Hace un tiempo un chico me contó que con sus compañeros del jardín fueron a escucharte a un recital, pero se quedaron dormidos antes de escuchar «Bufón», su canción favorita. Otro día apareciste sin previo aviso en su sala de clases y les cantaste en privado. ¿Cómo fue aquello?

Lo que pasa es que yo creo que el arte se va nutriendo de estos momentos que son el encuentro directo con las personas y los escenarios, pero no es lo único que hay. No quiero hablar de mí, no quiero hablar bien de mí, pero he ido hacer eso por interés propio muchas veces. Si yo puedo cuando alguien se va a casar, si alguien tiene un aniversario, si  se necesita que haga una canción en la esquina a capela por una institución, pero cuando uno no puede a veces también se malentiende. Una vez me pidieron un favor para un funeral que era el día martes y yo esperaba contestar el día lunes, pero el día domingo, por la misma vía que se comunicaron conmigo, me estaban insultando porque no confirmaba. Yo trato de motivarme, de estar ahí.

Ahora estás terminando un nuevo disco, ¿de qué se trata?

Es un disco bien sensorial, es latinoamericano desde el punto de vista que recorre ese acervo, donde pueden existir las ganas de bailarlo románticamente, pensando en el bolerón antiguo y en el mariachi. Tiene personajes muy claros en el disco, tiene  bastantes colores sonoros, tiene humor. Los personajes son tragicómicos o se cuentan historias donde el antihéroe es muy potente: el borracho enamorado en un bar, por ahí está el negro Manuel que aspira a ser un líder pero su color de piel lo condena a una cosa histórica, el prejuicio de los demás. Hay canciones como «La aguja», una canción bien romántica que narra la historia de un hombre que le zurce las medias a su mujer.

Para este disco estás trabajando con Ángel Parra

El disco es bien interesante porque tiene arreglos y música de él y letras mías. En algunos casos resultó un experimento muy rico. Me basta con dejarle un par de ideas verbales un día de cómo yo siento que suena y al otro día obtengo una maravilla de tema. Me manda la lista completa con los pianos, los bajos, los sonidos encima, los coros. La maqueta sugiere algo que lo vincula por un lado a lo vintage y por otro a un rock&roll moderno.

Pareciera que el concierto Guitarras Diamante que darás en el Matucana 100 es un buen resumen de lo que hemos hablado

Es llegar a una síntesis musical respecto de mi trabajo y que tiene que ver con eso, que la guitarra capitaliza muchas cosas  y en este caso, en este concierto, recibe mucho de todos los discos y lo devuelve de una manera popular con cuatro guitarras, cinco guitarras, son ensambles de guitarras. Aquí está el aprendizaje de haber cuajado un concepto artístico.

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