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«La promiscuidad funcional» del arquitecto Luis Alonso: «Nuestras ciudades, como nuestros barrios, siempre buscan una mezcla intensa de usos» Acaba de lanzar su libro “Despegando ideas… aterrizando proyectos”

«La promiscuidad funcional» del arquitecto Luis Alonso: «Nuestras ciudades, como nuestros barrios, siempre buscan una mezcla intensa de usos»

Para el arquitecto calatalán, la clase política chilena debe entender que «hacer ciudad es hacer política «y que, por lo tanto, «tienen que apostar a dar mayor voz al ciudadano en la forma de cómo hacer los nuevos barrios, hacer más amable la ciudad, hacer que la gente pueda caminar más y mejor, hacer que la gente pueda funcionar más y mejor en bicicleta. Todo eso es hacer política también».


Un libro con una mirada distinta sobre cómo hacer ciudad y generar desarrollo urbano amigable con quienes la habitan acaba de lanzar Luis Alonso, un arquitecto catalán con presencia en Chile desde 2012.

Alonso es impulsor del concepto de la “promiscuidad funcional” y la rehabilitación patrimonial como motores de desarrollo en distintas ciudades del mundo.

Su nuevo libro, Despegando ideas… aterrizando proyectos, es un sui géneris reciclaje de bolsas de mareo que lo ayudaron a plasmar su inspiración en sus viajes con un resultado de 74 croquis de 12 países, muchos de ellos proyectos ejecutados y otros en desarrollo.

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Mezcla de usos

Actualmente la oficina de Alonso –Balaguer y Arquitectos Asociados– está pronta a inaugurar el segundo edificio más alto de Sudamérica, en Bogotá, así como la Villa Olímpica para árbitros y prensa de los Juegos de Río 2016.

Entre sus realizaciones en Chile se encuentra la rehabilitación de la antigua factoría Sumar, en la comuna de San Joaquín.

Se trata de La Fábrica Patio Outlet, y consiste en la rehabilitación de la antigua factoría industrial Sumar, que está prácticamente finalizándose en las primeras fases. «Nuestro trabajo ha consistido en mantener toda la arqueología industrial que creemos tiene un valor muy importante», asegura.

Este proyecto es un buen ejemplo de lo que Alonso llama “promiscuidad funcional”, que «consiste en la mezcla de usos». En Sumar, por ejemplo, habrá un outlet y un museo.

«Cuando hablo de ese concepto, hablo que tanto nuestras ciudades como nuestros barrios y edificios siempre buscan una mezcla intensa de usos. Todo uso es compatible con otros, la vivienda es compatible con oficinas; las oficinas son compatibles con equipamientos públicos; estos últimos son bibliotecas, jardines infantiles, centros de adulto mayor y todo eso forma parte de la promiscuidad funcional».

Para él, cualquier inmueble patrimonial es susceptible de ser intervenido. «Ahora bien, hay que tener las mentes abiertas para dejar que se introduzcan nuevos usos y funciones, porque, si no, realmente no hay manera de mantener edificios históricos con usos que han quedado anticuados y que no son socialmente atractivos en estos momentos».

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La Fábrica Patio Outlet

Rehabilitación como motor de desarrollo

Sumar también ejemplifica otra de las ideas de Alonso, que es que la rehabilitación patrimonial puede ser un motor de desarrollo. Por desgracia, cree Alonso, la rehabilitación patrimonial en Chile se ha desarrollado muy poco y está concentrada en Santiago centro.

«Creo que no hay tradición aún en Chile para salvaguardar el patrimonio y, por lo tanto, lo que hay que hacer es apostar para que se rehabilite más, se invierta más en la rehabilitación de edificios antiguos», dice. «Hay mucha cantidad de edificios en la Región Metropolitana que a todos se nos vienen a la mente y barrios completos, como el Yungay, un barrio maravilloso que podría rehabilitarse a través de la iniciativa privada».

Pero insiste en que para rehabilitar barrios hay que introducir «motores de transformación» y cuenta que en Barcelona, su ciudad, cuando hace 25 años se emprendió la rehabilitación de todo el casco antiguo, se intercalaron piezas modernas que contrastasen con lo antiguo.

«Rehabilitar no es simplemente mantener todo lo antiguo, también es colocar piezas concretas que de alguna manera ayuden y potencien la rehabilitación», asevera. «El MACBA (Museo de Arte Contemporáneo en Barcelona) es un grandísimo ejemplo en ese sentido, de cómo un edificio de última generación sirvió de motor de arranque de transformación de todo un barrio antiguo. Automáticamente después se rehabilitaron todos los edificios del entorno y se regeneró totalmente el barrio».

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MACBA.

Santiago a futuro

Para el futuro de Santiago, Alonso también da sus recomendaciones. Cree que hay que apostar más por un transporte público de calidad y que ciudades grandes como Santiago solo pueden desarrollarse si se apuesta por extender el Metro, «porque es el mejor cohesionador social».

En segundo lugar, puntualiza, «hay que intentar generar mayor promiscuidad funcional en los barrios, es decir, que se sobrepongan todo tipo de usos y actividades. Y, en tercer lugar, la clase política debe entender que hacer ciudad es hacer política y que, por lo tanto, tienen que apostar a dar mayor voz al ciudadano en la forma de cómo hacer los nuevos barrios, hacer más amable la ciudad, hacer que la gente pueda caminar más y mejor, hacer que la gente pueda funcionar más y mejor en bicicleta. Todo eso es hacer política también».

Tras varios años en Chile, Alonso cree que nuestro país tiene «muchas posibilidades, porque realmente creo que se dan muchos elementos como para desarrollar cualquier tipo de ideas y de experiencias».

«Literalmente, creo que hay mucho por hacer, porque es un país que realmente se ha fotocopiado demasiadas veces en cualquier sector y lo bueno es innovar. En estos momentos el sector empresarial tiene un pozo de ganas de innovar e introducir nuevos conceptos y precisamente de ahí que yo me haya arraigado en Chile, porque estamos desarrollando conceptos muy innovadores para el país, pero que afortunadamente creo que van a ir tomando fuerza sin ninguna duda».

También recalca que para muchas mejoras es clave la iniciativa público-privada.

«Hace falta involucrar totalmente a la iniciativa privada, darle incentivos, porque hasta ahora lo único que se hace es que, a través de dinero público, se recuperan edificios en general para usos culturales, lo cual está muy bien, pero no podemos seguir siempre con ese tipo de política porque es insostenible a largo plazo y porque, si no se involucra a los privados, no hay forma de fomentar y aumentar la rehabilitación patrimonial tan necesaria de barrios y edificios concretos».

«Tal como dice el gran Maturana, ya pasó la época de la competencia y deberíamos ir hacia la época de la colaboración», apunta. «Hay muchas fórmulas de colaborar para avanzar, fundamentalmente está el tema de las concesiones administrativas, que en este país ha habido algunas experiencias negativas, pero que realmente es una de las mejores fórmulas que conozco para desarrollar más rápido cualquier concepto de ciudad y equipamiento público», concluye.

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