En el libro hay dos momentos de especial interés para los seguidores de Bravo Lira. Una introducción algo extraña en su arquitectura conceptual y en la que figuran afirmaciones insólitas, como sostener que junto al soviético, se ha derrumbado lo que el autor llama “el totalitarismo estadounidense.” Ni a Fidel Castro se le había leído algo tan raro.
Bernardino Bravo Lira, Una historia jamás contada. Chile 1811-2011, Origo, Santiago, 2016, 495 páginas.
A estas alturas de su producción historiográfica, es perfectamente reconocida la originalidad de Bernardino Bravo Lira, Premio Nacional. Pero, por eso mismo, esa originalidad ya no tiene nada de novedoso.
Efectivamente, sus lectores habituales se van a encontrar en esta nueva obra con una bien desarrollada agregación de los mismos temas y de los mismos textos que hemos conocido ya antes. Podrán contar, de una vez por todas, con el totus del corpus del profesor de la Universidad de Chile.
Los temas de Bravo Lira se vienen articulando entre sí desde sus primeros trabajos de finales de los 70 y cualquiera de sus lectores fieles los puede recitar ya de memoria: monarquía y república ilustradas, régimen de gobierno, presidente, partidos, constitucionalismo, codificación, judicatura, poder eclesiástico, Universidad de Chile, congreso, asociaciones, Estado.
Eso habla bien de un historiador que ha sido consistente en su línea de estudio y en su línea de publicaciones. Y, ciertamente, ésta es su obra de mayor madurez, quizás entregada como su legado. Se agradece, por lo tanto, el carácter de síntesis final que tiene este libro. El lector afín percibe en esta obra el cierre de toda una fecunda vida intelectual.
Pero esa reiteración también cansa. Cansa, porque el mismo autor nos dice que ha reproducido, aunque con alteraciones, unos 12 artículos propios en el cuerpo del libro. Y si a eso se suma que son en total otros 51 los artículos y libros suyos consignados en la bibliografía y muy reiteradamente utilizados en las notas a pie de página, uf, eso agota. Con frecuencia me sucedió anunciarme a mí mismo: “bueno, ahora viene…” y, efectivamente, aparecía en los próximos párrafos lo que ya había leído en tal o cual parte. Todo muy bien referido a sí mismo por el propio autor –por lo tanto, con absoluta honradez- pero, ciertamente muy cansador.
En todo caso, en el libro hay dos momentos de especial interés para los seguidores de Bravo Lira.
Una introducción algo extraña en su arquitectura conceptual y en la que figuran afirmaciones insólitas, como sostener que junto al soviético, se ha derrumbado lo que el autor llama “el totalitarismo estadounidense.” Ni a Fidel Castro se le había leído algo tan raro.
Y un capítulo final más que curioso, simplemente inmaduro. Carencia de muchas fuentes (lo que contrasta con la riqueza de las bibliografías de los once capítulos anteriores) análisis sectoriales muy poco desarrollados (por ejemplo, características profundas de los nuevos partidos), personajes parcial o completamente ignorados (Sergio de Castro, Jaime Guzmán, Hernán Büchi, José Toribio Merino, Edgardo Boeninger, entre muchos otros), miradas simplificadoras de procesos muy complejos (resurgimiento de las izquierdas).
Aparece entonces una paradoja: el mejor Bravo Lira es el de los trabajos reiterados en este texto, aunque eso canse; y el menos valioso es el que aporta algo de novedad. Quizás por eso en el capítulo final es cuando menos se cita a sí mismo. Probablemente habría sido mejor estudiar esos procesos más monográficamente y después hacer la síntesis. El apuro por incorporarlos no fue buen consejero.
Gonzalo Rojas Sánchez
Profesor universitario