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Respeto en acción. Cómo aplicar la subsidiariedad en la empresa Libros de actualidad en la crítica de Gonzalo Rojas Sánchez

Respeto en acción. Cómo aplicar la subsidiariedad en la empresa

La lectura de este texto me ha dejado la agradable sensación de compartir ideales con los autores. Sí, he leído lo que efectivamente quería encontrar y eso, sin duda, no le va a pasar a todos quienes se asomen a estas breves y sustanciosas páginas. Pero incluso a quienes la aproximación cristiana del texto les pueda inspirar de entrada algún rechazo, el tono agradable, positivo, humilde y sencillo de las experiencias relatadas y de las soluciones propuestas les hará pensar que es perfectamente posible afinar en la humanidad de las relaciones, si se sabe qué es la persona humana.


Michael J, Naughton y otros, Respeto en acción. Cómo aplicar la subsidiariedad en la empresa, Uniapac, s/l, 2015, 86 páginas.

Un pequeño gran libro. Claro, sencillo pero correctamente enfocado en uno de los problemas más serios del mundo contemporáneo: la dignidad de la persona en la empresa.

Seguramente en la presentación que se hará el próximo martes 30 en la USEC, los comentaristas se referirán a cuestiones que están en los fundamentos de este texto: ¿Para qué es el trabajo humano? ¿Cómo debe organizarse un emprendimiento para que ayude a la felicidad de quienes lo comparten? ¿Hay modos de vincular mejor familia, tiempo libre y jornada laboral? ¿Tiene algo que ver Dios con la tan mentada subsidiariedad? ¿De qué modo se coordinan solidaridad y subsidiariedad en la empresa y desde la empresa hacia sus mercados?

Algunas de esas preguntas las ha contestado ya Sebastián Burr en su magnífico “Hacia un nuevo paradigma sociopolítico”, en especial con relación a posibles nuevas estructuras salariales, pero en “Respeto en acción” la mirada se extiende a muchas otras cuestiones del día a día humano, de lo coloquial de la empresa. Y no sólo de las pequeñas o medianas, sino también de las muy grandes, por cierto. Liderazgo, colaboración, toma de decisiones, trabajo en equipo, corrección de errores, son todas cuestiones abordadas por los autores bajo la perspectiva subsidiaria. Y son todas, obviamente, materias de imprescindible reflexión en la empresa de Chile hoy.

Formado desde mi primera juventud en la necesidad de trabajar con calidad profesional, con sentido de servicio y con apertura a la trascendencia, la lectura de este texto me ha dejado la agradable sensación de compartir ideales con los autores. Sí, he leído lo que efectivamente quería encontrar y eso, sin duda, no le va a pasar a todos quienes se asomen a estas breves y sustanciosas páginas. Pero incluso a quienes la aproximación cristiana del texto les pueda inspirar de entrada algún rechazo, el tono agradable, positivo, humilde y sencillo de las experiencias relatadas y de las soluciones propuestas les hará pensar que es perfectamente posible afinar en la humanidad de las relaciones, si se sabe qué es la persona humana. Y que al hacerlo, la subsidiariedad aparece una vez como el principio rector, no sólo entre cuerpos sociales, sino al interior de cada uno de ellos.

Ayuda poco, eso sí, la presentación minimalista del libro. En un formato casi de folleto, con una tipografía para menores de 40 y una traducción formalista y sin matices, la obra queda algo desmejorada a los ojos exigentes. Por eso, corresponde aplicar la subsidiariedad y criticar desde abajo -el lector- hacia arriba -los editores- aunque ya sea algo tarde para corregir esas dimensiones formales poco satisfactorias.

Gonzalo Rojas Sánchez
Profesor Universitario
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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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